Es médica natural con orientación antroposófica. También socióloga. La música es otra de las facetas vitales de esta mujer que eligió vivir en Mendoza y transmitir lo aprendido en su rol de terapeuta, docente y portadora de una voz que recoge un abanico de sonidos con la inconfundible impronta latinoamericana.
Por Andrea Calderón
Nació en Bahía Blanca. Estudió Sociología y más tarde Medicina. Con el padre de sus hijos llegó a nuestra provincia hace 33 años, cuando una oportunidad de trabajo le abrió la puerta al mapa de la Cordillera. Patricia Giner es la mujer del otro lado del escritorio, la del pelo ondulado y los ojos verdes. La versatilidad forma parte de su carácter, considera, sin embargo los primeros tiempos en Mendoza no fueron de fácil adaptación.
"Me costó acostumbrarme al paisaje y a las personas. Empecé a amar Mendoza cuando me metí en el espíritu de su música y en los duendes de las montañas y las viñas. Finalmente me ganó el corazón. Le estoy muy agradecida a esta tierra y le reconozco muchas cosas importantes en el transcurso de mi vida, como el hecho de que mis hijos hayan nacido acá", dice.
Patricia es colaboradora del Centro de Alternativas para el Desarrollo -una ONG de Chile-, fue docente en la cátedra de Medicina Preventiva de la UNCuyo, es profesora en la carrera de Obstetricia de la Universidad del Aconcagua, atiende su consultorio de medicina natural con orientación antroposófica y está al frente de su proyecto musical como solista y en compañía de músicos como Bernardo Ríos, Marcelo Sánchez, Eduardo Ordóñez y Walter Anselmi.
En medicina, adhiere a dos conceptos revolucionarios de Hipócrates, el "primer gran epidemiólogo de Occidente": Natura y vix medicatrix -que todos los seres vivos están en condiciones de vencer por sí mismos a la enfermedad y que la naturaleza ofrece todo lo que necesitamos para estimular las fuerzas internas-.
En esta charla, Patricia Giner habla de su vida, la medicina educativa que ejerce y algunos de los conocimientos que cosechó del estudio y las experiencias personales.
-¿Qué autores del espíritu musical mendocino te conquistaron?
-Y… Tejada Gómez fundamentalmente. Félix Dardo Paloma. Y sobre todo descubrir, desde mi vinculación con la música, la gestación del Nuevo Cancionero, que fue tan trascendente para la revolución cultural Argentina de ese momento, en la década de los ´60.
-¿Cómo recordás tu infancia en Bahía Blanca?
-Tuve una infancia feliz. Con mi familia vivimos cuatro años en Ushuaia cuando yo era chiquita y después volvimos a Bahía Blanca. Mis papás eran libreros, tenían una librería muy conocida allá en el Sur. Mi niñez fue entre música, libros y mucho amor de una familia numerosa, porque somos cinco hermanos -yo soy la tercera- . La cercanía del mar también fue importante. El mar es el ámbito en el que lo que falta de verde uno lo pone con la amplitud de la mirada. Por eso decía Atahualpa Yupanqui: Hasta la música y el carácter lo desarrolla también la tierra en la cual habitamos. Y habitamos Argentina, donde básicamente nos gana la emocionalidad y es lo que extrañamos cuando andamos por el mundo: encontramos mil defectos pero nos gana el calor de la gente, el percibir al otro desde el corazón. Tiene sus contras pero también sus beneficios.
TODO LO QUE HAGO EN MI VIDA ES UNA INTEGRACIÓN: LA SOCIOLOGÍA, LA MEDICINA Y LA MÚSICA. EN UNA COSMOVISIÓN MÁS CARTESIANA ESTÁ EL CONCEPTO DE QUE SI HACÉS MÁS DE UNA SERIE DE COSAS SEGURAMENTE LAS HAGAS TODAS MAL. ESO DESPUÉS LO EVALÚA LA GENTE. YO SOY MUY FELIZ HACIENDO TODO.
-¿Por qué estudiaste sociología y luego medicina?
-Todo lo que hago en mi vida es una integración: la sociología, la medicina y la música. La música estuvo antes que lo demás: a los 5 años bailaba folclore, a los 8 tocaba el piano, a los 11 la guitarra… En una cosmovisión más cartesiana está el concepto de que si hacés más de una serie de cosas seguramente las hagas todas mal. Eso después lo evalúa la gente. Yo soy muy feliz haciendo todo. Básicamente mi trabajo pasa por la medicina natural de orientación antroposófica, a la que le doy prioridad fundamentalmente por una cuestión de demanda. Me encanta lo que hago, esto de abordar al ser humano con una mirada más ampliada donde no sólo se contempla lo físico y biológico sino también lo anímico espiritual. Trato de enseñarle al paciente que existe una geografía paralela que se puede transitar y que nos brinda milagros que están en lo cotidiano. Sucede que uno tiene que desarrollar la capacidad y la mirada para percibirlos. No hay que esperar grandes milagros, hay una suma de milagritos que a diario construyen el gran milagro de la vida.
