Diván para dos: los motivos que nos llevan a terapia

La psicóloga y sexóloga Mariana Kersz brinda un panorama de cuáles son los cinco puntos sensibles a los que la pareja vuelve una y otra vez.

Diván para dos: los motivos que nos llevan a terapia
Diván para dos: los motivos que nos llevan a terapia

Si bien algunas parejas llegan "tarde" a la consulta (al borde de la separación) muchas tratan sus problemas a tiempo, cuando los primeros inconvenientes en la comunicación o en la convivencia empiezan a dar señales. En estos casos se realiza una tarea principalmente preventiva, brindando técnicas y estrategias a la pareja que consulta para poder ayudarlos a mejorar su calidad de vida.

En el caso de las parejas que consultan como último recurso, antes de tomar la determinación de separarse, se suelen escuchar otras situaciones, mucho más complejas: uno de los integrantes muestra una profunda distancia emocional del otro, lo que se traduce en el total desinterés por salvar o rescatar algo de la relación.

Suele haber en este caso comentarios del estilo "vine porque me lo pidió, por mí me quedaba en mi casa", "a mí ya no me interesa nada de lo que me diga, no me voy de casa porque estoy esperando que se vaya y me deje en paz", "sentí mucha presión para venir y lo hice solo para que deje de insistir y molestar con el tema".

La intención en el consultorio es hacer una lectura total de lo que le sucede a la pareja, escuchar ambas versiones y poder negociar, llegar a puntos en común pero también acercar recursos. Ahora, ¿cuáles son los puntos sensibles a los que las relaciones vuelven una y otra vez? Si bien cada caso es particular, existen algunos motivos de consulta habituales. En orden de aparición:

 1.Disfunción sexual o falta de deseo

Muchas parejas dejan de tener deseo sexual y esperan que esto se resuelva con el tiempo, de manera natural y espontánea. Lo cierto es que la falta de deseo sexual no tiende a mejorar con el tiempo, por el contrario, empeora y generalmente trae aparejadas otras disfunciones como dificultades en la erección o dolor en la penetración.

Cualquier síntoma con el que se encuentren en la sexualidad: falta de deseo, vaginismo, dolor en la penetración, eyaculación precoz o disfunción eréctil, no es más que la cima de un gran iceberg, por eso es fundamental investigar, conversar con ambos respecto sobre cómo está la pareja, la convivencia, la comunicación; es decir, los pilares de la relación.

Ahí detectamos si algo de lo que se está poniendo de manifiesto en la sexualidad hunde sus raíces en conflictos profundos de la pareja que deban resolverse.

En todos los casos se trabaja siempre en forma integral, no sólo el síntoma sino todo lo que la pareja pueda traer para mejorar su conexión íntima.

 2. Infidelidad

El amor para toda la vida se inventó cuando la expectativa de vida duraba 30 años. Hoy podemos vivir hasta los 80 años o más y el matrimonio único ya no suena tan motivador como entonces.

Le pedimos a la misma persona durante 50 años que sea incondicional, sostén emocional, económico, que comparta la crianza adecuada de los hijos, una convivencia con humor y buena predisposición para el sexo. La infidelidad en este contexto de cambio y transición de los modelos de amor aprendidos también suele ser el gran motivo de consulta.

Este aspecto deja al descubierto falencias y dificultades en otras áreas de la vida cotidiana de la pareja que por supuesto están muy vinculadas a la sexualidad.

 3. Dificultades en la convivencia

Falta de tiempo juntos, desencuentros respecto a las crisis vitales, diferencias en los modos de pensar y actuar la maternidad o la paternidad, la crianza de los niños, la jubilación, la salida de los hijos del hogar, los nietos, duelos, etc.

En estos casos se buscan estrategias para que la pareja enriquezca todos los recursos con los que ya cuenta, y se orienta respecto a las expectativas que pueden plantearse a futuro, acompañándolos a mejorar su calidad de vida.

 4. Falta de comunicación

Cuando hablamos de dificultades de la comunicación en una pareja la solución no es “hablar más” o “generar más espacios para hablar”, porque la pareja ya tiene un patrón, una forma de funcionamiento, que le impide sentarse a conversar con naturalidad.

Este es uno de los temas esenciales dentro de la terapia y lo que se busca es analizar los modos de comunicación para que ambos puedan detectar en qué están funcionando pero también en qué fallan. Lo que se intenta es modificar esa conducta tóxica y nociva por otras que sean saludables y efectivas (y procurando que ambos se sientan importantes y escuchados).

 5. Dificultades familiares

Familias ensambladas, discusiones con la familia de origen o la familia política, inconvenientes para resolver rencores o enojos familiares que muchas veces afectan a la pareja sin que ninguno de ellos haya participado de la discusión.

Hay casos donde las parejas se terminan finalmente separando por una discusión con una u otra de las familias de origen.

Por supuesto, una vez más, estos son solo emergentes del gran iceberg del vínculo, el 50% que cada uno pone en la relación y el modo en que afecta a la dinámica del día a día harán el resto.

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