Doña María sopló 100 velitas jjunto a familiares y amigos

Nació en La Rioja, y hace 18 años que se radicó en Mendoza. Es hincha de River y asegura que le gusta la buena comida, levantarse temprano y tomar mate.

Doña María sopló 100 velitas jjunto a familiares y amigos

Pese a que han aumentado las expectativas de vida, no es demasiado frecuente llegar a los 100 años, y menos con la habilidad suficientemente para conocer a los demás y con la capacidad manual necesaria para comer por sí solo.

Pero, María Estanislada Mercado, riojana de nacimiento y mendocina por adopción, lo pudo lograr y ayer asistió al festejo popular que amigos y familiares le dispensaron por su siglo de existencia.

La reunión se realizó en el comedor infantil Santa Faustina, ubicado en la unión vecinal del barrio Cooperativa Vivienda de Puerta Abierta (Covipa), donde las acciones son coordinadas por una militante de las causas solidarias, María del Carmen Scherl.

Fue una fiesta cordial, con muchos vecinos y familiares, y hasta con una cantora, Lidia Isabel Lizarraga, que amenizó el momento con canciones folclóricas.

La dueña del cumple nació el 7 de mayo de 1914. Aún no comenzaba la Primera Guerra Mundial (que estalló el 28 de julio de ese año) y el presidente de la Nación era Roque Sáenz Peña.

María, auxiliada por sus hijas Felicinda (64) y Teodosa (77), contó que nació y vivió en la localidad de Los Mistoles, departamento de General Ocampo, en el sur de La Rioja. Allí se casó, joven, con Pantaleón Montivero. Su vida fue acompañar al marido en la administración de un puesto de cabras y vacas donde, además, había gallinas, cerdos y algunos cultivos. Tuvo 9 hijos (6 varones y 3 mujeres).

La realidad cambió para los Montivero-Mercado cuando el jefe del hogar falleció a los 72 años, en 1986. Esa circunstancia determinó que una de las hijas, Ana, viniera a Mendoza en la búsqueda de mejores expectativas laborales. Luego, con el correr del tiempo, toda la familia se trasladó a nuestra provincia.

Cuando María tenía 72 años se estableció en una modesta casa del barrio Santa Elvira y más tarde se mudó a su hogar propio, igualmente humilde, en la calle Valdivia del barrio Covipa, donde reside desde entonces.

El clan tuvo un desenlace triste hace 4 años al fallecer el hijo menor de la longeva agasajada, de nombre Nicolás, a los 50 años de edad.

"Esa pérdida -acotó Felicinda- fue muy dura para mamá y creímos, como tenía más de 95, que no iba a superar el trance pero, pasado un tiempo de mucha pena, se recuperó y aquí la tenemos soplando 100 velitas".

Aunque la anciana dama sale poco de su casa, una de sus escapadas es para concurrir al comedor Santa Faustina, de meritoria labor en aras de la niñez y la adolescencia, que también atiende a personas de la tercera edad. Por eso en el lugar la conocen bastante y es una figura muy querida.

Cuando se le preguntó si le gustaba más la provincia que la había cobijado que su tierra natal, contestó con soltura que "Mendoza es linda, pero no se olvida el pago de una".

Se confesó adicta a la buena comida y a la costumbre de levantarse temprano y tomar mate, tal vez una de las claves para mantenerse en forma. Doña María no se olvida del campo, pero cuenta que le gusta ver la "tele" y se proclamó simpatizante de River Plate, aunque dijo no conocer a 2 riojanos famosos vinculados al equipo millonario: uno, como hincha, Carlos Saúl Menem, y el otro, el locuaz y eterno director técnico del equipo de Núñez, Ramón Díaz.

Bisagra de la familia

Una nieta de la dama, Silvia Montivero (45), dijo que "la abuela María es la joya de la familia. Ojalá la tengamos por mucho tiempo más porque es símbolo de unión". La cuenta de los descendientes está detenida en 18 nietos y varios bisnietos, aunque sin precisión del número exacto de estos últimos, dato que los mayores del grupo prometieron brindar en otra ocasión, en el próximo cumpleaños.

En los tiempos modernos de la entidad anfitriona, el comedor Santa Faustina, es la primera vez que una allegada al lugar accede al siglo de vida. La finalidad de este espacio de contención de la minoridad y adolescencia, y también de personas mayores, es posible, según explicó María del Carmen Scherl, gracias a los aportes concretos de personas como Mauricio Scherl (sobrino de María del Carmen), Alberto González y de la cercana confitería La Pirámide, que aporta pan, pizzas y facturas, además de las donaciones del Banco de Alimentos.

Con esa ayuda se brinda el almuerzo a 103 menores, de hogares carenciados de la vecindad.

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