Dirigencia malandra que abusa y denigra

Dirigencia malandra que abusa y denigra

El sábado 10 de octubre de 2015 amaneció fresco y soleado. Cientos de entusiastas muchachitos plenos de buena voluntad, idealismo y espíritu solidario cumplieron con alegría los mandatos de su vocación. A pocos días de la elección presidencial, los militantes llevaron alimentos, remeras con inscripciones de agrupaciones oficialistas, documentación. Fueron a los barrios carenciados del Gran Buenos Aires a darles de comer casi en la boca a los pobres, llevando su mensaje de militancia, de admiración por dirigencias que nunca irán a esas villas; consignas vacías, repetidas como loros, con la fuerza, la arrogancia y la prepotencia que los adolescentes vuelcan tras haber sido sometidos a un lavado de cabeza. Hablaban de esos dirigentes como si fueran superhéroes.

Aquellos muchachitos bien inspirados, con toda la inocencia de sus 17-18 años, tenían cada vez más trabajo, más campo que cubrir, o reunir más militancia para acometer la tarea de llevar las dádivas a cada vez más pobres. Mientras, su dirigencia admirada, los adultos diseñadores de esas políticas, los administradores de los recursos, daban al plan un sentido distinto: aquellos fondos del Estado o de la “política” -eufemismo que esconde coimas y venta de bills de indemnidad para el desarrollo de negocios espantosos- estaban siendo conducidos a través de los jóvenes idealistas apuntando a que los pobres siguieran siendo pobres y, si fuera posible, que hubiera más pobres porque, en sus cálculos miserables, cada dádiva y mensaje representaba la posibilidad de un voto, no de sacar de la pobreza ni mitigársela a quien los recibía.

Es el pretendido voto cautivo de aquellos a quienes la esperanza se les ha agotado y sólo aguardan la dádiva que los mantenga vivos. ¿Qué representa ese voto para cada uno de ellos en esa triste situación? Nada. ¿Qué representan esos miles y miles de votos para la dirigencia malandra que abusa del espíritu y la solidaridad de los jóvenes y denigra y explota la pobreza? Representan la posibilidad de seguir lucrando en el poder para beneficio propio.

Entonces ¿no hay que asistir a los pobres? ¿No hay que militar? ¿No deberían los jóvenes ser idealistas y solidarios? Claro que sí. Hay que hacerlo con políticas de Estado de verdad, transparentes, con educación, con salud, con trabajo digno, con libertad en todo sentido, sin segundas intenciones que quedan demostradas en las riquezas descomunales que adquieren esos dirigentes aludidos cuando pasan por el poder. Hay que hacerlo con planes que apunten y logren primero encorsetar e inmediatamente reducir la pobreza y la indigencia a las que el kirchnerismo ha pretendido esconder para no “estigmatizarlas”. Hay que hacerlo sin hipocresía.

La historia de aquel sábado de octubre de 2015 viene a cuento porque anteayer, lunes 10 de octubre de 2016, feriado, los jóvenes con sus canastas llenas de dádivas y consignas no estuvieron. Seguro que a ellos les gustaría disponerlas y distribuirlas, pero lo cierto es que el kirchnerismo ya no dispone de los recursos del Estado y el oficialismo tiene otros planes; pero quizá la razón fundamental es que para las próximas elecciones todavía falta un año.

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