Dólar volador - Por Jorge Sosa

Siempre nuestro país ha estado supeditado al dólar, pero lo de esta semana fue el colmo. Colmo de miedo...

Dólar volador - Por Jorge Sosa
Dólar volador - Por Jorge Sosa

Entre las cosas sabidas está que cuando llueve cae agua, que el estornudo es resfrío en aerosol, que comer sandía y tomar vino hace mal y que el bidet es peligroso para la seguridad porque adentro se esconde un chorro.

También es sabido que el dólar manda en el mundo, ese billete con rasgos masónicos y caras de próceres norteamericanos es el que ordena o desordena la economía mundial. Es aceptado en todo el mundo, deseado en todo el mundo, y todos los países viven comparando sus monedas, de cualquier color que sea, con el verde color de los billetes de los de las barras y las estrellas.

Nuestro país siempre ha estado supeditado al dólar desde que yo tengo memoria y aún mucho antes, pero lo ocurrido en los últimos días llega a la categoría de colmo, por lo menos nos colmó de incertidumbre, y de miedo . Porque uno sabe que si aumenta el dólar inmediatamente aumentan todas las cosas (menos los sueldos), entonces uno se siente hinchado con lo que ocurre. Mira hacia adelante y el panorama es más oscuro que Pelé dentro de un túnel.

Uno piensa: ¿Qué podemos hacer? Y se da cuenta que lo único que puede hacer es asombrarse por un lado y lamentarse por otro. Las decisiones al respecto no nos tienen en cuenta, pasan a kilómetros de nosotros, entonces nos vemos sometidos a la voluntad de los mercados y de un gobierno que está gobernando con la misma habilidad que puede tener un futbolista haciendo payanitas con un ladrillo.

La sensación es que todo se está desmoronando y es muy difícil encontrar refugio entre los escombros. El gobierno no puede, o no sabe, cómo controlar la situación. La situación se le escapa de las manos como un puñado de agua.

Están demostrando ineptitud, y eso es grave para quienes tienen en sus manos nada menos que el destino del país, si es que no nos embargan el destino.

Esta semana el dólar alcanzó alturas siderales, entró en órbita, y los esfuerzos, ya no digo para bajarlo sino para estabilizarlo, fueron tan inútiles como apagar un incendio con nafta.

El problema no es el dólar, el problema es el peso que se desvaloriza minuto tras minuto y cada vez se hace más chiquitito, como un bollito de papel moneda.

Ahora que están poniendo animales como presentación de nuestros billetes bien podrían elegir animales que estén más acordes con los acontecimientos, como un burro, por ejemplo; o un pavo (que así nos sentimos) o como una pulga para dimensionar su verdadero valor, o tal vez una tortuga en fuga porque es evidente que a los que mandan se les escapó la tortuga.

El pobre peso argentino pocas veces ha sido tan pobre y si seguimos así un peso nos va a alcanzar para comprar cincuenta centavos.

La gente mira las pizarras de los bancos y se alarma con los números que ve. Ya somos noticia en gran parte del mundo y nuestra economía una de las más endebles de todos los países. Se sonríen aquellos que tienen algunos dólares guardados y se sonríen aún en contra de ellos, porque si la situación es mala ninguna especulación la salva.

Salir de esta situación debe ser más difícil que crucigrama chino, aunque siempre hay una forma de hacerlo, por ejemplo nacionalizar a los Estados Unidos, aunque no creo que ellos se dejen.

En fin, a veces los parecidos son significativos y en este caso se hacen más notorios. Digo porque, ¡qué parecidas son las palabras dólar y dolor!

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