-¿Cuáles son esos milagros que encontrás en lo cotidiano?
-La luz que veo cuando abro los ojos, el Sol -que después de milenios sigue alumbrando-, el hecho de que puedo respirar. Ese es el primer gran milagro: ser conscientes de la entrada de aire gracias al cual podemos vivir. En México, en una comunidad náhuatl existe el concepto de que cuando un ser humano enferma la sociedad toda está enferma entonces se debe revisar qué está pasando en la forma de pensar, de hablar, de transmitirle a los niños. Una sociedad no es más sana por el solo hecho de tener más hospitales. Los centros de atención médica tienen que ir en paralelo al desarrollo de la población pero si se crean instituciones de manera exagerada seguramente es porque algo funciona mal en el ámbito preventivo de la salud. En vez de gastar tanto dinero para investigar terapias contra el cáncer por qué no investigamos lo que lo desencadena: desde el consumo de alimentos con aditivos que son cancerígenos, las bebidas con sustancias nocivas, los pensamientos que alteran la atmósfera, las formas de actuar desde la industria o desde el trabajo en la tierra. Es importante desde la medicina y como docente invitar a pensar y ser conscientes de nuestro patrimonio: nuestro Yo, que es lo único inembargable e inextinguible que tenemos y que nos sigue a todas partes.
-¿Cuál es el enfoque de la medicina natural con orientación antroposófica?
-Ese justamente, que el ser humano no termina acá sino que nuestro vínculo es con la naturaleza y con el mundo espiritual. En este gran universo apelamos a encontrar las fuerzas sanadoras y particulares de cada ser humano de acuerdo a su historia biográfica hasta la actualidad. En antroposofía trabajamos mucho con el concepto de septenios, porque cada siete años se produce un cambio importante en toda nuestra estructura física, fisiológica y anímica. Esta transformación supone una modificación en la esfera del pensamiento. Se trata de ayudar para que el camino esté marcado por el amor, la veracidad y la claridad de pensamiento.
Es un ideal, es a lo que uno quiere llegar y es lo que se imprime, por ejemplo, en la pedagogía Waldorf, sobre todo durante los primeros tres años de vida que son tan importantes en la vida de un ser humano. Lo que se ofrece es vincularse a un proyecto de vida, no de muerte, donde los cuatro pilares fundamentales son el pensamiento, la respiración, el alimento y el movimiento. Si falta alguna de estas patas, nuestro proyecto de vida se cae. Se trata de encontrar una simultaneidad en la forma de pensar, de sentir, de metabolizar y de actuar.
EN ANTROPOSOFÍA TRABAJAMOS MUCHO CON EL CONCEPTO DE SEPTENIOS, PORQUE CADA SIETE AÑOS SE PRODUCE UN CAMBIO IMPORTANTE EN TODA NUESTRA ESTRUCTURA FÍSICA, FISIOLÓGICA Y ANÍMICA. ESTA TRANSFORMACIÓN SUPONE UNA MODIFICACIÓN EN LA ESFERA DEL PENSAMIENTO.
-¿Cómo se maneja la medicación bajo este paradigma?
-En el caso de la antroposofía, por ejemplo, se utiliza mucho el medicamento que parte del proceso de los vegetales y los minerales. La medicina antroposófica ayuda a direccionar el encuentro con las fuerzas físicas y anímicas, y su estado en determinados órganos claves como son el corazón, que refleja el calor interno; los pulmones, órganos del pensamiento; el hígado, que se traduce en la voluntad; y los riñones, que marcan la vivacidad y el temperamento. A todo esto yo le integro los recursos de la medicina natural, que son fantásticos. Es importante en todo esto la alimentación. Este paradigma es muy distinto al medicamentoso: no es una sustancia la que va a sanar sino la persona que con la ayuda del médico sale adelante y potencia las fuerzas internas. También hay pacientes que se entregan y otros que quieren salir adelante, algunos que pasan todo por el tamiz de la mente y otro que abren el corazón.
-¿Ves un cambio de consciencia en las nuevas generaciones?
-Más allá de la coyuntura política, estamos inmersos en una humanidad que tiene un gran influjo tecnológico y la tecnología, como está siendo usada irracionalmente, nos está quitando la capacidad de consciencia. Entonces tenemos cantidad de niños, incluso a mí me derivan muchos, que pasan horas frente a pantallas porque sus papás tienen que trabajar mucho o sus mamás están ausentes y son niños que no pueden incorporar su Yo; de ahí surgen problemas de hiperquinesia, déficits atencionales y es más fácil solucionarlo con una pastilla. Sin embargo un niño en estas condiciones está invitando a sus padres a hacer un cambio sustancial.
-¿Qué representa la música en tu vida?
-Esto lo leí de Kundera, en La inmortalidad: a uno le entregan una sinfonía cuando nace y a lo largo de la vida se puede cambiar de director, hacerla una gran sinfónica o una orquesta de cámara; el único trabajo que hay que hacer es que la pieza suene afinada y perfecta. La música ha representado mi cable a tierra y es el elemento de conexión con todo lo que hago.