Dólar y cuadernos, las dos caras del gran fracaso nacional - Por Carlos S. La Rosa

Dólar y cuadernos, las dos  caras del gran fracaso nacional - Por Carlos S. La Rosa
Dólar y cuadernos, las dos caras del gran fracaso nacional - Por Carlos S. La Rosa

Hasta hace pocos meses todo era más fácil para las mentes conspirativas. Es que encajaban bastante bien para explicar la realidad política los conspirativos de ambos lados de la grieta.

Era cierto que los macristas hacían todas las conspiraciones posibles para poner en primer plano a Cristina Fernández, la villana ideal para sus planes reeleccionistas. Porque fabricando a ella como enemiga principal, no podría ganar ni dejaría que gane ninguno de los suyos.

En la vereda opuesta la conspiración también era evidente: los disturbios de diciembre durante la reforma previsional, donde en vez de que la policía reprimiera a los manifestantes, los manifestantes reprimieron a la policía mientras los alentaban desde dentro del Congreso, fue una clara maniobra golpista del kirchnerismo. Igual que tratar de transformar a Santiago Maldonado en un desaparecido asesinado por Macri.

Pero esos tiempos donde estaba claro quién  era blanco y quién negro se acabaron, aunque los conspiracionistas sigan proliferando (lo hacen desde que el mundo es mundo). Ahora lo que estalla es la Argentina profunda, la que fuimos acumulando durante años e incluso décadas de tremendos errores político-económicos y brutales corrupciones.

Nadie generó el terremoto premeditadamente, no porque no lo hayan querido, sino porque no pudieron, porque lo que está ocurriendo es demasiado grave e importante para que puede ser gestado por cualquier mente conspirativa.

Por supuesto que los kirchneristas dicen que lo de los cuadernos de Centeno ha sido provocado por una consciente alianza política-mediática-judicial encabezada por Macri para destruir a Cristina. Mientras que los de Cambiemos (quien más claro lo dice es Elisa Carrió) acusan por la crisis cambiaria a una intentona de golpe de mercado políticamente dirigida. Como la que suponen Menem le hizo a Alfonsín o Duhalde a De la Rúa.

Así, según unos, lo de los cuadernos sería la maniobra conspirativa de Macri para tapar la crisis económica. Mientras que según otros, detrás de la corrida cambiaria se esconde la mano negra de los implicados en los cuadernos (políticos y empresarios) que necesitan hacer volar por los aires a este gobierno para que el que venga indulte a todos.

Pero en la Argentina actual están tan debilitados los oficialistas como los opositores que nadie tiene fuerzas suficientes para gestar dos tsunamis sociales de tamaña magnitud como son la crisis económica y la de la corrupción.

Mucho más lógico suena el pensar que ambas crisis se retroalimentan porque desnudan de manera espectacular lo que venimos haciendo con  nuestra nación desde ya hace incontables años, cuando decidimos que la Argentina era una fiesta y dilapidamos todos sus recursos para satisfacer a una élite angurrienta que al final del despilfarro hasta se quiso comprar el país para ella sola.

Cruel historia que relatan casi científicamente los cuadernos de Centeno y donde la crisis económica aparece como su incontrolable expresión. Como que todas las variables políticas y económicas hayan estallado y ahora nadie puede detener el desastre.

Sin embargo, esa es la cuestión estructural imposible de resolver de un día para otro. Lo grave es que la coyuntura nos encuentra con una élite política oficialista débil y políticamente confundida frente a una élite política opositora disgregada que está tan o menos preparada para gobernar que la oficialista.

En principio, frente a lo que nadie puede controlar porque es la erupción volcánica de los males acumulados en lo profundo de nuestra sociedad, aparecen dos salidas políticas de ocasión más allá de Macri, que sufre una crisis de autoridad porque parece no liderar nada y de Cristina que sufre lo mismo porque las evidencias en su contra la han transformado en una caricatura de sí misma.

Que trata de hacer pasar como persecución política el deschave de una corrupción inaudita y cada vez más imposible de rebatir, de la que ella -luego de su marido- aparece como la principal responsable.

La opción opositora que se está armando es la de una probable alianza entre los gobernadores del PJ, el sindicalismo negociador, los obispos peronistas conducidos por Pichetto y algún candidato que en todos los casos es más de centro derecha que de centro izquierda, como Massa o Urtubey.

Mientras que la opción oficialista se divide en dos: las personalidades de Cambiemos con alguna independencia de Macri como la gobernadora Vidal junto al  sector político del macrismo. Y la estructura del radicalismo que hoy conduce Alfredo Cornejo.

Ambos hoy coinciden en apostar a brindar todo el apoyo posible para reconstruir el liderazgo herido de Macri, teniendo el suficiente cuidado, por si ello no resulta, en preservar sus personas y sus estructuras como alternativa de recambio.

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