Ahora están aminorando un poco porque les fue increíblemente mal pese a que al gobierno no le va demasiado bien. Nos referimos a ese clima golpista que, desde diversos sectores políticos opositores, particularmente ligados al gobierno anterior, se intentó crear en los últimos meses en la Argentina.
Varias semanas antes de las elecciones del año pasado se buscó hacer que el gobierno las perdiera utilizando la desaparición del joven Maldonado para comparar al macrismo con una dictadura y así crear las condiciones de su desestabilización.
Fracasado ese intento, luego de que el oficialismo resultara triunfante en los comicios, se buscó aprovechar algunas reformas como la previsional para seguir con el mismo rumbo golpista pero aumentado en su magnitud, tal cual se verificó en la turba que intentó tomar a pedradas el Congreso; turba irresponsablemente alentada desde las bancas opositoras.
Ahora bien, este nuevo golpismo no se parece en nada al tradicional, porque es más deseo que otra cosa. Luego de varias décadas de democracia y de muchas experiencias frustrantes, el país ha madurado lo suficiente como para hacer oídos sordos a tales intentonas, por lo cual con estas actitudes los opositores extremos expresan sólo su impotencia y su bronca.
Y así, la búsqueda de la traducción práctica de esas furias siempre se da de bruces con la realidad transformando en mera farsa lo que en otros tiempos fue drama y tragedia.
Por eso, si debiéramos caracterizar los distintos tipos de golpistas patéticos que nos invaden en estos tiempos, el catálogo podría ser más o menos el siguiente:
1) Golpistas por necesidad. Ésta es la categoría principal. Son los que creen que el gobierno está detrás de los procesados por la Justicia, acusados de haber cometido delitos desde la política. Entonces desearían que Macri se fuera porque piensan que muerto el perro se acabó la rabia.
2) Golpistas ideológicos. En esta categoría entran los Zaffaroni cuando desean que este gobierno se caiga cuanto antes sólo porque no piensan como él; o los Verbitsky cuando quieren parangonar el caso Maldonado con los desaparecidos de la dictadura. En realidad estos personajes sólo son justificadores paquetes de los golpistas por necesidad.
3) Golpistas "des-constituyentes". En esta categoría para la que inventamos la palabra entre comillas, reviste una sola persona: la ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es "des-constituyente" porque en su imaginario mental Macri ni siquiera se constituyó como presidente. Ella lo "des-constituyó" desde el principio cuando se negó a entregarle los atributos del mando. O sea, para Cristina no es que se deba bajar de su sitio al presidente sino que éste nunca subió porque ella nunca lo autorizó. Ella, entonces, fue golpista desde antes de que asumiera Macri.
4) Golpistas "originarios". Son los que se consideran la vanguardia de los pueblos originarios y que tuvieron su minuto de fama durante el caso Maldonado, como Jones Huala, quien propone voltear al gobierno volviendo a la lucha armada de los años setenta. Con la extrañeza que quiere voltear a un gobierno de un país del que ni siquiera cree formar parte.
5) Golpistas insultadores. A esta categoría pertenecen los D'Elía o las Bonafini, que más que golpistas son boca sucia. Les gusta insultar a más no poder cada vez que hablan, de modo tal que creen usar la palabra como un arma revolucionaria, la que por sí sola desestabilizará al gobierno "enemigo". Pero no pasan de allí.
6) Golpistas nostálgicos. Esta categoría también es de una sola persona. Que es peronista pero a la vez antikirchnerista. Se trata del ex presidente Eduardo Duhalde, quien cree que el país está retrocediendo, por culpa del gobierno, hacia 2001. Lo que pasa es que Duhalde se está poniendo viejito y entonces extraña aquel momento en que remplazó a De la Rúa con alguna ayudita del conurbano. Y quisiera revivir viejos tiempos.
En fin, la lista puede ser mucho más larga, pero con los citados es suficiente como para comprender que el nuevo golpismo siglo XXI es más charlatanería y desesperación (aunque por allí genere algún tipo de violencia) que real posibilidad de concretar esos oscuros anhelos.