Djokovic, insaciable

Ante Murray levantó por sexta vez el Australian Open y suma 11 títulos de Grand Slam. Está a 3 ‘grandes’ de Nadal y a 6 de Federer.

Djokovic, insaciable

El Serbio Novak Djokovic derrotó al británico Andy Murray por 6-1, 7-5 y 7-6 (3) para ganar por sexta vez el Abierto de Australia y conquistar su undécimo título de Grand Slam, una conquista que le sirvió para igualarse en el historial de triunfadores con lo legendarios Rod Laver y Björn Borg. El número uno del mundo se colocó en el cuarto escalón de la lista histórica de campeones de ‘torneos grandes’. ¿Quiénes están adelante? Roy Emerson (12), Rafael Nadal y Pete Sampras (14) y Roger Federer (17).

Tras dos horas y cincuenta y tres minutos, Nole ganó su séptimo torneo en fila y le volvió a ganar la final de Australia a Murray por tercera vez, ya que lo había vencido en 2011, 2013 y 2015.

Como si todo eso no fuera poco, el tenista serbio también igualó a Andre Agassi como campeón de 46 títulos sobre cancha dura -por detrás únicamente de los 60 de Federer- y cerró un enero que podría marcar un antes y un después en la historia del “Big Four”: en 22 días arrolló a Nadal en Doha, apabulló a Federer en las semis de Australia y sometió a Murray en el duelo siguiente. A los tres les endosó un 6-1 en algún set.

Aunque después del primer set bajó su nivel, Djokovic volvió a mostrar un tenis arrollador. El partido se jugó a su ritmo, y movió de lado a lado a Murray, que por momentos se vio desesperado.

El comienzo de Novak fue fantástico: en 19’  se puso 5-0. Abrumador. Es que el Nº1 del mundo estuvo acertado en todas las facetas del juego y además su superioridad llenó de dudas la cabeza de Murra, quien demoró 21’ en hacer su primer winner (acabó con 40 por 65 errores no forzados) y despertó del letargo. Pero era tarde para poder pelear por el primer set, cerrado en 30 minutos por Djokovic con 6-1.

En el segundo juego se notó la mejoría de Murray, Con un passing shot de derecha cruzada se adelantó 3-2 y falló una volea sencilla que le habría dado una oportunidad de break en el juego siguiente. Y llegó a estar a dos puntos de igualar la final, con 5-4 y restando con 30-15 a favor, pero cometió dos errores no forzados seguidos y entregó su servicio en el siguiente juego pese a disponer de un 40-0.

Djokovic aprovechó la oportunidad, se quedó con el segundo set y arrancó el tercero con un nuevo quiebre. Poco, cinco juegos, le separaban ya de la copa. Murray le dio emoción al encuentro con otro break y forzó el tie break. Pero el británico fue un manojo de nervios: dos dobles faltas y un error no forzado le dieron una ventaja de 5-1 a Djokovic. Y con un ace cerró el encuentro, abrochó otro título y estiró su hegemonía.

La ambición no tiene límites

A los 7 años Djokovic decía en la televisión serbia que quería ser el Nº1 mundial: con 11 títulos grandes en el bolsillo, superó sus sueños de infancia y con 28 años está en condiciones de convertirse en el mejor tenista de siempre. Aún le quedan tres para alcanzar a Nadal y seis para igualar a Federer, los dos hombres a los que sometió en los últimos años.

“Estúpida”, dijo Roger acerca de la pregunta de un periodista, que quería saber si consideraba que el dominio de Djokovic se podría extender varios años debido a la debilidad de la nueva generación. Esa reacción es una muestra de la frustración de la leyenda suiza, incapaz de encontrar el antídoto ante el serbio, como se vio en la semifinal que disputaron el jueves en Melbourne.

¿Quién iba a decir en la temporada 2011 que Djokovic se encontraría en esta posición 5 años más tarde? Hasta ese año tenía un bonito palmarés desde su llegada al circuito en 2003: 18 títulos, un Grand Slam (Australia 2008) y un Masters, además del Nº2 mundial.

Marcado por la guerra

Si hay alguien que no se sorprendería de su salto cualitativo sería Jelena Gencic, entrenadora que descubrió al pequeño Djokovic (5 años y medio), en la estación de esquí de Kopaonik, donde su padre, Srdjan, tenía una pizzería. Gencic, fallecida en 2013, le enseñó fundamentos y enriqueció su personalidad -haciéndole escuchar música clásica y a leyendo poemas de Pushkin-.

Más tarde la familia Djokovic se mudó a Belgrado y como las estructuras del club Partizan no eran suficientes, lo envió a una academia en Alemania. Estaba a 3 años de su debut profesional. Antes, la experiencia de la guerra de Kosovo (1999) lo marcó profundamente. A sus 12 años, para protegerse de los bombardeos de la OTAN sobre Serbia, durmió 2 meses y medio entre los refugios antiaéreos.

Patriota, aunque vive en Montecarlo, siempre sostuvo la causa serbia. Fue de hecho la victoria en la Copa Davis 2010 “su mayor emoción en una cancha de tenis”, un triunfo que le sirvió para dar el paso definitivo en su carrera.

Su vida fuera de las canchas

Convertido en un fenómeno físico, según él después de empezar a seguir un régimen sin gluten, y más constante en su concentración, Djokovic ganó en 2011 el Abierto de Australia, Wimbledon, US Open y el Masters. Sólido en las tres temporadas siguientes, tuvo un año de ensueño en 2015, en el que únicamente se le escapó Roland Garros, el único grande que no ganó.

Fuera de las canchas también parece haber encontrado el equilibrio perfecto. En 2014 se casó con la mujer con la que comparte su vida en la última década y es padre de un niño de 15 meses. “Intentar tener una mirada positiva sobre la existencia guardando una sonrisa en los labios”, es una de sus frases de cabecera.

Culto, políglota, humilde en la victoria y en la derrota, siempre respetuoso con sus adversarios, Djokovic parece haber cambiado la imagen de ‘enfant terrible’ que tuvo durante sus primeros años en el circuito.

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