Dimensión patrimonial de la obra pública

Muchas obras públicas en la Capital, tienden a lograr una mejor prestación de servicios culturales, sociales y de recreación.

Dimensión patrimonial de la obra pública
Dimensión patrimonial de la obra pública

Es necesario mantener la mirada atenta y la gestión oficial activa sobre el patrimonio provincial, posición necesaria para acercarnos a una revitalización de los espacios públicos como garantía de una ciudad más democrática.

Arreglar una plaza o una calle repercute en que la gente se vuelque más a estos ámbitos ciudadanos, saliendo de su encierro y, como efecto colateral, se genera más seguridad en un contexto difícil donde el delito mantiene vigencia.

Esos trabajos, que a veces causan diversos inconvenientes a los ciudadanos por la demora en ejecutarlos, permiten finalmente disponer de lugares atractivos para el vecino y los visitantes.

El concepto retoma ideales que en Mendoza están representados, por ejemplo, en la creación del Parque General San Martín, a fines del siglo XIX, por el francés Carlos Thays.

También la acción sobre el patrimonio público, territorio donde lamentablemente se han  perdido bienes y realizaciones de antaño, habilita espacios donde transita la dimensión inmaterial del patrimonio. Es decir, revitaliza el teatro, la música, además de los bienes materiales con fuerte contenido inmaterial ideológico (como los museos, en este aspecto citamos el de Arte Moderno que reabrirá con mejores instalaciones para mostrar las colecciones de pintura).

Asimismo esta temática queda representada en las decisiones de rescatar el teatro Mendoza y mejorar los teatros Julio Quintanilla y Gabriela Mistral o ampliar una nueva sala en la Nave Cultural. En estos casos se han atendido los aspectos de valoración histórica que poseen esos inmuebles.

Suma asimismo la habilitación de nuevos espacios, debiéndose citar aquí al circuito sanmartiniano, que supone mejorar la calidad urbana de un sector que venía postergado como la calle Corrientes. En ese sector, el arreglo de veredas, iluminación, renovación del arbolado e incluso el ordenamiento que supondrá, está relacionado con la recuperación de la historia sanmartiniana, definida como prioridad de identidad de la ciudad y sus habitantes. Es decir: se renueva pero con un sentido de restablecer valores históricos, que sembrarán efectos positivos en los ciudadanos, especialmente entre los niños y los jóvenes.

También juega que el avance de obras en la Cuarta Sección y en otros puntos, materialice la integración de los vecinos al desarrollo económico potencial, porque se atrae el turismo y la educación.

No escapa a este panorama el conjunto del Área Fundacional, actualmente en proceso de mejoras luego de una primera etapa de inversiones en reparaciones de techos y fundaciones, además de actualización de su guion del pasado de la ciudad, que se renueva por la labor del personal del Centro de Investigaciones de las Ruinas de San Francisco y el Museo de Arte Moderno (MMAM).

En definitiva, se advierte una ciudad que cuida y mejora el contorno. Pero, una urbe que diariamente se puebla y despuebla por cantidades de personas que duplican su número de habitantes, requiere necesariamente operar como un imán de transformación y operar como impacto con sus ideas en el conjunto del que se ha dado en denominar "Unicipio", el Área Metropolitana de Mendoza.

Ahora resta que el patrimonio cultural público encuentre réplicas en la dimensión privada, en los vecinos. Éstas incluyen desde las acciones individuales básicas de respeto y buena convivencia, no rayando y destruyendo equipamientos costosos que hacen a la ciudad más linda (casos clave, las plazas España e Independencia, muy dañadas). Pero también en aquella dimensión donde operan los intereses económicos. En este caso, respetando obras con el manejo cotidiano (desde donde estaciono hasta donde coloco el cartel promocional de un comercio).

Ni qué decir sobre la responsabilidad pública de las empresas constructoras, que demuelen todo al ritmo del interés inmobiliario inmediato, dejando de lado los agregados que poseen viejos edificios o el pasado que guarda el sustrato de la ciudad, en pos de ganancias que tarde o temprano cederán al peso de la historia.

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