Dos amaneceres, uno por el este, a primera hora del día y otro a la tarde, algo que, en una misma región sucede cada 300 años o poco más. Así miles de sanjuaninos - y algunos turistas- disfrutaron del eclipse total de sol en el Costanera predio ferial, donde habitualmente se realiza la fiesta del Sol.
San Juan fue una de las dos provincias - junto a San Luis- privilegiadas para observar el encuentro del sol y la luna en el cielo. Por eso, ambas organizaron actividades en sus territorios a los que acudieron visitantes de todo el mundo, como ocurrió en Mogna, una locación sanjuanina a la que llegaron científicos de la Nasa para hacer sus propias observaciones.
En el momento del eclipse total, el público enmudeció. Y a continuación, más allá de las expresiones de asombro, gritos y aplausos, fueron miles los que elevaron su mirada al cielo para apreciar un mommento único de sus vidas. Se hizo de noche, el cono de la sombra de la luna proyectado hacia a la tierra ofreció un espectáculo inédito para muchos.
A lo lejos, brillaron las pocas luces prendidas de los barrios aledaños y las cámaras de los celulares se elevaron en manos de los incautos que decidieron tener una foto a pesar de las recomendaciones. Hubo palabras de júbilo. Hasta abrazos de novios, aunque fueran parejas de antaño. Por un instante, quedaron olvidados los problemas diarios. Se humanizaron los rostros, asistiendo con suma atención a un evento astronómico desmesurado.
El pastor Julio Ovalles comenzó una oración emotiva, aun para los no creyentes. Habló de acciones maravillosas, festejó a su dios. "Un aplauso para Dios que hizo cielo, tierra y lumbreras. Soy predicador, no puedo entender esto más que como una obra grande y maravillosa", dijo emocionado el hombre perteneciente a la iglesia evangélica Presencia de Dios.
A pleno
Hubo una gran previa -todo gratuito- que incluyó música, un cuarteto que hizo mover a todos al ritmo de los acordes de esta música tradicional argentina; también food trucks, artistas, productos regionales y cientos de actividades que fueron un condimento especial en torno al gran evento astronómico de este 2019.
El gobierno de San Juan regaló 10 mil anteojos especialmente acondicionados para apreciar el eclipse sin perjuicios a la vista. Y hubo astrónomos aficionados con sus telescopios explicando parte del fenómeno. Paralelamente, los locutores del evento remarcaron constantemente los peligros de observar el sol sin los instrumentos adecuados.
"Si bien se ve bien con los lentes, con los telescopios se pueden ver todos los contornos del sol y la luna. Nuestra idea es que la gente aprenda un poco más y vaya conociendo detalles del proceso", indicó Alejandro Procopio miembro de Gacrux, un grupo de astrónomos aficionados.
Además la doctora en astronomía Mónica Grosso dio algunas recomendaciones durante la tarde advirtiendo que el eclipse duraría solamente 50 segundos. "Por la posición del sol, la luna y la tierra, se genera un cono de sombra sobre la tierra. La luna parece del mismo tamaño que el sol y es por eso que lo tapa. Cuando esto sucede, se hace denoche, y se pueden ver estrellas como Sirio y planetas como Marte, Mercurio y Júpiter", indicó la especialista.
Emocionados
Martín (8) y su hermano Juan Cruz (12) vinieron desde Pocito, a unos 40 kilómetros del predio, para apreciar mejor el eclipse. Tuvieron la tarde libre, porque no fueron a la escuela, y aprovecharon para aprender de una manera distinta. "Me llama la atención todo el eclipse. Siempre le pregunto a mi mamá cosas del cielo. Es muy divertido aprender así", contó Juan Cruz quien dijo que con su maestra vieron algunos temas relacionados con esta fecha.
Laura y su hija prefirieron compartir el espectáculo junto a parte de las personas presentes. "Nos gusta mucho todo lo que se organizó. Es algo que vamos a ver una sola vez en la vida. Está muy bueno poder ver el cielo con los telescopios", dijo la mujer que llevó sus propios banquitos para ocupar un sitio privilegiado.
