La ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff rechazó ayer categóricamente que haya recibido sobornos o aportes ilegales para alguna de las campañas presidenciales en las que participó, ya sea de la empresa constructora Odebrecht o de alguna otra.
“Nunca pedí coimas, nunca recibí coimas, y de hecho nunca hablé con todos aquellos que ahora están siendo investigados o presos por haber pagado coimas”, afirmó Rousseff en una rueda de prensa, en Ginebra.
La primera mujer presidenta de Brasil subrayó que la financiación de su última campaña fue íntegramente declarada y que el monto es conocido públicamente, 350 millones de reales (110 millones de dólares al cambio actual)
Durante meses, altos ejecutivos de importantes empresas brasileñas, especialmente de la constructora Odebrecht, han confesado haber hecho aportes de más de cien millones de reales (31,4 millones de dólares) para financiar la campaña de la ex mandataria.
Rousseff cuestionó las denuncias de los ejecutivos de Odebrecht y consideró que se están beneficiando del sistema de acusación a cambio de rebajas de las eventuales penas que pesan sobre ellos (delación premiada), lo que a su entender vicia todo el proceso y lo hace dudoso. “Yo soy una persona que necesita ver las pruebas. Si se acusa de algo tiene que estar sustentado con pruebas, no en declaraciones”, afirmó.
La ex presidenta brasileña, que fue destituida por el Parlamento y acusada de incumplir las leyes fiscales del país, señaló que no se va a presentar a ningún cargo electo en el futuro.
“Yo hice política de los 15 a los 60 años sin ocupar ningún cargo electo, siempre fui militante y lo seguiré siendo en el futuro” añadió.
No obstante, pidió apoyo para su predecesor, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien quiere presentarse a las elecciones de 2018.
“A pesar de todo lo que han hecho contra él, es el que mejor posicionado está en los sondeos”, indicó Rousseff.