Con los números del pronóstico de cosecha en la mano, más una proyección del escenario económico argentino hacia 2013 y una lectura del panorama comercial, dentro y fuera del país, los referentes del sector durazno de industria comienzan a acomodarse en sus butacas para afrontar una nueva temporada.
Raúl Giordano, presidente de la Cámara de la Fruta Industrializada de Mendoza (Cafim) dice que “terminamos el año tratando de tener, en fábrica, los menores stocks posibles, por lo que 2012 cierra con cierto equilibrio pero con perspectivas no muy claras”.
El industrial señala que “viene una cosecha que podríamos considerar normal”. Cree que el pronóstico del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) no está desacertado pero asegura que los elaboradores van a actuar con mucha cautela.
Desde el sector de la producción primaria, hay voces en disidencia respecto de la producción que cabe esperar para esta temporada. Cristian Del Pozzi, que es vicepresidente de la Sociedad Rural de San Rafael, asegura que existe un descontento por el pronóstico que dio el IDR para el Sur de la provincia.
“No hay posibilidad alguna de que existan esos 61 millones de kilos. Esperamos un reajuste para el oasis Sur”. Dice que “no superarían los 35 millones de kilos y sabemos que, de eso, la mitad va a la lata y mitad va a pulpa; por lo tanto, en el Sur, se podrán trabajar unos 13 millones de kilos de fruta de primera, siempre que no haya accidentes climáticos hasta la cosecha”.
Del Pozzi, que también es vicepresidente de la Asociación de Productores de Duraznos de Mendoza (a quienes representa ante la Federación el Plan Estratégico sectorial, Fe.P.E.D.I.), sugiere que inclusive la producción valletana para mitades, podría terminar siendo menos que la prevista.
“En el caso del Valle de Uco, que es el oasis que más kilos produce, hubo varias tormentas fuertes entre noviembre y diciembre, que han afectado las zonas que son el corazón de la producción de durazno”.
Añade que “cuando el durazno se vuelca a la línea (industrial) y se le saca la piel, ahí es donde realmente se ve el daño físico en el fruto”.
En cualquier caso, Raúl Giordano recuerda que para hacer 100 o 110 millones de latas con duraznos en mitades (que fue lo que hizo la industria este último año), necesitamos entre 80.000 y 85.000 toneladas de fruta fresca. Asegura que
“sin lugar a dudas hay ese volumen de durazno de primera sumando los distintos oasis de la provincia. Los otros 70 ó 75 millones de kilos los pueden absorber perfectamente la pulpa y los otros productos como cubos o cócteles, que también van enlatados”.
Nadie piensa en crecer
Según Giordano “ante esta perspectiva de una cosecha normal y de mercados externos bastante restringidos -ya sea por los problemas con Brasil o por falta de competitividad frente a nuestros competidores en otros mercados- las fábricas van a medir muy bien sus elaboraciones”.
Es terminante al afirmar que “ninguno piensa en crecer. La mayoría están pensando en mantener los mismos volúmenes de la temporada anterior y en algunos casos van a reducir sus programas”. En este contexto, el empresario prefiere no hablar del precio que podría llegar a ofrecer la industria al productor.
Del Pozzi, en cambio, deja un par de números sobre la mesa. “Hicimos una presentación de costos -dice- que nos da $ 1,62 por kilo, para una producción de 30.000 kilos por hectárea. Vemos que en la góndola… las latas de durazno al natural no están de oferta; al contrario, el precio de la lata, al consumidor, viene incrementándose”.
El dirigente de los productores explica “dentro de una lata van 800 gramos de durazno; eso representa $ 1,20 de materia prima (si consideramos el costo de producción de este año); y una lata cuesta de 10 a 17 pesos al consumidor. ¿Cómo explico yo a un productor que su fruta le cuesta, al consumidor, el 1.000% de lo que a él le cuesta producirla?”.
Cómo financiarse
Del Pozzi admite que hoy tampoco la industria está ganando mucho”y reprocha a “los cuatro grandes” industriales que no se hayan puesto de acuerdo para no malvender. El dirigente sostiene que “si se lograra frenar esta mal preventa que la industria hace en diciembre (para oxigenarse financieramente y empezar la nueva temporada) y se consolidara un precio, sería la salvación de este sector por un tiempo”.
