Comencemos por el principio. Por el significado de los términos del título.
Discurso, es la manifestación de lo que se siente o piensa; sobre, es acerca de; el, es un pronombre personal de tercera persona (sic) y es también un artículo determinado, masculino, singular. En nuestro caso es un artículo. Precio: generalmente se denomina precio al pago o recompensa por la obtención o uso de un bien o servicio.
Aunque el pago no necesariamente se efectúa en dinero, los precios son normalmente referidos o medidos en unidades monetarias. Ello se debe a que la moneda, además de servir de medio en los intercambios y favorecer por ello las transacciones, tiene también la cualidad de unidad de medida.
En derecho, el precio es la contraprestación monetaria en una serie de contratos, como el arrendamiento o la compraventa.
Para el Diccionario Enciclopédico Ilustrado Visor, precio es el valor pecuniario en que se estima una cosa. Es el valor ideal en dinero de los bienes o servicios que en régimen de libre competencia resulta de la confrontación de la oferta y la demanda.
Fue opinión de la doctrina escolástica, que en materia económica era posible fijar precios justos para todas las actividades.
Para los economistas que siguieron, existía una estrecha relación entre el precio justo, el precio normal competitivo y el costo de producción.
Son varios los criterios y opiniones que se aplican al vocablo precio, tales como en competencia perfecta, en imperfecta, en monopolio, oligopolio, monopsonio: precio de oferta, de demanda: y también mucho se ha escrito, especialmente sobre teoría de precios.
En esta oportunidad aplicaremos el “Discurso del método”, de Renato (sic) Descartes, y vamos a desconfiar de todo lo expuesto en materia de precio, especialmente de la teoría marginal por cuanto se fundamenta en dos criterios falsos: la inclusión del costo del producto en la determinación de su precio y el supuesto de costos variables y fijos para la economía social.
Con relación a la variabilidad del costo del producto, es correcto para toda empresa, pero erróneo para la economía política, social o comunitaria, donde todos los costos son variables como lo demuestra la variabilidad de empresas, de técnicas, administración, ubicación, etcétera utilizados y la variabilidad de los propios costos de cada empresa. Y cuando todos los costos son variables, no existe costo marginal.
Con respecto a la inclusión del costo del producto en la formación de su precio, es incorrecta por cuanto: en primer lugar, todo costo del producto es a posteriori a su producción, traslado y/o comercialización; en segundo lugar porque dicha opinión invalida el cálculo económico que indiscutiblemente resulta de la comparación pura de costo y precio, no de una mezcla de dos cosas distintas y porque es el precio el que determina el costo del producto y no viceversa.
Costo es el efecto de los precios de los insumos de todo producto mientras que el fenómeno económico denominado precio es un proceso mental de los individuos que nace por la necesidad humana, concluye con el intercambio y se cuantifica a través de la relación existente entre lo entregado y lo recibido.
Dicho criterio rechaza toda teoría que incluya el costo en la formación del precio.
Precio es un fenómeno que nace con el embrión económico, con la locomotora económica, con la génesis económica, que es la necesidad humana.
Si no tuviéramos necesidades, no tendríamos ningún motivo para tratar de conseguir lo que no necesitamos. La causa de todas las actividades económicas es la necesidad humana.
Por ella tranzamos, compramos, vendemos, producimos, trasladamos, etcétera. La necesidad humana origina el juicio del valor económico, es decir, la apreciación subjetiva del grado de utilidad de la cosa para satisfacer la necesidad y el valor económico determina el precio de transacción.
Cuando el valor de ambas partes contratantes coincide, el intercambio se realiza en el precio de equilibrio, que es el precio justo y necesario para dicha operación. Observamos entonces que cada transacción tiene un precio justo, de equilibrio para ambas partes.
Las cosas no tienen valor por sí mismas. El valor económico es subjetivo y variable, porque la necesidad no es la misma para todos los humanos ni tampoco para cada humano en distinto tiempo y lugar.
Escribió Bertrand Russell en la introducción a su libro Investigación sobre el significado y la verdad: “Todos partimos del realismo ingenuo, es decir, la doctrina de que las cosas son lo que parecen.
Creemos que la hierba es verde, las piedras duras y la nieve fría. Pero la física nos asegura que el verdor de la hierba, la dureza de las piedras y la frialdad de la nieve no son el verdor, la dureza y la frialdad que conocemos por nuestras propias experiencias sino algo muy distinto. El observador, cuando piensa que está observando una piedra, está observando en realidad, si hemos de creer a la física, los efectos de la piedra sobre él”.
En conclusión, precio es el efecto del valor asignado al bien y es variable.
La consecuencia de dicho criterio es que para cambiar cualquier consecuencia (precios, volúmenes de ventas, etcétera) se debe actuar sobre la necesidad o la apreciación de utilidad del bien.
Dicho criterio explica el fracaso de las fijaciones de precios, leyes de abastecimiento, etcétera que atacan consecuencias y no la causa, provocando trabas en la actividad económica y desocupación.
Esta condición la conocen y aplican las empresas de propaganda y publicidad por cuanto atacan el origen del fenómeno: por lo general mostrando las cualidades y ventajas del producto para conseguir mayores ventas y/o mejores precios.
Justo es quien obra según justicia y razón. Justo es exacto, cabal, sin exceso ni defecto. Cuando no falta ni sobra. En materia económica, justo es cuando no beneficia ni perjudica a ninguna de las partes contratantes y cuando permite el intercambio.
Si este discurso fue correcto, la conclusión es que es una utopía creer que puede haber un solo precio justo para cada bien o servicio. Hay tantos precios justos como transacciones realizadas.