Más bombardeos contra más objetivos y una coalición abierta a Rusia: la ofensiva contra el Estado Islámico (EI) se aceleró tras los atentados de París pero no llevará a ninguna parte sin una solución política en Siria, advierten expertos.
En un giro espectacular, Francia, que antes tenía reservas acerca de la intervención rusa en Siria, propuso a Moscú asociarse a una gran coalición contra el EI, apenas cuatro días después de los ataques que mataron a 132 personas en París.
El Kremlin anunció de inmediato una “coordinación más estrecha” de los militares y los servicios de inteligencia de ambos países. Al referirse a la próxima llegada del portaaviones Charles de Gaulle al Mediterráneo oriental, Vladimir Putin ordenó “establecer un contacto directo con los franceses y trabajar con ellos en calidad de aliados”.
Rusia, que hasta ahora ha atacado sobre todo a la oposición moderada al régimen de Bashar Al Assad, desplegó importantes medios contra el EI, atacando su bastión de Raqa con bombarderos estratégicos y misiles.
“En cierta medida, Putin logró reintegrarse a la comunidad internacional, tras haber sido excluido” a causa de la anexión de Crimea, destaca Michel Goya, historiador militar y profesor del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de París.
Rusia probablemente también revisó su estrategia en Siria tras el atentado con bomba reivindicado por el EI contra un avión de pasajeros ruso que mató a sus 224 ocupantes el 31 de octubre tras despegar de Egipto.