Las primeras proyecciones macroeconómicas indican que durante 2013 habrá una aceleración de la inflación y un magro aumento del PBI.
Sin embargo, las cosas pueden cambiar a poco que se examine en qué se basan esas estimaciones, es decir, cuál es el punto de partida donde descansan los pronósticos.
Los números finales de 2012 dejan una tasa de crecimiento de apenas 1%, ingresos fiscales que acompañaron la inflación pero que no sirvieron para financiar el monumental gasto público.
El déficit financiero -la caja- alcanzará los U$S 10.000 millones que fue financiado con emisión de pesos sin respaldo. Esto en parte explica la huida de los inversores hacia el dólar, que lo deja por encima de los 7 pesos.
Este despilfarro explica en gran medida el ajuste tarifario de las últimas semanas y el desesperado traspaso del subterráneo a la órbita de la Ciudad, ante el fracaso de la administración kirchnerista.
Al mismo tiempo, la cifra del PBI no debe pasar inadvertida por dos factores. Primero, no hay arrastre estadístico para el año 2013. Segundo, el PBI creció menos que la tasa vegetativa, por lo cual el PBI per cápita es negativo. En otras palabras, cada uno de los argentinos es más pobre que en 2011.
Por otro lado, 3 de cada 5 comerciantes manifestaron que en diciembre vendieron menos que en igual mes de 2011. Los patentamientos de automóviles cayeron casi 5%. El campo, principal motor de la economía, enfrenta dificultades importantes, un poco derivadas de factores exógenos -clima-, pero otros derivados de la política kirchnerista.
Factores de aquí y de afuera
En cuanto al clima, la sequía y las inundaciones han dejado daños irreparables sobre los cultivos. La seca afectó la producción triguera y dejó prácticamente sin saldo exportable al país, algo por lo cual persisten los reclamos de Brasil, que se ha quedado sin ese elemental insumo debido a los cupos limitados por el gobierno.
El factor externo. La sequía se manifestó en distintos lugares del planeta afectando la producción no solo en los Estados Unidos, sino también en la cuenca del mar Negro, en Asia Central y en Oceanía. Esto deja hacia los próximos meses un incremento del precio del trigo y coloca el valor de los alimentos en niveles superlativos, lo que agravará la inflación.
Las inundaciones dejaron no sólo miles de hectáreas bajo el agua, sino que provocaron daños en los plantíos, en especial en la soja.
Sobre estos cultivos, los problemas se ven agravados por dos factores adicionales. Primero, la caída en la producción deja a la industria aceitera con capacidad ociosa y menor exportación de valor agregado. Segundo, la industria de biocombustibles tendrá menos insumo-producto para mantener sus niveles de elaboración. A pesar de esto, la producción mundial se pronostica como muy abundante.
En tanto, el acuerdo político alcanzado en Washington para evitar un ajuste fiscal y las necesidades de financiamiento del Tesoro norteamericano, provocarán una fenomenal absorción de fondos por parte de la Casa Blanca, lo que llevará a un aumento de tasas de interés a nivel mundial.
Estos mejores rendimientos llevarán a un desapalancamiento de los "hedge funds" (fondos de cobertura) del mercado de commodities, lo que provocará una caída de precios de los granos, el petróleo, el oro y los metales. En otras palabras, menos exportaciones del complejo sojero y del triguero y aumento de la inflación.
Esto significa que durante 2013 habrá menor ingreso de divisas, lo que agravará el actual esquema económico del kirchnerismo basado en el doble torniquete del cepo cambiario y el ajuste por inflación.