Fernando Iglesias confunde “discurso” con los testimonios/confesiones de los propios actores (Menem, Galimberti, etc.), que me relevan de mayor prueba.
Vuelvo a confrontar con un juego de palabras e interpretaciones sesgadas y caprichosas que Iglesias arma y difunde convenientemente, con total impunidad.
Postular al peronismo como mentor de nuestras tragedias culturales, políticas, sociales y económicas evidencia un pensamiento indocto y una verdadera aberración historiográfica
Joaquín V. González (1863/1923), prueba que los problemas argentinos son muy anteriores al peronismo: “En una u otra esfera, en una u otra condición, por venalidad, por codicia, por ambición, por comodidad, por ignorancia, por miopía, por miedo o por estupidez, una porción de hombres, en cuyas manos está la defensa de los intereses soberanos del Pueblo Argentino, se hallan al servicio del capital extranjero” (cita, Julio V.Canessa “La Real Situación Petrolera” Bs. As., Ed. Colombo, 1958)
Iglesias reconoce que “entre las muchas consecuencias positivas del abandono al que la política argentina me sometió entre 2011 y hoy está la de ayudarme a una precisa distinción entre advenedizos y amigos”.
¿Qué ideología profesan los advenedizos que esta vez estaban de su lado? ¿Eran peronistas?
La tapa del libro de Iglesias es rara. Allí aparece Perón con su mano izquierda apoyada en el coche que transporta al Gral. Uriburu. Ello es prueba suficiente para Iglesias del grado de "confianza", y complicidad, de ambos militares en el golpe de Estado de 1930.
Emitir un juicio de valor tan concluyente en base a una foto es rústico e infantil (como el resto de sus engendros dialécticos) y absurdo.
Los golpes de Estado los ordenaban coroneles y generales y los ejecutaban oficiales con mando sobre tropas con suficiente poder de fuego. Perón en ese momento es profesor en la Escuela Superior de Guerra: “Yo era capitán en esa época, no entendía mucho de estas cosas, pero se trataba de una revolución militar y por espíritu de cuerpo todos los que estábamos en la Escuela de Guerra la apoyamos, aunque luego vimos con claridad que era un movimiento reaccionario. Fui un juguete del destino, como todos” (cita, “Perón, El hombre del destino”, E. Pavón Pereyra, Bs. As. Ed. Abril Ed. y Cultural, pág. 102)
La situación en 1943 es bien distinta. A partir de la caída de Yrigoyen, Argentina se ha consolidado como una factoría inglesa. El pacto Roca- Runciman (1933) cumple su objetivo. El directorio del Banco Central se designa en Londres. La situación social es peor. Se gobierna para un sector social pequeño, muy rico, dueño de la tierra, beneficiario de los negocios agroexportadores. Las empresas son en un 70% extranjeras y se condena a la miseria a una enorme masa de trabajadores peones de campo y obreros industriales que no tienen nada, que muchas veces cobran su salario con vales que sólo sirven para comprar comida en los almacenes de los dueños de los campos.
La democracia es una ilusión. A diferencia de otros países hermanos, la mujer no vota; no puede elegir ni ser elegida. Los hombres tampoco. Es la época del fraude patriótico, gobierna Castillo y el país está a las puertas de un nuevo fraude electoral, con Patrón Costas como candidato oficial.
En ese grave contexto económico, social e institucional se produce el golpe revolucionario de 1943, que incuba algo impensado. Perón molesta a muchos, por su prestigio y pensamiento (alejado del nacionalismo del general Avalos como del liberal jefe de la Marina de Guerra vicealmirante Vernengo Lima), por lo que es asignado a un destino que lo mantendría alejado, inocuo: el Departamento de Trabajo, una oficina meramente burocrática, porque en esa época los problemas laborales se arreglaban a los palos y con los dirigentes sindicales presos.
Perón crea en noviembre de 1943 la Secretaría de Trabajo y Previsión y en el trabajo conjunto con buena parte de la dirigencia sindical se gestan profundas transformaciones sociales y laborales, como la creación del Estatuto del Peón de Campo (octubre/1944), los convenios colectivos de trabajo, se revisa la cuestión salarial, etc., medidas que reinvidican a los sectores del trabajo más postergados, casi esclavos en esa época.
En febrero de 1946 Perón es elegido Presidente, en elecciones limpias, democráticas, pero en serio (no las que añora Iglesias). Una de sus primeras grandes realizaciones, la estatización de los ferrocarriles que estaban en manos inglesas, es coronada con un histórico gesto de grandeza: los tres grandes ramales ferroviarios pasan a llamarse Gral. Roca, Presidente Sarmiento y Gral. Mitre, símbolo inconfundible de la unidad histórica que Perón enarbola, que resulta permanentemente boicoteada por los sectores “democráticos”.
Ocho mil escuelas, más de quinientos hospitales, usinas y centrales hidroeléctricas, diques, miles de kilómetros de rutas que aún se usan, aeropuertos, tendidos eléctricos y gasoductos formaron parte de las más de 76 mil obras públicas que el gobierno de Perón lleva a cabo desde febrero de 1946 hasta setiembre de 1955.
Cerca de 70 mil en el interior del país y no incluyen el medio millón de viviendas construidas con materiales nobles (barrios bancario, ferroviario, etc), ni los hogares escuela, los geriátricos estatales, los cuatro centros turísticos de excelencia como Chapadmalal en Mar del plata, los asilos de tránsito para mujeres solteras, ni los asilos para inmigrantes. Con un detalle, éramos solamente 16 millones de habitantes.
Si la historia que cuenta Iglesias fuera cierta, el vicecomodoro Pellegrini, antiperonista en 1955, no se hubiera hecho cargo de Aerolíneas Argentinas a principios de 1974, por expreso pedido del Presidente Perón. Aerolíneas Argentinas no hubiera tenido el único plan estratégico exitoso que tuvo en toda su historia.
- General -dice Pellegrini- yo fui su enemigo en 1955. “No busco amigos”, le contesta Perón, “busco gente capaz”. Así lo cuenta Enrique Piñeyro (Radio Mitre, “Lanata sin filtro”, set/2015).
Podría citar cien ejemplos más que desmienten las afirmaciones, conjeturas, hipótesis y “ejercicios mentales” de Iglesias. Podría escribir un libro entero.
Iglesias dedica el suyo a "todos los pibes de buen corazón que estos canallas sin alma estafaron miserablemente".
Yo le pido, amigo Iglesias, que no haga lo mismo.