En la Argentina la uva ha tenido desde siempre una relación entre su producción y la elaboración de vino. El Estado ha entrado en una participación artificial para mantener el precio, tanto de una cosa como de la otra: bloqueos, prorrateos, destilación, y ahora un acuerdo entre Mendoza y San Juan para la elaboración de mostos con porcentajes mínimos por bodega, acuerdo que no beneficia a nadie y tiene además una finalidad todavía discutida e incierta.
Sin embargo, jamás se ha hecho algún esfuerzo para generar un mercado consumidor de uva en fresco y de pasas de uva. No hace falta aclarar en este comentario que el país cuenta con innumerables zonas donde la producción de variedades específicas para ese consumo son ideales, tanto a lo largo de los Andes como en el resto de su territorio.
Mientras la caída en el consumo de vino no ha encontrado piso, aquellas incoherentes campañas nacionales para promoverlo, “Con vino es vida”, “La bebida de los pueblos fuertes”, vino turista(!), “Vino argentino, un buen vino” no han servido para que el consumidor mejore ese declive.
A ese escaso consumo interno se le suma que Argentina exporta alrededor de 2% a 2,5% del total de uva en el mercado internacional. Chile tiene 30% y Estados Unidos, con sus altos costos le sigue cerca, con China con una producción y consumo inmensos al igual que la India), se debería considerar hasta como política de Estado mejorar esta situación.
Si evaluamos la necesidad de esa mejora, debería el Estado nacional facilitar el ingreso de uvas de variedades sin semilla, variedades que el INTA ha estado también desarrollando, para generar el mercado consumidor al mismo tiempo que créditos favorables sean otorgados a quienes estén dispuestos a cambiar las cepas de sus viñedos, a injertar o a emprender nuevas plantaciones. Las estadísticas demuestran que desde 2000 hasta 2014 la producción de vino en el mundo se ha reducido del 60 al 55%, mientras la de uva en fresco ha aumentado del 25% al 35%.
Para terminar, me pregunto cuántos niños y jóvenes han probado una sola pasa de uva, alimento dulce hoy considerado excelente y que debería remplazar la ingesta de azúcares reconocidos como de una cuestionada bondad para la salud.