Don Cipriano, testigo de las idas y vueltas del Portezuelo del Viento

Su puesto es el más próximo y quedará bajo el agua cuando se construya la presa sobre el río Grande. Se permite desconfiar de su concreción.

Don Cipriano, testigo de las idas y vueltas del Portezuelo del Viento
Don Cipriano, testigo de las idas y vueltas del Portezuelo del Viento

Don Ángel Cipriano Vásquez debió tener unos seis años, cuando llegaron unos señores "hablando raro" a su puesto en Malargüe con la noticia de que se construiría allí una represa. Tras los primeros estudios sobre el terreno, aquella empresa 'plantó' una gran piedra como hito, tras escribir en ella los datos de la obra y la fecha de "largada".

La piedra fue removida y desapareció tiempo después. Distintas firmas, funcionarios, promesas, proyectos y muchos rostros pasaron por su puesto como en un desfile por décadas. Obreros murieron arrastrados por el río. Ruinas de puentes y obradores que nunca llegaron a serlo. Reuniones eternas y sin sentido...

A sus 82 años, y pese a que ahora sí están dadas las condiciones, don Cipriano desconfía de la concreción del Portezuelo del Viento. "Con cada gobierno, alguien iba con el cuento de la obra. Que era para hacer embalse y posterior trasvase del río Atuel. Significaba 'agua para todos', nos decían. La verdad es que yo no creo que lleguen a terminarla", asegura el abuelo, que es un testimonio vivo de los vaivenes que ha sufrido la llamada "obra del siglo".

Por razones de salud, desde hace cuatro años el hombre vive en la ciudad de Malargüe, cerca de su hija Angélica. Sin embargo, apenas puede se va a respirar aire puro o a ayudar con las veranadas y labores a su puesto, cerca de Las Loicas. El mismo está en el punto más próximo al sitio del río Grande, donde levantarán la millonaria presa hidroeléctrica.

Primeros pasos

En el año 1941, cuando don Cipriano tenía cinco años, empezó a hablarse de esa obra. En aquella época, él cursaba la primaria en una escuela que quedaba frente a su puesto en línea recta. "La escuela era propiedad de Mina Car, la construyó el ingeniero Addor", recuerda el anciano con una lucidez envidiable. Por aquel entonces, esta firma suiza realizaba tareas de extracción de carbón y su administrador era René Addor, quien mandó a construir el camino desde Bardas Blancas hasta la mina y la primera escuela hogar que existió en Portezuelo del Viento. Luego fue trasladada al paraje La Ripiera y más tarde a Las Loicas. Hoy es la Bernardo Houssay.

Con ocho hijos criados y varios nietos, a Cipriano hoy no le quita el sueño la obra, como supo hacerlo.

Con su modo simple y franco de hombre de campo, sostiene que "puede ser positiva" para él porque es dueño del campo, que "quedará casi en su totalidad tapado por el agua". El hombre cuenta que su madre nació y vivió  la mayor parte de su vida ahí.

“Para el resto de los puesteros, no creo que sea muy positiva porque muchos no tienen escrituras y es gente joven, a la que aun le queda mucho por delante”, acota.

Lo cierto es que la situación actual en Las Loicas es de mucha incertidumbre y expectativa. Hay pobladores y puesteros que están a favor y otros en contra.

Un accidente y muchos recuerdos 

Desde que este gaucho tiene uso de razón, se han hecho trabajos de perforación y topografía en el lugar. “Con cada gobierno, se realiza algún trabajo. Luego, según dicen los propios trabajadores, la plata se termina y todo queda en nada”, indica.

Para graficarlo, cuenta la historia de un puente, que construyó hace unos once años el Ejército, "para realizar con mayor facilidad los trabajos del otro lado del río". Después se desarmó. El año pasado lo volvieron a colocar, "pero en octubre lo sacaron".

Cipriano no sólo era el vecino más próximo a la obra, también supo ser cuidador de la obra, le pagaban por eso. De allí, que todos los que han trabajado o visitado el lugar por la obra pasaron por su rancho a compartir mates, charlas, asados e incluso a buscar ayuda o refugio.

La peor experiencia que le dejó el Portezuelo fue en el '89 (cree que fue ese año), cuando debió rescatar el cuerpo de tres trabajadores, con quienes había entablado una buena amistad y que fallecieron ahogados en el río Grande.

Los hombres (Pancho, Richard y Gonzalito, “que era muy jovencito”) estaban realizando estudios para la empresa estatal Agua y Energía y otras firmas. Se habían hecho muy amigos y siempre llevaban cosas que el puestero les encargaba.

El 26 de setiembre habían compartido un almuerzo en el puesto para festejar el cumple de Cipriano. Los primeros días de octubre, cuando el hombre fue hasta donde estaban para cruzar el río en el carrito o jaula, se encontró con el terrible panorama.

“Habían atado un cable a las rocas y de allí al bote y, a su vez, ellos se ataron también. A mitad del río, el bote se dio vuelta. Se ahogaron allí dos y al más joven se lo llevó la corriente”, cuenta emocionado. Él ayudó a sacar los cuerpos del medio del río con su caballo. “Después de ese episodio, pasaron muchos años para que se retomaran nuevamente los trabajos del Portezuelo”, agregó.

Audiencia pública por evaluación de impacto ambiental

El gobierno provincial convocó para el 9 de abril a una audiencia pública para analizar las cuestiones relacionadas con el impacto ambiental y los dictámenes técnicos y sensoriales de cara a la construcción de la hidroeléctrica Portezuelo del Viento, cuya licitación pública será lanzada durante el corriente año.

Entre otros aspectos, allí se analizará la relocalización de los pobladores de Las Loicas. Desde del gobierno, han mantenido reuniones y han visitado y entrevistado a los pobladores para tener un diagnóstico de la situación y tantear las opiniones.

“Se comenta que construirán un barrio para ubicarlos, pero a los puesteros no les convence porque no tendrían campo para sus animales. La otra posibilidad es indemnizar a los dueños, pero ¿qué pasaría con el resto?”, se preguntan en la familia de don Cipriano.

La situación no es para nada sencilla. En la zona, hay unos 30 puesteros y otros 30 productores ganaderos realizan trashumancia allí. Estos son los que llevan a sus animales a la región para las 'veranadas' o el tiempo de engorde. 

"Todas las tierras quedarán bajo el agua: Las Barditas, El León, Las Loicas, etc. Son tierras de pasturas de verano. Nos quedaremos sin ellas y, además, tendremos que buscar caminos alternativos, que aún no se han diseñado. Hay gente que lleva varias generaciones allí. Estamos todos muy preocupados", apuntó Eliseo Parada, uno de los puesteros que tiene sus veranadas en el lugar.

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