Dicen los lugareños que el Cristo Redentor feliz no estaba. Al contrario. La tristeza mutó en lluvia, nieve y barro producto de un capricho, dicen, como si se tratará de la reacción de un nene enojado. Lejos quedó el calor y el color del paso de la caravana multicolor por el macizo andino, escenario de la etapa más alta del planeta que en esta oportunidad concluyó en la localidad de Las Cuevas.
Se tuvo que empinar dicen, para ver el remate de la etapa que quedó en manos de Alejandro Durán, el mismo corredor que se adjudicó la crono individual en el departamento de Las Heras, el mismo escenario de la etapa “Reina”.
El ciclista del atrevido equipo Centro Empleados de Comercio realizó una etapa impecable recorriendo los 138 km en un tiempo de 3 horas, 50 minutos y 22 segundos y un promedio de 39,958 kph, pero su esfuerzo no alcanzó para acercar a David Talavera, su compañero, al primer lugar de la general.
Ese privilegio corresponde al “Lobito” Gabriel Brizuela, ciclista de la formación Municipalidad de Guaymallén-Yaco Competición, quien defendió con uñas y dientes la malla líder que atrapó en la segunda etapa cuando el mismísimo Talavera se adjudicó el parcial en la altura del Manzano Histórico.
El tramo de carrera fue complicado desde el inicio en Potrerillos, en donde en los primeros palancazos se observó la batalla a destajo protagonizada por las formaciones del Yaco-Guaymallén, el CEC y San Luis Somos Todos.
La primera fuga de la mañana fue protagonizada por los chilenos Cristopher Mansilla y Martín Westermayer, el ruso Andrey Sartasof, el puntano Gabriel Juárez y el mendocino Rodrigo Durán, pero a los pocos kilómetros la odisea concluyó y surgió otro despegue.
Alfredo Lucero y Fernando Murgo (ambos del San Luis Somos Todos), Pedro González (Centro Empleados de Comercio) y Germán Tivani (Municipalidad de Pocitos) conformaron el segundo intento que también sucumbió ante la arremetida del pelotón.
Pero Emiliano Contreras, Adrián Chávez, Franco Vecchi, Gabriel Juárez y Luis Mansilla lograron saltar a escena en plena Cordillera de Los Andes. Mansilla (Selección de Chile) perdió rueda rápidamente y el cuarteto pasó a dominar durante varios kilómetros la etapa más exigente del giro mendocino.
El sanjuanino Contreras se quedó con la meta sprinter y luego la primera meta de montaña se la adjudicó Juárez. Adrián Chávez y Rubén Rojas triunfaron en la segunda y tercera meta de resistencia respectivamente. Luego, en el ceno del pelotón perseguidor, se produjo el duelo ante Gabriel Brizuela y David Talavera. Fue un mano a mano, cara a cara. Sin contemplaciones.
Talavera quebraba y remendaba Brizuela. Fueron tres intentos consecutivos por parte de Talavera y la paridad primaba sin brindar ningún tipo de concesiones. Las Cuevas estaba a la vista y el rey David saltó a la caza del Lobo.
El campeón mendocino de la resistencia sorprendió al dos veces ganador de la Vuelta de Mendoza y pegó un palo asombroso. Parecía que la historia estaba escrita pero el Viejo Lobo, como tantas otras veces, sacó fuerzas de flaqueza para nivelar las acciones.
El final fue emotivo. Los dos dejaron todo. Brizuela aguantaba y Talavera proponía mientras el terreno de la definición se extinguía. La emoción se hizo dueña del tramo final.
Durán ganó con autoridad demostrando su gran momento que lo tiene muy cerca de integrar un equipo continental de nuestro país. Talavera ingresó antes que Brizuela por la línea de sentencia pero no alcanzó para desbancar al dirigido por Javier Saavedra.
Brizuela prácticamente aseguró la victoria e hilvana este triunfo a los conseguidos en el 2004 (Amaru Sport Club) y 2009 (Municipalidad de Guaymallén) y con ello se convierte, virtualmente, en el primer tricampeón de la Vuelta de Mendoza.
Dicen los lugareños que el Cristo Redentor feliz no estaba, pero también dicen que le vieron esbozar una enorme sonrisa en las encumbradas y nevadas alturas al saber que la Más Argentina de la Vueltas está bajo el ala de un pedalero mendocino.
Luego de un cinco años la ronda provincial volvió a quedar en manos de un ciclista local y ahora espera con ganas, más que nunca ahora, poder estar en el ascenso a la etapa más alta del planeta en la próxima edición, cuando la ronda mendocina cumpla cuatro décadas de historias. De epopeyas como la vivida ayer.