Dos millones de chicos desayunan mal

Y otros 500 mil niños y adolescentes argentinos directamente no comen nada al levantarse, según un informe de la UCA. Esto les trae consecuencias en el aprendizaje y en su rendimiento físico. Especialistas recomiendan que no falten la leche, los cereales

Dos millones de chicos desayunan mal

Se trata del momento más importante del día, puesto que es la oportunidad que tiene el organismo para recuperar toda la energía que utilizó durante las horas de sueño.  De hecho, el desayuno es considerado como una comida esencial para el desarrollo, sobre todo durante los primeros años de vida.

Sin embargo, por falta de costumbre, escasez de recursos o simplemente por desorganización familiar, al menos 2 millones de niños y adolescentes en nuestro país tienen en su mesa al levantarse una escasa cantidad de alimentos en términos de calidad, mientras que otros 500 mil directamente no desayunan.

El dato fue dado a conocer por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (de la Universidad Católica Argentina), que en esta oportunidad puso el foco en el derecho  de los menores de entre 2 y 17 años a una alimentación adecuada.

Entre las conclusiones de este trabajo se desprendió que “la omisión o baja calidad del desayuno es el hábito alimentario incorrecto más frecuente en los escolares”. Esto impacta de manera directa -continúa el documento- en la calidad de la alimentación, el desempeño escolar y el rendimiento físico.

En términos porcentuales, el informe indica que 17,6% de los chicos entre 2 y 17 años desayuna en forma inadecuada o insuficiente (4,3% y 13,3%, respectivamente). Entiéndase el primer concepto como el acto de consumir sólo un alimento de un solo grupo y al segundo el que no incluye ninguno de los nutrientes básicos necesarios.

Vale mencionar que un aperitivo completo y adecuado al levantarse es aquel que cubre entre el 15 y el 20% del requerimiento energético diario. Ocurre que luego del ayuno de 8 horas o más que implican las horas de sueño, el cuerpo necesita de lácteos, vitaminas A y D, cereales y frutas. Todo, en suma, contribuirá a aportar al organismo -además de una sensación de saciedad- de la energía, los hidratos de carbono, las fibras, los minerales y las vitaminas necesarias.

Por eso, los especialistas advierten que esta instancia es la principal de todas las comidas, sobre todo en niños y adolescentes. “Durante la infancia es más importante que a cualquier otra edad, porque durante esta etapa del crecimiento se requiere de un mayor desgaste energético y de hecho los requerimientos de minerales y vitaminas están aumentados al doble en los niños”, explicó Marcela Sgroi, médica de familia.

La especialista recomendó que, por ejemplo, no debe faltar en la mesa una taza de leche y dos o tres rodajas de pan con queso. A esto es importante agregar frutas, cereales y yogurt (en el caso de que se quiera reemplazar la leche).

A pesar de ello, la realidad muestra que en buena parte de las familias argentinas los lácteos brillan por su ausencia: según el estudio, un 23,6% de los chicos no consume ningún lácteo en el desayuno o solo toma leche en una infusión, como mate, té o café.

En el informe que analiza los hábitos de la mesa argentina se  desprende también que a medida que los chicos crecen, se incrementa la falta de lácteos en el desayuno y el consumo de alguna infusión con leche.

Por otra parte, la incidencia de las posibilidades económicas de los padres aparece directamente relacionada a este déficit de alimentos: se estima que la propensión a no desayunar es dos veces superior en los chicos del estrato social más pobre frente a sus pares del estrato medio profesional. En este sentido, se estima que entre los sectores más vulnerables, al menos 26% de los niños y adolescentes consume de modo habitual una infusión con leche, mientras que el 10% no ingiere ningún lácteo en el desayuno.

Un cambio cultural

Apurar la marcha para salir de casa por las mañanas salteando la primera comida suele ser la manera más habitual con la cual las familias pretenden ganar algunos minutos cuando el tiempo parece agotarse. Unos tragos de té a las apuradas, un sorbo de café y una tortita a media mañana buscan reemplazar las necesidades alimenticias de grandes y chicos.

Desde el punto de vista de Delia Escobar, pediatra  e integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición, “el 99% de los chicos que no desayuna repiten este hábito de sus padres”. Según destacó la profesional, una de las costumbres que se han perdido con el tiempo es la de sentarse a la mesa en familia para desayunar. La consecuencia de ello es la mala alimentación de todos los integrantes, puesto que en las horas en las que se trabaja o se está en la escuela el cuerpo requiere de energía.

“Por lo general lo que se hace es comer una tortita o factura porque el cuerpo pide urgente consumir un hidrato de carbono. Los niños, incluso, suelen comprarse una gaseosa en el kiosco y con eso pasan toda la mañana”, describió la pediatra y recomendó que un cambio de actitud de los grandes repercutirá de manera positiva en toda la familia. “Es importante que se prevea el desayuno, aunque sea necesario levantarse media hora antes”, aconsejó Escobar.

Poner en marcha el "motor"

Entre las argumentaciones citadas en el informe de la UCA para dar cuenta de la necesidad de desayunar de manera completa, los especialistas explicaron que la primera comida del día es la que provee de la glucosa necesaria para el normal funcionamiento del cerebro, cuya demanda de energía es muy elevada. Sucede que en las horas de sueño el gasto energético del organismo disminuye para aumentar nuevamente al inicio de la vigilia, cuando las reservas de glucosa se han agotado.

Además, un desayuno adecuado aporta nutrientes que cumplen un rol importante en el proceso cognitivo. Entre los principales componentes figura el hierro (cuya deficiencia se vincula con algunos tests de memoria y atención visual), el  zinc (que interviene en la regulación y conducción de los neurotransmisores) y las vitaminas B1 y B6 (que actúan en la conducción nerviosa y en la síntesis de neurotransmisores).

A éstos se suman las vitaminas A y C. La primera contribuye a prevenir infecciones y la segunda facilita la absorción de hierro. La ingesta deficiente de cada uno de ellos y/o del conjunto afecta el proceso de aprendizaje del niño o niña, cuyas consecuencias se verán en el futuro cuando deba enfrentarse a los desafíos de la vida solo.

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