Distorsión en la cadena de distribución

Analistas económicos nacionales advierten que el Ministerio de Economía estaría estudiando algunos aspectos que se plantean en la cadena de distribución y que generan precios demasiado elevados entre lo que recibe el productor y lo que paga el consu

Distorsión en  la cadena de distribución

Días pasados, durante una conferencia de prensa a modo de balance de su primer mes de gestión, el ministro de Economía de la Nación, Alfonso Prat Gay, manifestó entre otros aspectos su preocupación por lo que consideró algunos “aumentos desmedidos” en artículos de primera necesidad.

Fundamentó su posición en el hecho de que se trataba de productos que no contaban con componentes importados, razón por la cual no comprendía el aumento que se había producido como consecuencia de la devaluación, más aún cuando los valores de diciembre ya venían acompañando a la inflación. Advirtió a los “formadores de precios” a que revean su posición, aunque no anticipó algún tipo de reacción por parte del Gobierno.

Al hacer alusión al tema, analistas económicos de la Capital Federal coincidieron en señalar que el planteo de Prat Gay surgía del informe proporcionado a principios de mes por el área de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, que elaboró un índice de precios para una canasta de 20 alimentos del agro, relevada en la segunda quincena de noviembre, en la que se advierte que la diferencia promedio entre el precio que pagó el consumidor en góndola superó en 7,25 veces a lo que recibió el productor en el campo, pero con brechas de entre 15 y 17 veces en productos como pera, acelga, arroz y manzana roja.

Según el IPOD, los productos más afectados por las distorsiones de precios en la cadena del mes fueron: la pera, con una brecha de 16,85 veces, seguida por la acelga de 16,16 veces, el arroz de 15,48 veces, la manzana roja de 14,85 veces, y la naranja de 8,96 veces. Por ejemplo un productor de pera recibe por kilo $ 1 mientras que al consumidor se le cobra $ 16,82 (1.581%). Por la acelga se paga $ 2,22 y se cobra hasta $ 35,88 (1.516%), por la manzana los números son $ 1,50 y $ 22 (1.385%) y los de la naranja $1,10 y $ 8,96 (795%) respectivamente.

En el contexto global cabría quizás hacer algún tipo de aclaración.  La Argentina es un país muy grande y el costo del transporte se instala como un componente importante en la cadena de distribución. A ello habría que agregarle que algunos productos, a excepción del arroz, necesitan tratamientos especiales para el traslado. Las peras y las manzanas, por ejemplo, deben mantener el frío para demorar su maduración y llegar en condiciones al mercado final.

Para ello necesita de camiones térmicos, mientras que la acelga debe ser trasladada de noche para evitar el calor y así mantener su condición de frescura. De todos modos, ninguno de los aspectos señalados constituyen un elemento tan importante como para generar ese tipo de incremento en los precios entre el productor y el consumidor. Más aún, no se entiende que algunos productos agrícolas locales tengan un precio superior en la provincia que los que paga el consumidor en el Mercado Central de Buenos Aires, como podemos advertir cuando se habla de precios a nivel nacional.

El índice de precios en origen y destino comenzó a realizarse en agosto de 2015,con la intención de conocer las diferencias en el precio que se pagan por algunos productos alimenticios y tuvo una cobertura geográfica nacional que comprendía Buenos Aires (Capital y provincia), Corrientes, Córdoba, incluyendo a Mendoza, entre otras provincias.

También permitió conocer que, para los mismos productos, mientras en la Argentina el precio entre el productor y el consumidor es de 6,8 veces, en España es de sólo 4,4 veces, por lo que la Argentina supera en un 53,2 por ciento al país europeo.

Según se afirma, en ese aspecto de la intermediación hará hincapié el Ministerio de Economía para conocer el funcionamiento del mercado y actuar en consecuencia, sin interferir en el libre juego de la oferta y la demanda. De llegarse a una solución, el productor local podría verse beneficiado porque sus productos podrían llegar a valer más y no verse obligados, como ocurre actualmente en algunos casos, a arar sus cultivos y utilizar sus productos a modo de abono. Beneficio que, de aplicarse alguna medida,  también alcanzará al consumidor final.

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