China advirtió ayer a Donald Trump sobre las graves consecuencias que tendría la restauración de relaciones oficiales entre Estados Unidos y Taiwán, un día después de que el nuevo presidente electo estadounidense evocara esa posibilidad, dejando de lado casi 40 años de compromiso de Washington con Pekín.
“Hemos tomado nota de esas informaciones y estamos gravemente preocupados”, advirtió en rueda de prensa el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores Geng Shuang, en alusión a las declaraciones de Donald Trump la víspera a la cadena de televisión Fox.
Por su parte, la Casa Blanca adoptó una posición abiertamente crítica del presidente electo Donald Trump.
De acuerdo con el vocero presidencial Josh Earnest, Taiwán no puede ser vista como una “palanca” para hacer presión sobre Pekín. Trump sugirió que Washington debería abandonar la política de “una sola China” a menos que Pekín acepte renegociar los términos de la relación bilateral.
Desde principios de mes Trump ha multiplicado las declaraciones que comprometen las relaciones de Washington con Pekín.
El gigante asiático pareció acoger con benevolencia su elección el pasado 8 de noviembre y, de hecho, en un primer momento centró sus dardos en Taiwán excusando al millonario por su “inexperiencia” diplomática... Hasta ayer.
“La cuestión de Taiwán afecta a la soberanía y la integridad territorial de China. Está ligada a los intereses fundamentales de China. El respeto del principio de una sola China es el zócalo del desarrollo de las relaciones sinoestadounidenses”, recordó Geng.
Pekín impone el reconocimiento de este principio a todo país con el que mantiene relaciones diplomáticas. Esa fórmula impide cualquier independencia formal de la isla de Taiwán, separada políticamente del continente desde 1949 y que Pekín desea unificar con el resto de China. El nombre oficial de Taiwán sigue siendo “República de China”.
“No entiendo por qué debemos estar ligados a la política de una sola China, salvo que lleguemos a un acuerdo para obtener otras cosas, incluso en el comercio”, había Trump el domingo.
El presidente electo ya había omitido el principio de “una sola China” a inicios de diciembre al responder a una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, para disgusto del gobierno chino.
Con estas declaraciones, Trump rompe con la línea de conducta seguida por los presidentes estadounidenses desde el establecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín en 1979, consistente en no mantener relaciones oficiales con la isla, lo cual nunca ha impedido a Washington venderle armas.
Si Estados Unidos rompe ese compromiso, “no habrá más crecimiento sano y regular de las relaciones sinoestadounidenses ni de la cooperación bilateral en ámbitos importantes”, advirtió el portavoz del ministerio chino de Exteriores.
Como haciéndose eco, la prensa china amenazaba al futuro anfitrión de la Casa Blanca. Si el próximo presidente apoya abiertamente la independencia de Taiwán y aumenta la venta de armas a la isla, Pekín podría empezar a “vender secretamente armas” a “fuerzas hostiles a Estados Unidos”, advertía el diario nacionalista Global Times.
Críticas al proyecto de los caza F-35 por sus "astronómicos costos"
Donald Trump concentró ayer su artillería verbal en el proyecto del avión de combate F-35, por sus astronómicos costos “fuera de control”, argumento que provocó una inmediata caída de las acciones de Lockheed Martin en la bolsa de valores.
“Los costos del programa F-35 están fuera de control. Miles de millones de dólares pueden y serán ahorrados de compras militares después del 20 de enero”, expresó Trump en la red Twitter, en referencia a la fecha de su investidura presidencial.
En la apertura de las operaciones en la bolsa de valores de Nueva York, los papeles de Lockheed Martin operaban este lunes a la baja de 3,19% en un mercado sin una tendencia definida.
El caza F-35 es un avión de quinta generación desarrollado en tres modelos diferentes por la gigante estadounidense de la aeronáutica Lockheed Martin, con participación minoritaria de países miembros de la OTAN.
El programa de desarrollo del F-35 es uno de los más caros de la historia militar moderna.
John Kelli en Seguridad Interior
El general retirado John Kelly, designado ayer a la cabeza del Departamento de Seguridad Interior, se convertirá en el tercer militar en integrar el gabinete de Trump.
Este exmarine de 66 años, es “la persona indicada para llevar a cabo la urgente misión de frenar la inmigración ilegal y mantener la seguridad de nuestras fronteras”, estimó el mandatario electo en un comunicado.
Kelly, que sucederá al demócrata Jeh Johnson, deberá asegurar el control de las fronteras exteriores de Estados Unidos, la inmigración y las naturalizaciones y tendrá bajo su órbita la seguridad interna.
Entre 2012 y 2016 este oficial, que perdió a un hijo militar en Afganistán, dirigió al Comando Sur, la dependencia del ejército estadounidense encargada de América Latina. Como ocupante de ese puesto era responsable de la controvertida cárcel de Guantánamo, en Cuba.