Dobles de cuerpo

La película argentina “Delirium”, recientemente estrenada, pone a Ricardo Darín haciendo de sí mismo en la ficción. Un repaso por otras producciones que utilizaron el mismo recurso.

Dobles de cuerpo
Dobles de cuerpo

El jueves llegó a las multisalas locales “Delirium”, una comedia disparatada en la que Ricardo Darín hace de Ricardo Darín, quien es contratado para hacer una película comercial por un grupo de jóvenes realizadores que no saben nada de cine.

Aclaración importante: no hay que confundir esto con un “cameo”, como se le llama en el cine a la aparición fugaz de una personalidad reconocible fuera de la pantalla dentro de un largometraje, haciendo a un personaje inventado o puede que a sí mismo.

Un recurso que en el cine de risas argentino ya emplearon otras producciones que, por ejemplo, pusieron el ojo en Luis Aguilé.

En el film “Soy tu aventura”, el director Néstor Montalbano hizo que al famoso cantante lo secuestraran dos criminales de cuarta, interpretados por Diego Capusotto y Luis Luque. ¿La idea de estos cerebros? Pedir rescate. Con tan mala suerte que a nadie parece interesarle pagar nada para devolverle la libertad al intérprete de ese himno del obrero titulado “Soy laburante”.

El año pasado, Montalbano hizo otra película donde empleó un recurso similar. La llamó “Por un puñado de pelos”. Allí un millonario con problemas de calvicie viaja al interior del país atraído por la leyenda de una fuente milagrosa. En el camino, entre otros, se cruza a Carlos

“El Pibe” Valderrama, el célebre número diez de la selección colombiana de fútbol, quien hace de sí mismo en la ficción.

Los que son de mirar televisión encontrarán un paralelismo cercano con la serie “Todos contra Juan”, que se emitió por Canal América en 2008 con mucho éxito. Allí Gastón Pauls encarnaba a un actor que tuvo su momento de popularidad cuando adolescente y busca recuperarlo después de un tiempo de mantenerse bajo perfil acudiendo a varios famosos para que lo ayuden. El personaje en la ficción es el

Juan del título, pero para muchos Pauls estaba contando una parte de su biografía. Además, todas las figuras hacen de sí mismas.

Pasando la aduana

Viajando al exterior también aparecen ejemplos.

Hoy es una película de culto, que la dirigió el excéntrico y original Spike Jonze. Se llama “¿Quieres ser John Malkovich?” (1999) y en ella un muchacho común y corriente encuentra un portal para entrar por 15 minutos cada vez que quiera a la cabeza del actor John Malkovich. Este último se interpreta a sí mismo viviendo su auténtica vida.

Jean Claude Van Damme parecía un duro pero demostró que puede reírse y por si fuera poco de sí mismo. En “JCVD” (2008) hace una parodia de su vida donde acosado por los impuestos, separado y tras perder la custodia de su hija, y traicionado por Steven Seagal quien le roba un papel, viaja de nuevo a su Bélgica natal para recuperar algo de la paz que en los Estados Unidos no pudo conseguir. El límite entra ficción y realidad se desdibuja tanto, que en una parte del film casi documental, el actor aprovecha para soltar un monólogo en plano secuencia a manera de redención por su vida entre mujeres, drogas y cine de bajo presupuesto.

Estar o no estar

Pero Hay más. Los Beatles hacían de Los Beatles en sus películas, que para hacer sonar una y otra vez su música contaban alguna que otra historia de ficción, como sucede en “Socorro” (“Help!”), de 1965, donde el más cómico de ellos, Ringo Starr, es perseguido por una secta que quiere usarlo como objeto de sacrificio.

Mucho más acá, ocurre un caso bastante curioso. En “El último gran héroe” donde actúa Arnold Schwarzenegger, su personaje en un momento se supone va a cruzarse con el Arnold Schwarzenegger de la vida real. El truco consiste en poner a otro actor para que haga de él. ¿Y a quien eligieron? ¡A Sylvester Stallone, su gran competidor en la taquilla del cine de acción!

Otro caso curioso, similar, es el de Julia Roberts en “La gran estafa 2”. Allí ella interpreta a una ladrona de guante blanco que se queda un poco pasmada cuando alguien se la cruza y le dice más o menos: “¡Qué parecida a Julia Roberts que eres!”.

La frontera entre cameo y papel a veces es difusa. Lo mismo, entre persona y personaje. Recordar sino al director británico de cine de suspenso Alfred Hitchcock, quien tenía la costumbre de aparecer en una cada sus películas en un siempre discreto segundo o tercer plano.
Cuando Truffaut, en una entrevista, le preguntó por qué lo hacía dijo que, al principio, lo había hecho para llamar la atención del público y mantenerlo expectante mientras preparaba la acción.

Luego, había sido un desafío a la creatividad, pues cada vez la gente esperaba que su aparición ocurriera en los lugares más inverosímiles, y finalmente terminó siendo un peso en los hombros, porque todos estaban pendientes de él y se distraían de la trama.

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