Que los jóvenes y los que no lo son tanto se dejan llevar por el impulso de escribir sin pensar en la correcta grafía de los términos ya no constituye una novedad: no hay tildes válidas, tampoco distinción entre ‘b’ y ‘v’, la ‘h’ se ignora, reina la confusión entre ‘y’ y ‘ll’ o entre ‘c’ y ‘s’. Uno de los errores más significativos es el que confunde ‘echo’ y ‘hecho’ o ‘desecho’ y ‘deshecho’. Entonces, no parece existir duda cuando digo que ‘es un hecho que, si echo tal producto al agua, el piso va a brillar, reluciente’ porque el que escribe sabe que un ‘hecho’ se relaciona con ‘hacer’, mientras que ‘echo’ proviene de ‘echar’, cuyo significado es “tirar, arrojar”; sin embargo, más de una vez, vemos que la gente escribe “*te hecho de menos” o “*hecho detergente sobre los platos sucios”. Una fórmula práctica para saber cuándo colocar la H y cuándo no, consiste en sustituir los términos en cuestión por sinónimos o en averiguar a través del diccionario todos los valores significativos de cada uno.
De este modo, advertimos que ‘echo’ proviene del verbo ‘echar’, con origen en el latín “iactare”. Posee múltiples valores significativos: en primer lugar, lo usamos para decir que impulsamos algo para que vaya a parar a otro sitio o para que caiga en un lugar determinado, como en “Eché las invitaciones por debajo de la puerta” y “El hombre echó su carta al buzón”. En ese caso, puede sustituirse por ‘arrojar’ o ‘tirar’. También puede significar que se despide algo de sí, como en las expresiones ‘echar olor’, ‘echar chispas’, en cuyo caso puede cambiarse por ‘provocar’. Se usa también ‘echar’ para indicar que se hace salir a alguien de un sitio y que se lo aparta con violencia: “El encargado de seguridad echó a los perros vagabundos del local de ventas”. Con esta acepción, puede ser sustituido por ‘expulsar”. Asimismo, ‘echar’ equivale a “deponer a alguien de su empleo o dignidad”: “Lo echaron a la calle sin derecho a protestar”.
Estos valores negativos se contrarrestan con otros positivos, como el que, referido a una planta, indica que brotan sus raíces, sus hojas, sus flores y sus frutos: “Con este tiempo primaveral, ya los árboles echaron brotes”. Si se aplica a la salida de una parte del cuerpo de una persona o animal, también se usa ‘echar’: “El bebé no duerme porque está echando los dientes”. En otros usos, puede ser equivalente a ‘poner, aplicar’, como en “Es necesario echar combustible al auto”. También indica, con respecto a una llave, un cerrojo, un pestillo, a los que se imprime el movimiento necesario para cerrar: “He echado llave al armario para evitar que miren la documentación allí guardada”. En relación con las posiciones del cuerpo, puede ser equivalente a ‘inclinar, recostar, reclinar’: “Siempre camina echando el cuerpo hacia atrás”.
En el ámbito de los juegos de azar, ‘echar’ puede significar “remitir algo a la suerte”, “jugar, llevar a cabo una partida”, “dar o repartir”: “Echar una mano de tute”, “Echar cartas”. Aquí, evocamos el valor etimológico del vocablo, al mencionar la famosa frase latina “Alea jacta est” (“La suerte ha sido echada”). Podemos, también, usar ‘echar’ para indicar que se hacen cálculos, que se sacan cuentas, que se especula acerca de un precio, de una distancia o de alguna cifra desconocida: “¿Qué edad le echa a la jovencita?”; en relación con el tiempo que se puede invertir para una acción, también puede usarse ‘echar’: “De aquí a Luján, echamos solamente veinte minutos”. En otras ocasiones, su significado es el de “pronunciar, decir, proferir”, como en “Cuando se enoja, echa improperios e injurias” y “Me echó un duro sermón”.
En otras oportunidades, ‘echar’ indica que se ha adquirido un aumento notable en determinadas cualidades o partes del cuerpo: “Ha echado carnes con el paso de los años”. Otro valor es el de mostrar excesivo enojo, como en “echar fuego por los ojos” o “echar rayos y centellas”.
Con algunos nombres, forma frases con valores precisos; así, ‘echar maldiciones’ equivale a ‘maldecir’; ‘echar una siesta’, a ‘sestear’; ‘echar un sueño’, a ‘dormir’; ‘echar un cigarro’, a ‘fumar’; ‘echar suertes’, a ‘sortear’; ‘echar a perder’ es equivalente a ‘malograr’; ‘echar de menos’, a ‘extrañar, añorar’; ‘echar por alto’, a ‘menospreciar’; ‘echar a alguien a pasear’ es igual a despedirlo con desprecio o disgusto. Otras veces, significa “derribar, arruinar”: “Echaron abajo tremendo edificio”; también puede significar “condenar a alguien a un castigo o pena”: “El tribunal lo echó a prisión”. En relación con la comida o la bebida, puede indicar que se toma algo: “Aproveché la pausa y me eché un bocado y un trago”.
Cuando ‘echar’ se une a la preposición ‘a’ y a un verbo en infinitivo, la frase formada señala que se da principio a una acción: ‘echar a reír’, ‘echar a correr’, ‘echar a llorar’, ‘echar a hablar’; otras veces, indica que se inicia la marcha por una u otra parte: “Cuando llegue al cruce, eche el rumbo por la izquierda”.
Si se utiliza como pronominal, ‘echarse’ puede significar “arrojarse”, en el sentido de ir de lo alto a lo bajo: “Se echó por la ventana”. Además, si se dice de una persona, ‘echarse’ es “tenderse para descansar”; si se dice del viento, significará que se ha calmado; coloquialmente, ‘echarse a alguien’ será lo mismo que “entablar determinada relación con ella”: “¡Qué novia se ha echado!”; también con ‘echarse’ hay frases con valores específicos: ‘echarse atrás’ equivale a “no cumplir un trabajo o una promesa”; ‘echarse a morir’ es “abandonar un asunto desesperando de poder conseguir lo que se desea”; ‘echarse encima algo’ significa la inminencia o proximidad de algo. También, la exhortación ‘échese y no se derrame’ es una expresión coloquial que se utiliza para censurar la falta de economía de alguien o el gasto superfluo de algo.
Dejaremos para la próxima nota el uso de ‘hecho’, ‘desecho’ y ‘deshecho’, en que la presencia o ausencia de la H es significativa.