La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, reiteró ayer que no renunciará a su cargo, en respuesta a un editorial del diario Folha de Sao Paulo que pedía su dimisión, en la víspera de una semana decisiva para el futuro del proceso de impeachment que amenaza su mandato.
Por su parte, el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva dijo que espera que el Tribunal Supremo autorice su nombramiento como ministro el jueves y criticó al vicepresidente Michel Temer, convertido ahora en peligroso rival de Dilma Rousseff tras romper la coalición de gobierno.
“Al editorial de la Folha de Sao Paulo publicado ayer, prevalece la respuesta de la presidenta: 'jamás renunciaré'”, se podía leer en el perfil oficial de Rousseff en Facebook, junto a un video con extractos de varios discursos anteriores de la mandataria asegurando firme que no dejará su puesto.
La edición dominical del diario, uno de los más importantes de Brasil, incluyó en su portada un contundente editorial titulado “Ni Dilma, ni Temer”, en el que pedía la renuncia de la mandataria por haber “perdido las condiciones de gobernar el país”, sobreviva o no al impeachment.
Para Folha de Sao Paulo, el vicepresidente, Michel Temer, quien asumiría la presidencia en caso de que Rousseff fuera destituida, “tampoco dispone de suficiente apoyo en la sociedad”, por lo que sólo unas nuevas elecciones podrían sacar a Brasil de la profunda crisis que le atenaza desde hace meses.
El nombramiento de Lula, sin embargo, fue temporalmente bloqueado por el Supremo Tribunal Federal (STF), después de que la oposición denunciara que intentaba obtener así inmunidad para evitar ser detenido en el marco de una investigación federal por corrupción vinculada al caso Petrobras.
El STF deberá pronunciar en breve un fallo definitivo.
“El jueves asumiré mi cargo como jefe de gabinete si el Supremo Tribunal Federal lo aprueba, de modo que pueda ayudar a la presidenta Dilma”, dijo Lula en un mitin en la ciudad de Fortaleza (noreste).
“Tenemos que garantizar la gobernabilidad a Dilma”, afirmó durante el discurso, citado por el sitio de su Partido de los Trabajadores (PT).
El terremoto político que sacude al gigante sudamericano, sin embargo, se asoma esta semana a otro capítulo decisivo. Hoy, el abogado general del gobierno, Eduardo Cardozo, dará los argumentos finales de la defensa de la presidenta ante la comisión parlamentaria que evalúa el pedido de impeachment por supuesto maquillaje de las cuentas públicas.
La comisión abrirá después cinco sesiones de debate antes de votar su parecer, no vinculante, alrededor del 11 de abril.
La responsabilidad pasará entonces al plenario de la Cámara de Diputados, que votará días después si envía o no el pedido de juicio político al Senado para que esa cámara pronuncie el fallo definitivo.
Para que el proceso continúe es necesario el apoyo de dos tercios de los diputados, 342 votos, de lo contrario será archivado.
Eso significa que Rousseff, cuyo principal aliado de la coalición de gobierno -el poderoso PMDB del vicepresidente Temer- se unió la semana pasada a la oposición, puede tener apenas días para captar votos y salvar su mandato.
En plena negociación en los bastidores políticos, se espera que la presidenta anuncie próximamente una reforma ministerial y de otros cargos gubernamentales a cambio de apoyos en el Congreso.
Además, el Supremo Tribunal Federal (STF) podría pronunciarse en breve sobre si autoriza el polémico nombramiento del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como jefe de su gabinete.
Preocupa la baja venta de entradas para las Olimpíadas
El gobierno de Brasil dio la voz de alarma sobre las malas ventas de boletos y el clima de apatía que se vive en un país sacudido por la crisis a poco más de cuatro meses para que Rio acoja los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica.
A las preocupaciones por el virus del Zika, la elevada criminalidad o la importante crisis política que tiene a Brasil en vilo, se suma ahora la embarazosa perspectiva de tener los estadios vacíos.
Sólo el 50% de las entradas para los Juegos se han vendido hasta el momento, según dijo el portavoz del Comité organizador de Rio-2016, Phil Wilkinson. Para los Paralímpicos la cifra es mucho peor: apenas se ha despachado el 12%.
Ricardo Leyser, quien ha reemplazado esta semana a George Hilton como ministro de Deportes, afirmó en una entrevista con el periódico Folha de Sao Paulo que estaba trabajando en un plan para aumentar las ventas, así como para animar el entusiasmo de los brasileños.
Una de las posibles medidas, según contó, podría ser que el gobierno compre las entradas sobrantes, especialmente para los Juegos Paralímpicos, y las distribuya en las escuelas públicas.
“Hay una percepción de que la población brasileña no se ha despertado todavía para los Juegos. Estamos trabajando enérgicamente en esto porque todavía no está en la cabeza de la gente. Necesitamos dar la voz de alarma para que la gente recuerde este evento y vaya y compre boletos”, afirmó Leyser.
Cuando Rio ganó hace casi siete años la sede de los Juegos-2016, Brasil era un vigoroso gigante emergente que maravillaba al mundo de la mano de su estabilidad política y de un crecimiento económico admirable. Pero, mientras la recta final de los 100 días se acerca peligrosamente, los organizadores se han visto sorprendidos por un bombardeo de problemas que llegan de todos los frentes.
Protesta por niño asesinado
Manifestantes que protestaban por la muerte de un niño por una bala perdida incendiaron 12 autobuses en Brasil.
Rian Gabriel, de 4 años, recibió un balazo en el pecho el Domingo de Pascua mientras jugaba frente a la casa de sus abuelos en un vecindario en Río de Janeiro. AP