La muerte del jubilado Alberto Rosalino Rosales (79), ocurrida en Costa de Araujo hace una semana, despierta todavía muchas dudas: hay indicios que llevan a pensar que el anciano podría haber sido asesinado, aunque aún los pesquisas no se deciden por ninguna hipótesis.
Rosales fue encontrado muerto por sus vecinos el domingo de la semana pasada, cerca de las 21. A todos les había llamado la atención la ausencia del anciano, que desde hace diez años vivía en una pieza ubicada en un terreno -donde hay más viviendas- de Núñez y Belgrano, en Lavalle.
El hombre vivía solo. “Era muy respetuoso, una buena persona y no tenía problemas con nadie. Todos lo queríamos", dijo una vecina.
Por última vez
A mediados de la semana pasada (entre martes y miércoles), fue visto por última vez en los lugares que frecuentaba: lo vieron en negocios cercanos a su casa y andando en su vieja bicicleta. "La última vez que yo lo vi estaba sentado en la vereda de su casa", agregó una mujer.
Algo que llamó la atención de los vecinos es que los días previos al hallazgo del cuerpo de Rosales, la puerta de su habitación permaneció cerrada con candado (por fuera), signo que les hizo pensar que el jubilado no estaba.
Pero el domingo por la noche, cuando lo encontraron sin vida, la puerta estaba abierta. Un vecino fue a buscarlo y como nadie le abrió, entró y lo encontró muerto. Estaba al lado de su cama, semisentado y sin ropa. Tenía golpes en la cabeza y en otras partes del cuerpo. Además, en la vivienda había rastros de sangre y de que alguien había revuelto armarios.
A simple vista, los peritos consideraron que llevaba muerto dos o tres días, dato extraño si se contrapone con lo declarado por los vecinos que dijeron que para esos días la puerta estaba cerrada por fuera.
Robo
Quienes conocían a Rosales dijeron que en las últimas semanas había sido víctima de un robo: le llevaron un televisor y una garrafa, entre otros elementos. También contaron que la víctima sabía quiénes le habían robado. Al parecer, cuando lo hallaron sin vida en la propiedad no faltaba nada, aunque ese dato no se puede determinar fehacientemente ya que Rosales vivía solo y nadie lo visitaba. Solo se juntaba ocasionalmente con algunos vecinos a tomar unas cervezas, dijeron.
Si bien estos indicios hacen suponer que se trató de un crimen, los pesquisas son cautos a la hora de confirmarlo y por el momento se esperan los resultados de la necropsia que indique las causas de la muerte.
Algo que juega en contra de esta hipótesis es que la habitación que ocupaba la víctima está dentro de una edificación donde hay más viviendas y todos los que viven en ese lugar aseguran no haber escuchado nada raro.