En estos días ha tomado estado público la decisión del Gobernador Francisco Pérez, de impulsar la creación de la Dirección Provincial de Aeronáutica de Mendoza. Creemos que la medida resulta realmente acertada y por ello esperamos aportar algunas consideraciones sobre la materia.
En primer lugar, observamos que la idea del Poder Ejecutivo Provincial ha suscitado un inmediato acompañamiento de amplios sectores de la sociedad, particularmente el aeronáutico, que no terminaba de entender por qué razón la cuarta provincia más importante del país venía privándose de una necesaria y comprobadamente eficaz herramienta de gestión gubernamental para el desarrollo de la actividad aérea.
Lo que más sorprende no es la ausencia de una repartición aeronáutica provincial jerarquizada, sino que la misma haya existido y desaparecido. En efecto, en el período comprendido entre 1949 y 1994, el gobierno provincial contó con una Dirección de Aeronáutica que indiscutiblemente fue muy eficiente y positiva, pues durante décadas y diversos gobiernos desplegó con éxito el servicio asistencial aéreo, los traslados aéreos oficiales, sanitarios y el servicio fotográfico catastral.
La desaparición del organismo se produjo en el contexto general neoliberal del Estado que sufrió el sector público durante la década de 1990. Para brindarle al lector una mera impresión de la urgencia e imprevisión con las cuales dicha repartición fue erradicada del organigrama estatal, basta decir que el Decreto 316/94 la eliminó sin siquiera prever el destino de su material de vuelo (cuatro aviones y un helicóptero), de su personal (pilotos y mecánicos) e incluso de su basamento operativo, nada más ni nada menos que en el Aeroparque Mendoza.
Destacamos el desarrollo aeronáutico alcanzado oportunamente por la provincia cuyana y las perspectivas de crecimiento que generaría un organismo específicamente aeronáutico. En efecto, a diferencia de otras provincias, Mendoza cuenta con tres aeropuertos, uno de ellos de rango internacional, cuyo Centro de Control de Área dispone de uno de los radares de tránsito aéreo existentes en el país. Por si lo antedicho fuese insuficiente, además, Mendoza cuenta con otros tres aeródromos públicos, un aeródromo privado y hasta un helipuerto privado.
Esta infraestructura reúne cientos de vuelos anuales desarrollados por una gran cantidad de operadores, incluyendo cuatro aerolíneas troncales de alcance nacional, dentro de las cuales se destaca la línea aérea de bandera y su oferta de conectividad.
Dicha infraestructura ha servido de base para la radicación de seis aeroclubes, siete escuelas de vuelo, una escuela técnica, una escuela de instrucción y perfeccionamiento aeronáutico, tres grandes empresas de servicios aéreos, cinco talleres aeronáuticos de reparación de aeronaves y motores, la única fábrica de aviones civiles de la República Argentina y el emprendimiento de Modificación Artificial del Tiempo Atmosférico más importante de todo el mundo en la actualidad.
La magnitud del desarrollo aeronáutico mendocino ha quedado evidenciada en diferentes foros, como las Primeras y Segundas Jornadas con la Aviación General, organizadas por la Administración Nacional de Aviación Civil en los aeródromos de Morón (2011) y La Cumbre (2012).
Como funcionario público de carrera, docente y miembro de organizaciones aeronáuticas he asistido y comprobado la reiterada y sucesiva matriculación de aviones y helicópteros que viene impulsándose desde Mendoza.
Este impulso se trasladó al ámbito académico en los dos últimos Seminarios de Derecho Aeronáutico organizados desde la Universidad Nacional de Cuyo que realmente han concentrado a lo mejor y más lúcido de la aviación civil argentina y latinoamericana.
En estos escenarios advertimos el claro peso de la actividad aeronáutica mendocina y su extraordinario potencial aeronáutico, en movimiento contenido, debido a la falta de conducción desde un organismo oficial especializado.
En efecto, no encontramos en Mendoza una repartición oficial con la entidad administrativa apropiada de una Dirección Provincial que ejecute, coordine, estimule ni dirija la expansión del fenómeno aeronáutico.
Sin tal herramienta de gestión la experiencia argentina y mundial indica que cualquier proyecto aeronáutico será de difícil concreción y que toda iniciativa, pública o privada, se desarrollará necesariamente de manera desarticulada, a pulsiones de buena voluntad y desconectadas entre sí. Ello con el dispendio presupuestario y la desconcertante pérdida de oportunidades que genera.
Al parecer, el Gobierno de Mendoza habría percibido a tiempo el cuadro de situación y reaccionado en sentido acertado. Por ello nos vemos en la obligación intelectual de respaldar, críticamente, el impulso gubernamental e invitar a que desde todos los sectores involucrados se sumen aportes e ideas, para aumentar su validación y legitimidad social.
La realidad siempre termina de imponerse por sobre las ideologías y naturalmente los gobiernos provinciales se vieron obligados a requerir servicios aéreos.
Por ello se terminó dando forma a dos estructuras operativas sustancialmente equivalentes: el Departamento de Aeronáutica de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas (encargado de las operaciones aéreas de la Lucha Antigranizo) y el Cuerpo de Aviación Policial del Ministerio de Seguridad (encargado de las operaciones aéreas de seguridad).
Ahora bien, ambas reparticiones podrían perfectamente ser fusionadas o bien coordinadas desde una Dirección Provincial de Aeronáutica, optimizando los recursos del Estado.
Más allá de su forma constitutiva, alentamos fervorosamente la creación de la Dirección Provincial de Aeronáutica Civil y creemos que no se debe dejar pasar la histórica oportunidad de conducir y aumentar los procesos en desarrollo, para terminar de colocar a la provincia en una posición de preeminencia en el contexto aeronáutico nacional y regional; para explotar a pleno las capacidades propias de los sectores aeronáuticos público y privado de Mendoza y su necesaria vinculación con el turismo; y para radicar en Mendoza inversiones de capital aeronáutico nacionales e internacionales con efecto multiplicador, agentes de conocimiento científico y tecnológico de vanguardia, y mano de obra altamente calificada.
Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.