Como Laura, muchos optaron por esta opción aunque quienes llegaron temprano pudieron ocupar algunas de las "butacas" del patio de comidas. "Llegamos a las 12. No habia casi nadie, pero no queríamos perdernos la posibilidad de estar cómodos. Son muchas horas de espera y no queríamos pasarlas parados", contó Exequiel junto a sus amigos también provenientes de la capital sanjuanina.
Antes y después
Santino, unos minutos antes de que iniciara la fase final del eclipse, se acercó a uno de los telescopios instalados en el predio y, aunque tímido, preguntó que se podía ver. "Me gustan las cosas del espacio", dijo el niño mientras aprovechaba a mirar una vez más por el aparato. "Hoy no tuve clases para que pudiesemos venir", agregó.
Por su parte, Amparo Mrak preparó una cámara oscura con dos cajas de zapatos y pudo ver el eclipse, sin inconvenientes. Una vez que terminó conversó con Los Andes. "Antes de venir me puse a investigar sobre el eclipse y su incidencia astrológica. Se que este es tiempo de inicios, de aprender nuevas cosas. Astrológicamente es una fecha importante", destacó.
Al terminar, ya en la salida del predio – y como también sucede para la Fiesta del Sol- todo fue medio caótico e incluso cuando aún no habia finalizado la segunda parte del eclipse (luego de la oscuridad total). Si hasta un camión de bomberos que debía atender un incendio cercano tuvo dificultades para llegar a la calle y demoró 10 minutos en conseguirlo.
Dos octogenarios en un “motorhome”
Dos personajes que llamaron la atención entre los que llegaron a San Juan para ver el eclipse fueron Elio Budai (79) y su esposa Susana (80). Eligieron la localidad de Mogna para observar el fenómeno, pero no viajaron ni en colectivo ni en avión, sino en un flamante "motorhome" (casa rodante) que adquirieron hace poco. La pareja salió desde Rosario para recorrer casi 800 kilómetros.
El “perseguidor de eclipses”
Al japonés Jin bien le cabe el mote de "perseguidor de eclipses". Es un fanático de este tipo de fenómenos y se informa sobre los lugares del mundo donde suceden, para tratar de presenciarlos en primera persona. Aficionado a la fotografía, hace de esta clase de sucesos una de sus inspiraciones. Por supuesto, San Juan atrajo la atención de Jin y no se perdió el evento. Hasta la vecina provincia llegó, además, acompañado de Stephan, un brasileño con el que trabó amistad por internet gracias a la pasión por la fotografía; entre ambos se hicieron un festín con las imágenes, de un eclipse que les permitió conocerse en persona.
Un profesional que no se lo quiso perder
"Tenemos que ir a San Juan porque no creo que se pueda ver algo así". La palabra es de Elvio Alanís, un físico salteño de 79 años que junto a su hija viajaron a la vecina provincia para asistir a este hecho excepcional. Elvio se jubiló hace apenas diez años y actualmente es profesor emérito de la Universidad Nacional de Salta. Sabe del tema y bastante, tanto por su especialidad como por tener la suerte de haber presenciado otro eclipse. En 1994, se trasladó desde su lugar de residencia a uno más cercano (Bolivia), para el eclipse de sol que se pudo observar desde esa geografía y sobre el que Alanís preparó un escrito que fue publicado en Inglaterra.
Elvio no sólo fue acompañado por su hija, sino por un verdadero arsenal de aparatos de observación que montó en una iglesia, uno de los mejores lugares para observar el eclipse.
Viajó desde Mendoza
Alberto Bonano arrancó temprano desde Godoy Cruz y enfiló hacia San Juan. Dice que se enteró por la radio que en esta provincia iba a poder ver el eclipse en butaca preferencial y trajo a toda su familia: sus hijos, Lautaro y Valentina, su esposa Anita y su suegra Charo.
De todos ellos Lautaro, de 20 años, era el más interesado en viajar, ya que le atraen especialmente estos eventos. "Cuando nos enteramos que se hacía una actividad especial no dudamos en venir", contó Alberto.
Lautaro, por su parte contó que le gustan las actividades culturales en general y que no quiso perderse el eclipse por su carácter histórico. “Me hubiera gustado mucho ir más hacia el norte, pero era mucho gasto de nafta”, contó el joven que estudia Ciencias Políticas en la UNCuyo.