Mientras continúan los movimientos entre las autoridades provinciales, nacionales, la empresa Vale y contratistas y subcontratistas del proyecto Consorcio Río Colorado en Malargüe, la UTE Cartellone-Distrocuyo desmantela la zona de dormitorios, comedores y oficinas en el obrador que posee en la localidad de El Cortaderal, a 140 kilómetros al Este de la mina.
Ésta fue la novedad más comentada en los ámbitos sindicales, especialmente de la Uocra, que se encuentra bloqueando la entrada al complejo hasta que la Justicia se expida sobre la medida cautelar presentada, que refuerza la conciliación obligatoria para no despedir empleados.
José Luis Lemos, delegado gremial de Malargüe de la Uocra, señaló que "el gremio no tendría nada que ver porque la empresa habría rescindido el contrato con Vale hace algunos días, antes de la conciliación obligatoria. Si despide a la gente seguro le abonará lo que corresponde".
Emilo es empleado de una contratista y reside en ese lugar desde hace alrededor de 15 años. Se mostró resignado. "Hicimos algunos arreglos en la casa con mi señora que aún está trabajando en la mina en la cocina pero ahora deberemos ajustarnos porque esto no va más. No creo que sea culpa de las empresas mendocinas sino de Vale", aseguró. Debemos esperar hasta que termine la conciliación obligatoria".
Cabe destacar que un sueldo promedio de un oficial en albañilería o plomería era de alrededor de 15.000 pesos por mes. "Ahora sólo nos están pagando lo básico que no llega en muchos casos a 3.000 pesos", afirmó.
Por su lado Ricardo y Claudio son dos obreros que están trabajando en el desmantelamiento de los dormitorios, algunas oficinas y comedores. "A nosotros nos pagan aún, pero no sabemos cómo sigue el tema después de que terminemos de desmantelar aquí".
Cerca del lugar está la transformadora eléctrica que había empezado a montar Distrocuyo, pero el trabajo también se interrumpió a partir de diciembre. El avance de la obra es de un 30% y del tendido de la línea sólo se han terminado las bases.
En el campamento propiamente dicho, ubicado unos cuatro kilómetros al sur de esos dormitorios, todo está paralizado y sólo se ve actividad en una casilla de control en la entrada. Nadie quiso dar información pero era fácil ver que sólo habían unas pocas personas que son de mantenimiento, seguridad y cocina.
"Aquí nadie ha venido a decirnos nada", afirmaron dos de los empleados que no dieron su nombre "porque todavía no sabemos qué pasará".