Francisco Bermúdez. Fue discutido como todos los que hacen. ¿Cuál fue su oficio? Para ser exactos habría que indicarlo así: un hombre que se dedicó a hacer campeones. Eso de que nadie es profeta en su tierra es una sentencia extraordinariamente cierta, Mendoza no apreció en toda su dimensión lo que tuvo.
Cierta mezquindad, cierto “celo de comarca” impidió la valoración de Bermúdez en toda su dimensión. Hay que ir a Buenos Aires, para darse cuenta lo que Bermúdez significó no sólo para el boxeo del país, sino también para el continental.
En Buenos Aires, Bermúdez es una entidad. Se lo respeta. Se lo admira. Se dice en voz alta lo que vale. Su obra hay que medirla no sólo por la cantidad de campeones que encadenó en su trayectoria. Hay que verla reflejada en la “clase” de campeones que forjó.
En momentos en que el boxeo era seriamente cuestionado como deporte los pupilos de Bermúdez “humanizaban” la actividad simplemente con disciplina, ciencia, estética. El arte de la defensa cobró inusitada vigencia y resultó que también convenció aún al público más ávido de violencia.
Para decir quien es Francisco Bermúdez, habría que limitarse a nombrar sin necesidad de adjetivos ampulosos a los siguientes nombres: Cirilo Gil, Raúl Vargas, Francisco Gelabert, Nicolino Locche, Henry Márquez, Juan "Mendoza" Aguilar, Jorge "Aconcagua" Ahumada, Carlos Aro.
¿Cuáles fueron las claves de este fabricante de campeones? Fundamentalmente dos: la sabiduría de la paciencia. Sabía esperar a sus pupilos. Sabía esperar a los adversarios de sus pupilos. Nunca dio un paso de más. Le gustaba subir la escalera, escalón por escalón.
Además supoe enfrentar al éxito. Luego de cada triunfo empezaba a trabajar para mejorar un poco más. Su eterna insastifacción, su renovada exigencia le impedían dormirse en los laureles.
Además, sus hombres, cuando dejaron de boxear tenían el rostro saludable y pudieron integrarse en la sociedad. Porque Bermúdez no sólo enseñó a boxear. Más que eso, enseñó a vivir. Por eso cuando el complejo mundo del boxeo, tan lleno de masacres, tan lleno de tragedias, tan lleno de rostros deformados, se nombra a Don Paco, hay que ponerse de pie.
Don Paco en el boxeo significa humanidad, inteligencia, capacidad, rigor, sapiencia, campeones y sobre todo hombres que pueden sentarse en cualquier mesa, hombres que cuando dejan los guantes no “hablan solos en la vereda”.
Nacido en San Martín el 28 de agosto de 1913, sus primeros pasos deportivos los hizo en el fútbol, actuando en Jorge Newbery. Pero también simultáneamente, hizo sus primer rounds, en el club Luis Angel Firpo. Lució como campeón liviano mendocino en 1933, revelando cualidades técnicas muy estimables. Luego de 35 peleas como amateur, dejó la actividad, cambiando el centro del ring por el rincón.
Una lesión en la rodilla fue la razón determinante- Su actuación como preparador de púgiles lo hizo mundialmente famoso. Profesor en San Martín, Obras y el Regatas, fue luego socio y fundador del Mocoroa Boxing Club, en 1944, donde se desempeñó hasta el final de su carrera.
Poco después comenzó su labor también como “manager”. Dirigió el equipo argentino que fue a los Panamericanos de México en 1955 y repitió ese galardón en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960.