Acomodados uno al lado del otro, mirando hacia algún punto perdido del horizonte; como quien reflexiona sobre vaya a saber qué. Con una calma que inquieta, con una pared montañosa cubierta de nieve detrás que hace más perfecta la postal; y como si estuviesen concentrados en una atrapante conversación que transcurre sin palabras.
Así se los puede ver a un cóndor y a un zorro en una de las tantas fotos que tomaron el 22 de mayo dos guardaparques del Parque Provincial Aconcagua -los autores son Joaquín González y Rodrigo Palou- durante el trabajo de relevamiento de fauna en el lugar. Más precisamente, el avistaje y las fotografías se tomaron en la zona que se ubica al oeste de la Quebrada de Matienzo, dentro de la flamante área de 18.500 hectáreas que fue anexada al Parque a fines del año pasado; y como parte de la ley provincial que amplió el área protegida hacia el límite con Chile.
En realidad no es una sola foto la que tienen a estos ejemplares como protagonistas, son cuatro. Y en la secuencia se observa como el zorro ni siquiera pestañea mientras se mantiene apoyado sobre su pecho, y con sus patas flexionadas, bien relajado y como si no le debiera nada a nadie. Mientras que el ave ha ensayado diferentes poses con su corrugada y coronada cabeza: mirando hacia la izquierda, mirando hacia el frente y mirando hacia la derecha; siempre sacando pecho para marcar presencia. Si fuese una película de Disney o un cuento de Horacio Quiroga, hasta podría imaginarse a los dos ejemplares dialogando en sus pensamientos. Quizás hablando del tema del momento: el coronavirus; y de cómo ha disminuido la contaminación ambiental ante el confinamiento de los seres humanos. O de cómo sus pares salvajes en todo el mundo han aprovechado el contexto para asomar picos y hocicos en rincones de donde la supremacía humana los había corrido.
Si hasta en la postal, el cóndor podría adoptar el lugar del joven Principito creado por Antoine de Saint-Exupéry- para que el zorro explique, en este caso, por qué ambos no pueden ser domesticados. Y se desgracie con sus críticas hacia el ser humano.
Podrían ser mil y un cosas. Pero es todo parte del mundo real y natural, y capturado por las cámaras de los dos guardaparques mencionados mientras trabajaban.
Relevamiento de fauna
Al momento de registrarlas, los autores de las impactantes fotografías participaban de tareas de relevamiento de fauna en la flamante área de ampliación del Parque Provincial Aconcagua. Se trata de las 18.500 hectáreas comprendidas entre la Quebrada de Matienzo y el límite con Chile, que fueron integradas a las 67.400 hectáreas que ya conformaban el Parque por medio de la ley 9.205 y aprobada en noviembre del 2019 en la Legislatura.
A raíz de la suma de terreno, la zona -con un altísimo valor ecológico por su flora, fauna, humedales e incluso la presencia de glaciares- pasó a ser Área Natural Protegida y de injerencia del cuerpo de Guardaparques. Toda el área está dividida en tres categorías diferentes. De ellas, dos estarán habilitadas para la práctica de turismo y deporte, mientras que la tercera es intangible (sólo pueden acceder los guardaparques u otros investigadores con finalidad científica).
La Quebrada de Matienzo lleva ese nombre ya que fue en esa zona donde el aviador tucumano Benjamín Matienzo -teniente aviador- se estrelló en su aeroplano Nieuport de 165 HP y falleció el 28 de mayo de 1919. Matienzo había partido del campo de aviación "Los Tamarindos" (en Mendoza) e integraba la cuadrilla de tres aviones que habían sido donados por el gobierno francés; y con los que intentaban cruzar la Cordillera de los Andes.