Cree que “hoy tendrían que ponerse de acuerdo para que no baje de seis pesos más IVA la lata, que es el número que sería justo para que ellos ganen y para que nosotros pudiéramos recibir no menos de 2 pesos el kilo. Porque somos los mayores consumidores del mundo, pero no somos capaces de manejar el negocio”.
El referente sureño adelanta que “nosotros seguimos apostando al fideicomiso, con el Gobierno financiando y los industriales y los productores consensuando; no hay forma de subsistir en los días que van a venir, yendo a tomar plata a las tasas normales de cualquier otro negocio”.
Recuerda que en el fideicomiso “han venido participando, junto con los alrededor de 100 productores, las industrias ABA y Frutícola San Rafael; este año podrían sumarse al menos otras dos”. Revela que “este año queremos trabajar con dos fideicomisos: uno para mitades y otro para pulpa”.
El industrial Raúl Giordano, por su parte, reconoce que “los fideicomisos nos ayudan a financiarnos un poco pero eso no nos alcanza”. Aclara que “no despreciamos esta preocupación pero la crisis es muy profunda. Estamos desfinanciados porque, al no tener mercado externo, no podemos hacer preventas y por ende no podemos tener cartas de crédito con las cuales podríamos financiarnos”.
Escenarios comerciales
El presidente de la Cafim reconoce que el consumo argentino ha aumentado mucho. “Con algo más de 2 latas per cápita, tenemos uno de los consumos más altos del mundo”. De todos modos, entiende que no hay que perder de vista el mercado externo. Recuerda que “los productores hicieron toda una transformación de sus quintas, orientada a través del Plan Estratégico sectorial que coordina la Fe.P.E.D.I., con el objetivo de dar al negocio un fuerte componente exportador. Nunca se pensó en abastecer nada más que al mercado interno”.
Hoy, Argentina exporta alrededor del 25% de su producción de durazno en mitades. Según los números del titular de la Cámara industrial, sobre las alrededor de 100 millones de latas producidas anualmente, 25 millones salen del país. Poco más del 40% de ellas va a Brasil (son alrededor de 10,5 millones).
De manera que Brasil no es el único socio comercial en el exterior pero sí es uno muy importante. 2012 ha sido un año complicado para las relaciones comerciales de los industriales del durazno, con ese país.
Giordano explica que “a partir de mayo cambió el escenario de negocios, cuando aparecieron las licencias no automáticas interponiéndose con un convenio privado que había entre industriales de los dos países”.
De esta manera, se empezaron a frenar las importaciones brasileñas de durazno argentino, “justo en el momento del año en que nosotros hubiéramos podido ingresar volúmenes mayores, porque es cuando se terminan los stocks de la fruta elaborada por la industria brasileña”.
Según Raúl Giordano, “terminamos colocando el 50% de lo que pensábamos exportar a ese mercado, porque eran 10,5 millones de latas y terminaron siendo entre 5 y 5,5 millones. Mientras tanto, estuvo entrando producto chileno”.
Falta competitividad
Pero el problema de las licencias no es el único que dificulta las exportaciones a Brasil. “El problema de fondo es que, a raíz del mayor costo de producción que tenemos en Argentina, el sector ha perdido competitividad en todo el mundo, aún en los países más cercanos, frente a los exportadores chilenos y frente a Grecia”, revela el presidente de la Cámara de la Fruta Industrializada.
Da algunos detalles relevantes, en ese sentido. “Nuestro envase de hojalata cuesta entre un 20% y un 25% más que en el resto del mundo; los sueldos, en los últimos 3 años, han aumentado 110% en el campo y 130% en la industria. Hay que tener en cuenta que en la producción agrícola la mano de obra representa más del 60% del costo de producción; y en la industria, entre el 20% y el 25%, dependiendo de la empresa”.
Además, “ha aumentado el costo de la energía y de los fletes”. Explica que “estamos muy lejos de los puertos y de los centros de consumo; tenemos un producto muy pesado y el valor es muy alto en proporción con el valor del producto, por lo cual el flete incide muchísimo”.
Resume que “hoy tenemos a los griegos ofreciendo una caja de 24 latas, puesta en cualquier parte del mundo a 20 ó 22 dólares y nosotros tenemos un costo de 23 a 24 dólares por caja puesta en la playa de la fábrica. A ello hay que sumarle el flete interno hasta poner la carga en el buque. No somos competitivos”.