Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
A diferencia de la ciudadanía en general, a la que la agotadora seguidilla de elecciones que hubo este año en el país la muestra con aparente desinterés por lo que ocurrirá en tres semanas, los llamados factores de poder viven las vísperas con una marcada ansiedad.
La jerarquía de la Iglesia Católica fue quizás la excepción, ya que en estos días volvió a ponerse por encima de las pasiones políticas e hizo un fuerte llamado a que los comicios presidenciales sean transparentes y se respete la voluntad popular.
El resto de los sectores que gravitan en el equilibrio de intereses que debe administrar el Gobierno nacional, se debate en disputas internas al calor de las divisiones que fomentó el kirchnerismo para construir poder.
La Justicia, la industria, el comercio, la producción agropecuaria, las organizaciones sindicales, los profesionales y hasta asociaciones de menor envergadura, fueron escenarios propicios para que germinara el conflicto como herramienta política.
Es lógico entonces que cada uno de esos conglomerados se inquiete por cómo seguirá la historia si el gobierno es encabezado desde el 10 de diciembre por uno u otro candidato. Existe casi un consenso involuntario en que Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa no exhiben tantas diferencias. Pero ellos trabajan para exagerarlas.
El binomio
La mayor incógnita que está planteada dentro de los factores de poder se arrastra en realidad desde el lunes 15 de junio de este año, día en que se anunció que la fórmula presidencial del Frente para la Victoria estaría integrada -además de Scioli-, por Carlos Zannini, el actual secretario Legal y Técnico de Cristina F . Si había una figura dentro del oficialismo que representaba la esencia misma del pensamiento kirchnerista desde sus orígenes, ése era y es Zannini.
Nadie como él para mantener encendido el dogma que dominó el escenario nacional de los últimos doce años y dueño además de una notable habilidad para avanzar en la destrucción y también en la construcción política, por las buenas o por las malas.
Es asimismo lógico que aquellos sectores de la producción, el trabajo y los servicios como grandes núcleos de poder, se pregunten por la influencia que tendrá Zannini en las decisiones si Scioli llega a la presidencia.
El ultrakirchnerismo que se siente expresado por él, confía en que será el encargado de no permitir desviaciones en la dirección de las políticas aplicadas hasta ahora, incluyendo allí la fuerte confrontación con las corporaciones y el alineamiento internacional junto al populismo regional, Rusia y China.
Los peronistas tradicionales, que ven en Scioli el comienzo de una etapa de moderación y avance hacia nuevas formas de convivencia, le asignan a Zannini un papel más simbólico, y creen que la presidencia provisional del Senado se encargará de contenerlo cercano a la intrascendencia.
Un dirigente que integra la mesa política de Scioli acaba de admitir en una cena privada con dos empresarios que desde que se conformó la fórmula, su candidato y Zannini casi no han tenido tiempo de hablar en profundidad.
Lo atribuyó al vértigo de la campaña, en la que es fácil que coincidan en las formulaciones generales y propuestas de continuidad de las medidas más exitosas del oficialismo en estos años. Pero está claro que no es esa obviedad lo que quieren saber quienes deben planificar el futuro de sus negocios.
Los otros
En el Frente Cambiemos, por las características personales y políticas de Macri, esos temores no existen pero sí otros no menos importantes. Los sectores productivos saben que si el jefe de Gobierno porteño llega a la presidencia tendrán un aliado en la generación de oportunidades para crecer.
Pero se preguntan si tiene la suficiente cintura política como para negociar con un peronismo que, si pierde, se multiplicará en sectores reclamantes para hacerse fuertes nuevamente.
Advertido de esas dudas, Macri no dudó en proponer a Hugo Moyano un acto y una fotografía juntos para hablar de un futuro con más coincidencias que disensos. En estas tres semanas que quedan hasta la elección, Cambiemos tiene pensado poner énfasis en lo económico, para lo cual otorgará protagonismo a Alfonso Prat Gay y a Javier González Fraga.
En el Frente Renovador, Sergio Massa se enfoca en la etapa más difícil de su campaña. Tuvo la capacidad de retener los votos que consiguió en las primarias y sumó los de José Manuel de la Sota. Para entrar en un eventual balotaje, como es su intención, deberá crecer desde el tercer lugar, sabiendo que gran parte del electorado apuesta a jugar a ganador.