El primer ensayo clínico de transfusión de plasma sanguíneo de sobrevivientes del ébola a pacientes infectados con el virus ha encontrado que el tratamiento no redujo el riesgo de muerte, aunque los expertos dicen que es muy pronto para descartar la idea como terapia contra el ébola. “Los resultados son decepcionantes”, dice Ian Lipkin, un virólogo y especialista en brotes epidémicos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que no participó en el estudio.
Desde febrero de 2015, un consorcio internacional de investigadores recolectó plasma de la sangre sobrevivientes del ébola y lo suministró a 84 pacientes del centro de tratamiento del ébola de Donka operado por Médecins Sans Frontières, en Conakri, la capital de Guinea. Los investigadores esperaban que los anticuerpos del plasma de los sobrevivientes tuvieran un efecto protector.
Administrar plasma “convaleciente” es una terapia largo tiempo establecida que se usaba ampliamente a principios del siglo XX para tratar enfermedades infecciosas como paperas, difteria y sarampión. Cayó en desgracia luego del desarrollo de los antibióticos y los tratamientos antivirales, aunque se sigue usando para tratar algunas enfermedades (como la fiebre hemorrágica argentina).
Aunque una vacuna contra el ébola resultó altamente exitosa en ensayos realizados el año pasado, todavía se necesita una terapia porque no hay ningún medicamento eficaz contra el virus, dice David Heymann, investigador de enfermedades infecciosas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Conforme el número de sobrevivientes del ébola aumenta durante un brote, usar su plasma pudiera ser una forma sencilla y fácilmente escalable de combatir la infección. “Era un estudio que debía hacerse”, señala.
Lecciones aprendidas
Pero los resultados del ensayo, publicados el 7 de enero en la revista especializada New England Journal of Medicine, muestran que la tasa de mortandad de 31% en el grupo tratado con el plasma apenas varió respecto de la tasa de 37,8 del grupo de control de 418 personas infectadas con ébola que fueron atendidas en el centro los cinco meses previos al inicio de la prueba.
Luego de ajustar los datos brutos para tomar en cuenta la edad y las cargas virales de los pacientes, los investigadores estimaron que la diferencia entre los dos grupos fue de apenas 2,6 %, y no estadísticamente significativa.
Sin embargo, el ensayo demostró que la terapia es segura, que los donadores se mostraron dispuestos a donar plasma y que era posible organizar la infraestructura médica necesaria para recolectar el plasma, incluso durante una epidemia, dice Stephen Hoffman, experto en enfermedades infecciosas y director ejecutivo de Sanaria, una compañía de Rockville, Maryland, que produce vacunas para la malaria. “Es una excelente demostración de lo que pueden hacer los investigadores clínicos bajo las circunstancias más difíciles”, señala.
Sería prematuro descartar el plasma convaleciente como terapia para el ébola, afirma Hoffman. Los infantes y las mujeres embarazadas que recibieron plasma en la prueba registraron tasas de supervivencia asombrosamente elevadas, apunta. Particularmente, solo uno de los cinco infantes del grupo tratado murió, en comparación con 15 de 23 en el grupo de control, pero el ensayo incluyó a muy pocos infantes para considerarlo un resultado estadísticamente significativo.
Y tanto él como Lipkin sugieren que el plasma donado quizá no haya contenido suficientes niveles de anticuerpos para proteger a los pacientes. No fue posible verificarlo en su momento porque África Occidental carece de laboratorios con el necesario alto grado de bioseguridad (BSL4) que se requiere para realizar dichas pruebas, y enviar muestras del plasma al exterior habría retrasado el ensayo.
Pero los científicos ahora han enviado muestras almacenadas de plasma a un laboratorio BSL4 en Lyon, Francia, donde durante los próximos seis meses medirán retrospectivamente si hubo una correlación entre los niveles de anticuerpos y la sobrevivencia de los pacientes.
“Aún hay esperanzas de recibir indicios de eficiencia”, dice Johan Van Griensven, investigador del Instituto de Medicina Tropical de Amberes, Bélgica, quien encabezó el consorcio que realizó el ensayo. “El escenario probable sigue siendo que el plasma convaleciente funciona, pero que es necesario suministrar altos niveles de anticuerpos”, explica.
Próximos pasos
Si este es el caso, quizás sea más efectivo reclutar donadores con niveles más altos de anticuerpos en su plasma sanguíneo, administrar el plasma de forma más concentrada o suministrar a los pacientes más plasma en volúmenes más altos. (En el ensayo de Guinea, los pacientes recibieron aproximadamente medio litro de plasma en dos dosis).
La epidemia del ébola casi ha terminado. Si no se registran más casos, la Organización Mundial de la Salud declarará a África Occidental libre de ébola, por lo que los científicos tendrán que esperar a otro brote para probar estas ideas. Los investigadores también esperaban probar el plasma de los sobrevivientes del ébola en ensayos realizados en Liberia y Sierra Leona, pero solo pudieron reclutar nueve pacientes, por lo que los ensayos nunca despegaron.
Un “próximo paso obvio”, dice Heymann, sería extraer y concentrar anticuerpos de las muchas muestras de plasma ya recolectadas entre los sobrevivientes, para estar listos para probarlos de inmediato en brotes futuros.