La situación que está viviendo Independiente por estas horas, siempre fuera de la cancha, lo lleva a no poder disfrutar de una campaña que lo mantiene cerca de los que clasifican al Reducido, a pesar de la última derrota ante Ferro.
El conjunto que dirige Pablo Quinteros está sólo a tres puntos de Villa Dálmine, su rival del domingo y que es el quinto de la tabla de posiciones y que, por ahora, está clasificando al Reducido.
Es decir que, a pesar de todo lo que el grupo de jugadores tuvo y tiene que pasar por el incumplimiento de la dirigencia con los sueldos, mantienen la esperanza de pelear puestos de vanguardia.
Ahora bien, esa pelea tiene varios mojones que hay que superar y por eso el torneo de la Lepra se divide en tres partes.
De los 12 partidos que quedan hasta el final del torneo, Independiente tiene que enfrentar a seis equipos que están por encima suyo en la tabla, es decir rivales directos para las aspiraciones azules para meterse entre los de arriba.
El desafío aparece muy pronto, ya que con Villa Dálmine comienza una seguidilla de rivales que están encumbrados como Atlético Tucumán. Tras esos dos partidos debe viajar a Puerto Madryn para enfrentar al necesitado Brown.
Luego llegan dos que también pelean arriba como Instituto y Santamarina, pero luego salta a jugar con dos equipos que se estarán jugando la permanencia como Chacarita y Guaraní.
Sobre el final del torneo visitará a un Patronato que viene muy firme y se perfila para el ascenso, pero luego recibirá a All Boys otro que pena por quedarse.
Todo eso tendrá que vivir Independiente en esta docena de fechas que quedan para cerrar el torneo. Pero la pregunta que ronda en la cabeza de todos los hinchas de la Lepra es: ¿qué hubiera sido de la vida de Independiente en este torneo si todo hubiera estado en paz institucionalmente?