Dr. Juan Bautista Justo, el cirujano olvidado

Dr. Juan Bautista Justo, el cirujano olvidado

Fue un humanista olvidado por sus pares y es más conocido por su ideología partidista que por su hacer como doctor en cirugía.

Su humanismo está plasmado en su acción profesional. En la medicina investigó cómo evitar las contaminaciones quirúrgicas que conducían a un gran porcentaje de pacientes a sufrir grandes dolores y morir por infecciones.

Cirujano y pionero

Nació en el barrio de San Telmo, Buenos Aires, el 28 de junio de 1865. Sus padres, Juan Felipe Justo y Doña Aurora Castro, pertenecían a una familia acomodada. Cuando el niño tenía un año, sus padres se trasladaron a la ciudad de Tapalqué, provincia de Buenos Aires, ya que su padre fue designado administrador de la estancia El Mirador.

Terminada la primaria, su madre se opuso a que abandonara sus estudios ante el pedido de su padre, que lo quería junto a él en las labores agrícolas.

En 1876, ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires. Allí estudió el secundario y el idioma inglés.

En 1882, a los 17 años, se sintió atraído por la carrera de medicina, por ello ingresó a la Facultad de Medicina. Para costear sus estudios ingresó a la redacción del diario La Prensa. Fue aquí donde tomó contacto con la política. Al cursar 4º año, dejó de trabajar en el diario para dedicarse a su carrera médica.

Ya recibido, ingresó como practicante en el Servicio de Cirugía en el hospital de Clínica, cuyo jefe de Servicio era Dr. Ignacio Pirovano, un cirujano excelso, quien en su momento monopolizó el ejercicio quirúrgico. Fue un maestro especial. Siempre transmitió sus conocimientos y enseñó los secretos de la práctica quirúrgica. El Dr. Justo asimiló las enseñanzas de su maestro y así adquirió una excelente formación.

En su graduación presentó una tesis -inspirada y apadrinada por su maestro Dr. Pirovano- referida a “Aneurismas arteriales quirúrgicos”, el estudio más completo hasta entonces conocido, por el cual recibió la Medalla de Oro, otorgada por la Facultad de Medicina.

En 1888, a los 23 años, partió becado a estudiar a Europa para perfeccionar su formación profesional. Realizó sus estudios en centros científicos y hospitalarios de Austria, Suiza, Francia y Alemania. Fue en esta etapa cuando se familiarizó con las prácticas de la asepsia, de vital importancia en la cirugía.

Regresó a nuestro país en 1890 y trajo consigo un cúmulo de conocimientos que, como su maestro Pirovano, transmitió a sus colegas.

La difusión sobre la importancia de la asepsia la inició por medio de una conferencia en el Círculo Médico Argentino, donde anunció su aplicación en las intervenciones quirúrgicas. Comenzó su conferencia explicando la importancia del lavado de manos con jabón, agua y cepillo que debía durar 10 minutos, enjuague con ácido oxálico y terminar con la inmersión de las manos en alcohol al 85%, durante 5 minutos. Por medio de este proceso se elimina la suciedad y elementos patógenos que pueblan la piel. Luego completa el proceso de asepsia por medio de los siguientes jalones:

Esterilizar guantes de látex, los que previamente habían sido esterilizados con formol, durante 24 horas.

La ropa de campo quirúrgico, vestimenta del equipo de cirugía, se esterilizaba por medio de calor húmedo, en autoclave de Chamberlain.

Además de la ropa quirúrgica se esterilizaban las compresas, gasas y sus variables, que se utilizaban en la operación.

El instrumental quirúrgico, que es de metal, se esterilizaba por medio de calor seco; para ello se utilizaban hornos eléctricos.

En un principio este proceso de esterilización tuvo sus detractores que llevaron a judicializar el procedimiento. A pesar de ello, dado su carácter y estar convencido de lo positivo de este método, continuó con énfasis su expansión ya que se comprobaba que existían menos infecciones y muertes. De a poco este método se fue utilizando en la medicina argentina. Con el uso de esta metodología, la antisepsia y la introducción de la anestesia general con éter, la práctica quirúrgica se humanizó.

Con la introducción del método antisepsia, se eliminaron los gérmenes de la piel donde se practicaba la incisión para efectuar el acto quirúrgico (método aportado por el Dr. Lister).

Luego de aplicar estos métodos se analizaban los resultados. A través de los aportes del Dr. Justo con la asepsia; del Dr. Lister con la antisepsia y el uso de la anestesia general, se abre el camino de la cirugía humanística (sin dolor y sin infección). El Dr. Justo aplica esta metodología en una operación de hernia, con éxito, y con ésta se abre el camino a cirugías de otras regiones anatómicas.

Por sus condiciones profesionales, se desempeñó como docente en la cátedra de Clínica Quirúrgica, en la Facultad de Medicina, un reconocimiento a su capacidad y competencia adquiridas y demostradas en su hacer quirúrgico, ya que sus aportes enriquecieron y prestigiaron el campo de la medicina quirúrgica.

Estos métodos aplicados hace más de un siglo siguen utilizándose a pesar de los adelantos científicos- tecnológicos que hoy existen en la cirugía.

El Dr. Justo introdujo un valioso e importante avance en la cirugía, consolidándose como un médico de prestigio, un maestro ante sus colegas, y un innovador en la cirugía, unido a una habilidad y destreza quirúrgica.

Durante su esplendor como cirujano es cuando se dedicó a su otra pasión “la política”.

Murió en Buenos Aires a los 63 años, en 1928.

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