Donald Trump aún no es el presidente electo

Donald Trump aún no  es el presidente electo

Cómo recibió el mundo el resultado de las elecciones en los Estados Unidos

Muy gráfica y contundente la expresión del ex presidente de Uruguay, José Mujica, quien en primer lugar destacó su sorpresa y luego, con la espontaneidad que lo caracteriza, agregó que sólo iba a decir una palabra, al periodista italiano que lo estaba entrevistando: “Socorro”.

Esa palabra no sólo expresa la inquietud de un ex gobernante, probo y sincero a carta cabal, sino también la de muchos hombres y mujeres de todo el mundo.

¿Se puede aplaudir a un presidente electo que proclama, como remedio para los males económicos de su país, el encierro económico, político y humano? ¿Vender sí, comprar no? Casi no hay país en el mundo que practique semejante proceder. ¿O se olvida que cuando el Japón Imperial había cerrado sus fronteras a toda relación comercial con el resto del mundo, una escuadra al mando del almirante norteamericano Matthew Calbraith Perry abrió a cañonazos el comercio con Tokio e impuso el primer tratado comercial al archipiélago?

O tal vez merece un reconocimiento especial su proyecto de construir un ominoso y largo muro a lo largo de la frontera con México para evitar el ingreso de “chicanos” y de hispano hablantes en general. Pero su actitud patoteril, a semejanza con otros dictadores, se pone de resalto cuando pretende que México, su socio del Nafta, sufrague el costo de dicho muro. O tal vez por su generosa decisión de expulsar a más de tres millones de inmigrantes indocumentados.

No se equivoca, entonces, el escritor y comentarista británico Owen Jones al considerar la victoria del magnate norteamericano “como la mayor tragedia para Occidente desde la Segunda Guerra Mundial”.

Pero no todo son diatribas. También ha recibido felicitaciones de otros dictadores, como las del presidente ruso Vladimir Putin y las del presidente de China, Xi Jinping.

Los países árabes, en general, han recibido la mendaz y peligrosa victoria del republicano Trump, limitándose sus gobernantes a felicitarlo en forma protocolar, teniendo en cuenta el exabrupto del electo presidente norteamericano, quien calificó de estúpidas las guerras en la región. Asimismo, y poniendo de resalto la catadura de quienes lo apoyan -varios partidos de ultraderecha como el Frente Nacional de Francia, el griego Amanecer Dorado, el partido de la independencia del Reino Unido- Paul Ryan, presidente de la Cámara baja, lo felicitó y dijo que “su victoria constituye un rechazo a las políticas liberales y progresistas de los últimos años”. Más claro, agua.

Trump aún no es presidente

Para serlo debe ser electo por el Colegio Electoral. Los llamados compromisarios se reunirán en la capital de cada uno de los Estados para elegir al presidente y al vice, el 8 de enero. A su vez, posteriormente, el Congreso, en sesión conjunta, cuenta los votos emitidos por los representantes. El 20 de enero, recién entonces, se sabrá quiénes asumirán la presidencia y la vicepresidencia, y lo harán en dicha fecha.

Cabe destacar que la verdadera ganadora por el voto popular es Hillary Clinton, por 2 millones de sufragios de ventaja, porcentualmente 49,18 contra 49,04 del candidato republicano. El sistema indirecto, vigente en los Estados Unidos desde 1789, distorsiona la voluntad ciudadana. Éste, que tiene una tradición de 129 años, está integrado por 538 compromisarios. Desde aquella lejana fecha, sólo cuatro presidentes fueron elegidos tras perder en las elecciones. El último, George Bush, en 2000, le ganó en el Colegio Electoral al demócrata Al Gore, pese a que éste había obtenido 0,51 % de ventaja en la cantidad de votos, pero en el Colegio perdió por 271 contra 266. En el Partido Republicano hubo, y continúa existiendo, fuerte rechazo a la figura del candidato electo, tanto por sus antecedentes nazis como por su inexperiencia. Esto, en un momento especialmente difícil para la política exterior norteamericana. De hecho, un miembro republicano renunció como representante por el Estado de Texas por no apoyar al candidato de su partido y otro ha manifestado públicamente que no lo votará. De todos modos, a lo largo de la historia han sido escasos los representantes “infieles” al mandato electoral. No todo está dicho; habrá que esperar.

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