Tras una serie de conflictos generados por el actual territorio uruguayo, Brasil nos declaró la guerra el 25 de octubre de 1825 e impuso un bloqueo en el estuario del Río de la Plata. El naturalista francés Alcide d'Orbigny, testigo presencial, escribió: "Bloqueada hacía unos meses por los brasileños, Buenos Aires había sufrido la interrupción de su comercio exterior, pero la gran cantidad de mercaderías almacenadas en los negocios circulaba mucho mejor porque la suspensión de las importaciones superabundantes permitía una salida más rápida de las reservas acumuladas con anterioridad al bloqueo; todos los comerciantes estaban, pues, contentos".
La situación era realmente grave y se volcó a otros sectores. Los hacendados, por ejemplo, no podían exportar sus productos -principalmente carnes y cueros-, afectando a los peones de estancias y a muchos saladeros que se encontraron de pronto sin empleo. Además, casi no existía industria nacional y la disminución importaciones, sin reemplazo local, provocó la depreciación del peso.
Era este el panorama cuando, a finales de 1826, ambos ejércitos comenzaron a enfrentarse. Los meses pasaban en los cuarteles y la guerra no tardó en vestir lúgubremente lo cotidiano. Cada familia -sobre todo las porteñas- sentía el látigo de la muerte con frecuencia.
Una de las historias más tristes comenzó en abril de 1827 cuando, durante el combate naval de Monte Santiago, el oficial escocés Francis Drummond -futuro yerno del almirante Guillermo Brown- recibió el impacto de un cañonazo que destrozó su pelvis y pierna derecha. "La fractura de la pelvis explica el especialista Eduardo C. Gerding- le ocasionó indudablemente severas lesiones internas y un profuso sangrado. Drummond debe haber yacido sobre la cubierta adoptando una posición corporal específica de forma tal de no exacerbar su insoportable dolor. La hemorragia o el hematoma retroperitoneal es la complicación más frecuente y la principal causa de muerte en pacientes con traumatismo pélvico". Luego de agonizar por algunas horas murió en brazos de Brown.
Francis, o Pancho como lo llamaban, era parte de la escuadra nacional y estaba comprometido con Elisa Brown, hija mayor del héroe. Al llegar a América sirvió primero a las tropas brasileras, pero solicitó su baja para incorporarse a nuestras fuerzas navales.
Con solo tres décadas a cuestas su vida se truncó cruelmente y fue sepultado en el único cementerio protestante que existía en Buenos Aires. Tres años más tarde nuestro gobierno pagó a su madre los salarios adeudados al malogrado militar.
Elisa, que había nacido en Inglaterra en octubre de 1810, contaba con 17 años y la pérdida le resultó devastadora. Pocos meses más tarde murió ahogada en un río cercano. Algunos señalan que llevaba su vestido de novia.
"Eran las 05.30 p.m. cuando, según una carta escrita por Juan Ramón Balcarce, la joven Eliza de ojos azules y 17 años, se ahogó en el Canal de las Balizas frente a su hermano menor Edward. Esto ocurrió cerca de la quinta de Mateo Reid, amigo del Almirante Brown. Nunca se confirmó que Eliza haya vestido su traje de novia en ese dramático momento. Su padre que estaba a bordo fue notificado del hecho mediante una nota", señala Gerding.
La joven era una de los nueve hijos que el almirante tuvo con su esposa Elizabeth Chitty, para entonces la pareja ya había visto morir a dos. Brown falleció el 3 de marzo de 1857. El gobierno argentino decretó honras y se expresó sobre él oficialmente a través de una resolución: "simboliza las glorias navales de la República Argentina y cuya vida ha estado consagrada constantemente al servicio público en las guerras nacionales que ha sostenido nuestra Patria desde la época de la Independencia".
Con respecto al valiente Mayor Drummond, uno de los pocos homenajes que obtuvo se encuentra en Mendoza. Un distrito de Luján de Cuyo lleva su nombre, inmortalizado. Casi poéticamente, la calle que separa esta localidad de la vecina Chacras de Coria se denomina almirante Guillermo Brown.