"El cielo está completo, (Emir) ya pasó a un plano superior, ya está... No me lo devuelve nadie, pero se hizo justicia. Acá, en la Tierra, se tenía que pagar y se paga", dijo ayer Farida Anís, la madre del adolescente Emir Cuattoni (15), ni bien terminó de escuchar que el asesino de su hijo - el empresario Dionisio Nazar Elmelaj Elaskar (57)- había recibido una durísima condena: 32 años de prisión.
Abrazada a su marido y a sus hijos, la mujer fue vencida por el dolor y ya no pudo hablar más. Entonces fue su esposo, Marcelo Cuattoni, quien tomó la palabra. "Pude darle la enseñanza a mis hijos. Se los dije desde el primer día: el papá va a ir al frente y vamos a conseguir justicia. Lo voy a encontrar (al culpable). Les cumplí a mis hijos y le cumplí a él", dijo conmovido.
El de ayer fue el cierre de la larga etapa judicial que atravesó la familia Cuattoni, desde el 17 de abril de 2016, cuando el chico iba con dos amigos por la Avenida del Trabajo y Perito Moreno de Godoy Cruz y de una camioneta Toyota Hilux se bajó "un viejo" (Elmelaj) con una 9 milímetros en la mano. Según declararon los testigos, le dijo: "Soltá la bicicleta hijo de p..." y, sin más, disparó dos veces.
Los dos amigos de Emir alcanzaron a huir; él quedó aturdido en el lugar y allí, por la espalda, Elmelaj le disparó, destrozándole literalmente la quinta vertebral. "Rastrero", dicen que le dijo el empresario antes de subirse a su 4x4, en la que estaban sus hijos, y volver a su casa en Chacras de Coria.
Ese fue el raid asesino que realizó Elmelaj, luego de que a sus hijos le robaran dos bicicletas rodado 20, mientras que la que tenía uno de los amigos de Emir era una bicicleta violeta de BMX.
Ayer, los jueces Marcelo Gutiérrez del Barrio, Ariel Spektor y Horacio Cadile condenaron al empresario a 32 años de cárcel, una pena muy elevada para un homicidio agravado por el uso de arma. Se sumaron tres causas por tenencia de armas, una de ellas de guerra.
Un largo proceso
Emir peleó por su vida durante 42 días en un hospital, hasta que falleció como consecuencia de algo inevitable: un shock séptico producido por el daño que le había provocado el proyectil.
Meses más tarde comenzó una entreverada investigación -una causa "armada" al mejor estilo de la "vieja escuela": con la participación de un policía retirado (Roberto "Pastilla" Roldán) y testigos "plantados"- que llevó a que la fiscal Claudia Ríos detuviera un año después a un "perejil", Gustavo Seré, quien pasó 451 días en prisión preguntándose por qué.
El mismo día de la liberación de Seré, Elmelaj fue detenido en su casa de Chacras.
Estaba tan seguro de que nada podía pasarle que tenía en su poder la pistola calibre 9 milímetros usada contra Emir y las llamativas llantas de su 4x4 descriptas por los testigos.
Un arma y un testimonio
Esas dos pruebas resultaron fundamentales para condenarlo, además de que esta semana, durante el juicio, la ex mujer de Elmelaj le dio un golpe final: "Yo llegué a las 19, él estaba en la cocina. Me dijo que le había pegado un tiro a un negro de mierda que le había robado la bicicleta", dijo la mujer, a quien sus hijos no quieren ver más porque consideran que su padre fue "un héroe".
Todos estos elementos fueron utilizados por el jefe de los fiscales de Homicidios, Fernando Guzzo, a la hora de acusar y pedir una condena de 32 años de cárcel por el crimen y por la tenencia de armas.
Los mismos argumentos sostuvo el abogado querellante Gabriel Silva, quien solicitó 33 años y 4 meses de pena.
En tanto que el abogado defensor, Juan Rosello, tras insistir con que ningún testigo logró reconocer a Elmelaj en el lugar de hecho, solicitó la absolución de su cliente lisa y llana, o bien por la duda.