Doña Bienvenida Palacios de Roldán y el Combate de San Lorenzo - Por Roberto Colimodio

Doña Bienvenida Palacios  de Roldán y el Combate  de San Lorenzo - Por Roberto Colimodio
Doña Bienvenida Palacios de Roldán y el Combate de San Lorenzo - Por Roberto Colimodio

- Tata, tatita, cuénteme, de nuevo la batalla. ¿Cómo era San Martín, tatita? - preguntaba la niña ávida de las historias de su padre.- Pero, hijita, si ya casi lo sabes de memoria. - respondía el viejo soldado voluntario. La niña suplicante de los dichos de su padre, era Bienvenida Palacios, penúltima hija del matrimonio conformado por Nazario Palacios y Paula Rodríguez, nacida en 1856. Su padre había sido testigo el 3 de febrero de 1813, cuando participó como voluntario del entonces coronel San Martín y sus Granaderos a Caballo en el Combate de San Lorenzo.

El testimonio que recibió de labios de su padre

En 1813, al anochecer de la víspera del Combate, acamparon los Granaderos de San Martín detrás del Convento de San Carlos.

Allí se presentaron los jóvenes sanlorencinos Nazario Palacios, Tomás Medina, Pablo Rodrigáñez y otros 17 anónimos voluntarios para ponerse al servicio de las armas de la Patria encabezadas por San Martín. "Ustedes son criollos como yo…  quedan incorporados como soldados voluntarios. Pueden retirarse".

Después del combate el coronel ordenó a los voluntarios que dieran cristiana sepultura a los caídos durante la lucha.

"Y, cavaron las fosas, la calurosa tarde de febrero de 1813", contaba doña Bienvenida en una entrevista en 1947. -"Ya habían transcurrido muchos años y era yo una niña cuando le hacíamos relatar, hasta el cansancio, todos esos recuerdos".

Su padre le había contado cuando niña, "que los españoles intentaron prolongar la resistencia formando cuadros parciales al borde de la costa, y se recurrió a la táctica araucana de atar un lazo a la cincha de dos caballos a los que luego se desbarrancaba, rompiendo por ese medio las últimas formaciones enemigas.

"También don Nazario contó a su hija que Cabral "lo abrazó (a San Martín) por la cintura, para sacarle del aprieto".

Cuenta Palacios (a través de su hija) que "seguía el fuego sostenido de los buques y San Martín parecía temer un nuevo desembarco. Lo supone por la frecuencia con que el jefe patriota ascendía al campanario".

Debido a una larga sequía y el intenso calor reinante los pastos estaban resecos. Por esa causa los cañonazos provocaban grandes incendios en el pajonal del campo, dificultando la tarea de recoger los heridos. Ya por la tarde el hedor de los cadáveres era insoportable y se ordenó a los soldados voluntarios la excavación de una larga zanja destinada a sepultarlos. Para ello, se les arrastraba a la cincha de los caballos, tal era el estado de descomposición.

Hasta aquí lo referido por doña Bienvenida, a quien el entrevistador Marcos Rivas agradece: "A su fidelísima memoria, indemne a los 90 años de edad, debo interesantes referencias confrontadas en sucesivas entrevistas".

A la sombra de los cipreses

Esa memoria prodigiosa tuvo un papel fundamental en 1945, en ocasión que, por una resolución del entonces Ministro de Guerra de la Nación, coronel Juan Domingo Perón, el jefe del Regimiento 11 de Infantería, Tte. Cnel Adolfo Botti, enviara a la Sección Zapadores de la Unidad al mando del subteniente Onofre Fabbio a proceder a las excavaciones en el Convento San Carlos con objeto de extraer restos de granaderos muertos en acción durante el combate de San Lorenzo allí sepultados, para agregarlos a la urna que guardan los restos del Soldado Desconocido de la Independencia.

Inútil fue la búsqueda. Entonces se le consultó a la venerable anciana:- "Si me hubieran preguntado antes se hubieran ahorrado mucho trabajo y tiempo. Les indiqué con mucha precisión cuál era el lugar donde mi padre y los 19 jóvenes sanlorencinos, sepultaron a los caídos".

El reconocimiento por su ayuda fue inmediato, según nota enviada por el teniente coronel Botti a la familia Palacios, a quien responde: "Valioso y muy querido recuerdo para mí, porque en ella se refleja una acción, muchas veces manifestada por mi padre, de la que él también formó parte".

En las Actas Oficiales de 1945 y 1957 en ocasión del levantamiento de los restos y el posterior traslado de parte de ellos al Monumento a la Bandera, se hace referencia a su colaboración.

Visitantes ilustres
Por su casa natal de calle Belgrano (frente al Colegio San Carlos) pasaron visitantes de la talla de Domingo Faustino Sarmiento en el verano de 1875: "Cuando me vi frente a él, creí desfallecer. Él comprendió mi confusión y, sonriente, me obsequió con unas gentilezas y cumplidos. Su severo semblante cambiaba frente a una dama y era el más cumplido de los caballeros. Le relaté todos los pormenores del combate de San Lorenzo, que nos había relatado nuestro padre, que tenía por entonces 77 años, y Sarmiento tomó algunos apuntes. Me visitaron también, y me ofrecieron su amistad, (Bartolomé) Mitre y (Roque) Sáenz Peña".

Su fallecimiento ocurrido en San Lorenzo, el 29/2/1952 no pasó desapercibido para las instituciones locales y los medios de la región.
Fueron entornadas en su memoria las puertas del Palacio Municipal al paso del cortejo fúnebre.

El diario La Capital de Rosario publicó que "…  la desaparición de la señora Bienvenida, quien gozaba de la veneración general por sus virtudes cristianas y por la ejemplaridad de su vida, enluta a distinguidas familias de nuestra ciudad y de San Lorenzo. El cariño que la rodeaba se exteriorizará, sin duda, en la ceremonia de la inhumación de sus restos". Y así fue.

Estas sentidas palabras para recordar a la venerable memoria de quien mantuvo vivo el recuerdo de su padre y de los hechos en los que participó, que nos permiten muchos años después concebir la Historia desde el punto de vista de sus protagonistas y mantener vigentes las tradiciones orales, elementos vitales para los que escribimos sobre el pasado de quiénes nos antecedieron.

Para conocer más:
"Historia de San Lorenzo" - Marcos Rivas - 1951 // "Soldados de San Martín en San Lorenzo" - Roberto Colimodio y Julio Romay - 2012

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