Quizás después de perder por la mínima diferencia en Gualeguaychú, nadie se podía imaginar que lo peor estaba por venir. Y así fue. Anoche Independiente Rivadavia sumó una nueva derrota, la tercera en el torneo, y que lo complica en la tabla de promedios.
Lo de anoche, en el estadio Bautista Gargantini, fue para el olvido en el Azul. Solo bastaron veinte minutos para que Agropecuario desnudara en su plenitud las falencias defensivas de la Lepra, que si bien las había mostrado en las fechas anteriores, anoche no hubo algún acierto en esa línea.
El equipo de Romero fue una película de terror tanto en lo defensivo como en el ataque. Cristian Llama a los 13 minutos comenzaba a confirmar lo que se venía viendo en el desarrollo.
Pero dos minutos más tarde Cristian Barinaga le ganó las espaldas a Rodríguez y Rébola y, tras eludir a Aracena con una gambeta, gritó el segundo tanto de la visita. Sin embargo, ese no fue el final de la película de terror. Aún faltaba un capítulo más. O un grito.
Nuevamente Barinaga encabezó una contra que el mismo terminó definiendo a la derecha de Aracena. Todo esto en 20 minutos, los peores de los últimos años, sin dudas.
De mitad de cancha hacia atrás, el conjunto mendocino era una invitación a atacarlo. Dos centrales lentos y un medio campo que no encontraba como cortar los circuitos futbolísticos del conjunto de Carlos Casares provocaron más de un dolor de cabeza en los simpatizantes azules que anoche acompañaron en buen número.
Después el Azul intentó con Cerutti y con Méndez, aunque siempre terminaron chocando con la defensa agropecuaria.
Inclusive el 3 a 0 fue corto para las situaciones que tuvo la visita.Como era previsible para la segunda parte, “Pepe” Romero intentó despabilar a sus dirigidos con algunas modificaciones desde el comienzo mismo del segundo tiempo, sin resultado alguno.
Ya se había quedado afuera Sergio Rodríguez por un tirón en la pierna derecha por querer marcar a Barinaga en una de las tantas que se escapó, y esta vez el DT decidió mandar a la cancha a Strahman y a Negri. Fue más de lo mismo.
Ni uno ni el otro pudieron torcer el destino de un equipo que ya estaba vencido desde el comienzo mismo del encuentro. La confusión reinó desde el primer gol convertido por Llama y se trasladó al resto del juego.
Como habrá sido el desconcierto de los mendocinos que en el complemento no se puede contar una sola aproximación del conjunto local a la valla de Agropecuario. Tan flojo fue el rendimiento en esta instancia que Salort, salvo un remate de media distancia, no tocó el balón.
Decididamente fue malo lo del equipo del Parque General San Martín. Tan malo que podría haber sufrido dos o tres goles más en contra. Apenas las manos de Cristian Aracena salvaron al equipo local de lo que hubiera sido un papelón histórico.
El hincha se fue preocupado por tan bajos rendimientos individuales. Recién inicia el torneo, está claro, pero la escasez de respuestas atenta contra cualquier esperanza azul.
Es cierto que Eial Strahman le dio algo más de profundidad al juego de los mendocinos, pero ni así pudo observarse una sola acción ofensiva que merezca ser mencionada. A esa altura, la Lepra ya había tirado la toalla y pedía a gritos el final del encuentro.
Sin argumentos, sin voracidad ni jerarquía, Independiente Rivadavia sufrió un golpe inesperado, de esos que provocan cicatrices. Dependerá del propio equipo encontrar la forma de curarlas.