En el breve lapso en que oigo que toma el teléfono y respira antes de decir “hola” pasan, en pocos segundos, muchos recuerdos por mi cabeza.
Tengo justo enfrente una ventana con el sol de invierno y eso contribuye a la evocación: otra tarde, junto a otra ventana que hace rebotar un destello sobre el pequeño aparato de radiocaset que está en la cocina de mi casa. Mi padre ha vuelto de viaje con una nueva música de alguien cuyo nombre le recuerda, a ese niño de 10 años que soy yo, a un cowboy. La tapa del casete muestra la mano de una mujer y esta sostiene un retrato del tipo que canta y que se llama "Dyango". Suena también una canción en ese grabador, en mi memoria, y reconozco una melodía en la que la voz está a punto de cantar "¿Adónde vas amor? / Sonrisa y lágrimas...".
Pero el recuerdo se interrumpe de pronto con esa misma voz que dice: “¿Hola?”
"Sí... ¿Dyango?", pregunto. Titubeo un poco porque, pienso, quizá debí llamarle por el nombre del DNI. Cuando me contesta me doy cuenta de que, en efecto, debí llamarle así: no es Dyango el que responde, sino José Gómez Romero, ese hombre de 78 años, hambriento como cualquiera que ha debido esperar hasta las cuatro de la tarde un exquisito asado que le están ofreciendo en Buenos Aires: "Vamos a hacer esto rápido porque acaban de servirme asado y no quiero que se enfríe", pide.
Dyango está una vez más en la Argentina para pasear su medio siglo de eternas canciones que lo mantienen como uno de los referentes ineludibles de la llamada "canción romántica" en español.
A Mendoza llega hoy, para reencontrarse con un público que, por estos lares, suele recibirlo con devoción.
Sin embargo, el asado humeante sigue siendo una preocupación para mí. “Mire que no hay nada más importante que no dejar que un asado se enfríe”, le confieso, pensando en ofrecerle llamarlo más tarde. Parece que la observación le hace gracia, así que concede: “No, tranquilo, hablemos”.
–Iniciar una gira que celebre los 50 años de carrera (que en realidad son 53) tiene que tener una dificultad inicial, que es elegir el repertorio. ¿Cómo eligió las canciones para estos conciertos que dará por la Argentina?
–No hay secretos, es casi obvia esta pregunta. La gente que me va a escuchar a cualquiera de los sitios que visito siempre quiere las canciones tradicionales, las que ha escuchado toda la vida y que conoce de memoria. Lo que sucede es que ya a esta altura hay tantas que no puedo cantarlas a todas. Tú sabes, la gente busca eso. Pero a nosotros los músicos nos gusta presentar canciones nuevas, o tal vez esas que de tanto en tanto nos gustaría mostrar. Pero hay un puñado que nunca puede faltar. De esas, más alguna nueva, otra del medio y otra muy vieja, sale el repertorio.
–Es como si al repertorio se lo armara el público...
–Algo así. Y a veces las canciones que quieres cantar no han sido tan populares y otras que sí lo han sido las has cantado ya muchas veces. Cuando uno tiene mucha música encima pasa eso.
–¿Y qué es lo que siempre le piden?
–No puedo salir del escenario sin cantar 12 canciones por lo mínimo, de las que fueron tremendamente exitosas en los años 80 y 90. Esas las tengo que cantar forzosamente. Y la verdad es que, no sé si es curioso, pero al final canto lo que pide la gente. Todo y en cualquier momento del show. A veces pasa, incluso, que si no me acuerdo de la letra, que es lo más probable, las tarareo y el público la canta.
–Ya debe de ser difícil hasta acordarse de todo lo que grabó alguna vez...
–Tengo 54 discos, acabo de cantar el disco 55 con (el guitarrista argentino) Juanjo Domínguez. Hay veces que la gente, de alguno de todos esos discos, pues quieren que yo cante una canción. Y a lo mejor es una canción que yo no he vuelto a cantar jamás en la vida. La grabé en la grabación y no la volví a cantar más.
–¿Cómo es eso?
–Pues, porque uno saca discos que contienen varias canciones, pero de todas esas, en los conciertos, puede presentar cuatro o cinco. El resto tienen que ser las canciones de siempre, las que no pueden faltar. Así pasa que si no se cantan nunca más, resulta que sólo las canté para el disco. Total, que a veces te comprometen. En Ecuador me pasó una vez algo curioso. Una señora me pidió una canción. Y le dije que esa canción no la cantaba, porque no la conocía, no era mía. Y la mujer se fue a su casa, trajo el disco y me lo enseñó. ¡Le tuve que dar la razón! No recordaba que había grabado esa canción (risas).
–Parece que es como dice el personaje de Neruda en "El cartero": los poemas no son de quien los escribe, sino de quien los necesita...
–Es muy cierto eso. Los poemas y las canciones son de quienes los quieran y de quienes quieran vivir con ellos.
–Dado que su relación con el tango es conocida y hasta ha grabado discos con ese repertorio, ¿no prepara algo especial para las giras por nuestro país?
–No. Mira: a los tangos los canto siempre. Yo amo el tango y es parte de mi vida. Así que si estoy en Madrid o en mi tierra, Barcelona, o en Nueva York, sea donde esté siempre los canto. Que esté en la Argentina da lo mismo porque siempre habrá tantos en mis conciertos.
–Parece que la pasión, no ya por el tango, sino por la música en general supo transmitirla a sus descendientes. Su hijo Marcos Llunas ya es un cantante destacado que lo acompaña en los shows. Y ni hablar de su nieto Izan, que es la revelación luego de participar en la serie sobre Luis Miguel. ¿El también lo acompaña?
–¡No! El nieto no va en las giras porque tiene que ir al colegio. Y no quiero que viva la misma historia que Luis Miguel (risas). El va a un colegio inglés y a ese idioma lo habla perfectamente inglés. Y es verdad lo que dices: la serie que rodó en México fue un exitazo. Y es más: el éxito de esta serie es gracias a mi nieto. es muy parecido a como era Luis Miguel de niño, y además es capaz de cantar de maravillas. Porque es él quien pone la voz, ¿sabes? Sé que no está bien que yo diga esto, porque soy el abuelo, pero...
–Está por empezar el Mundial de Fútbol y la selección de España ha dado que hablar en estos días. ¿Va a estar pendiente de el equipo?
–Yo soy de Barcelona y... ¡viva Messi!
–Veo que está entre los que creen que Cataluña debe independizarse...
–Estamos en ese problema en Cataluña. Pasarán años y y la gente catalana insistirá: hay otro idioma y otro concepto. Pero mejor que eso quede dentro de uno. Cuando se saca empieza el follón.
–Pero usted es español...
–Yo me siento catalán.
La ficha
Dyango: 50 años de amor por vos
Día y hora y lugar: hoy a las 22, en el Auditorio Bustelo (Virgen del Carmen de Cuyo 610, Ciudad).
Entradas: $600, $800, $1100, $1.300 y $1.500. En Tarjeta Nevada (Las Heras 419, Ciudad), Maxi Mall (San Martín 1465, Ciudad). 2x1 con Los Andes Pass.