La primera pincelada de Omar. El técnico trabaja en la semana pero en el transcurso del partido es fundamental que esté con los cinco sentidos a pleno. Gimnasia había jugado un feo primer tiempo y el arranque del complemento no era para nada alentador. Labruna no duda y a los 10’ manda adentro al Tecla Farías por un apagado Amaya. Carranza retrocede y se suma a la línea de volantes para que Farías sea el que vaya bien de punta junto a Akerman. El equipo dio un giro abrupto. Generó cinco situaciones claras de gol en poco más de quince minutos y puso el partido 2-0 arriba.
Una lectura impecable de Labruna que entendió rápidamente lo que necesitaba el equipo. “Tuvimos muchas características ofensivas y empezamos a acelerar de tres cuartos hacia adelante”, explicaba. Buscaba explosión y la encontró. Lo tuvo primero Farías que definió mal y en la segunda clara, Medina le comete penal a Akerman que el propio Carranza cambia por gol. Más tarde Akerman asiste a Farías que por muy poco no convierte y por último Akerman desperdicia un mano a mano increíble. En una situación inmejorable para convertir, al ex Deportivo Morón le picó mal la pelota y definió por sobre el travesaño. El delantero abría los brazos al cielo y suplicaba pidiendo ¡Una, dame una..!
El equipo era otra. El retroceso de Carranza había hecho mella en la visita. “Decidimos tirarlo unos metros atrás porque es un buen lanzador y porque acompaña bien desde allí. Había que ponerle, además, un hombre más a Akerman porque veía fisuras en el zaga central de Sportivo Belgrano”, se regocijaba Labruna con su acierto.
El descuento de la visita fue solamente anecdótico. Sportivo no tenía fuerzas ni demasiadas ideas para ir hacia adelante. Gimnasia no puede ganar sin sufrir, pero sólo lo angustiaba la incertidumbre del resultado final. Sportivo Belgrano no iba siquiera a patear al arco en el tramo final de un encuentro en el que Labruna mostró por primera vez su mano, su sapiencia. De ello depende la permanencia de Gimnasia.