Hay costumbres y recomendaciones que se repiten arrastradas de generación en generación sin siquiera cuestionarlas, casi seguros de que la abuela tenía razón. Una de ellas es la que sostiene que después de comer no se puede jugar en la pileta o nadar, casi una tortura para los niños que ni bien terminan el almuerzo están ansiosos por meterse al agua.
El asunto es que según los especialistas jugar sumergidos no tiene un impacto negativo después de comer, salvo que la actividad que se realice sea intensa. Lo que decían las abuelas para sostener la medida no era tan errado, según señalan los profesionales; sin embargo, al parecer una actividad moderada como la que realiza un niño en la pileta no sería nociva.
Luego de comer y para realizar la digestión el sistema circulatorio concentra su actividad en el aparato digestivo. De realizarse actividad física, la demanda debería distribuirse también hacia el sistema músculo-esquelético.
“La sangre lleva oxígeno a los tejidos para que funcionen, en ese caso no tendrían la energía necesaria para realizar el proceso digestivo, el cual se alteraría, atentaría contra la calidad de estos procesos digestivos”, explicó el deportólogo Matías Roby.
En esa instancia, el organismo se encontraría en la encrucijada de tener que distribuir recursos y las consecuencias dependerán de cuál de ellos gane la pulseada. En este contexto pueden producirse calambres, señalados como el mayor riesgo ante la imposibilidad de moverse lo que podría provocar ahogos. Otra posible consecuencia son los vómitos que podían causar lo mismo, especialmente en niños. Es que si eso ocurriese, la comida puede pasar al aparato respiratorio y complicar las cosas.
La gastroenteróloga Solange Block explicó que en estos casos el estómago no puede realizar las contracciones para hacer la digestión entonces saca el bolo digestivo, el vómito es un estímulo.
Agregó que asimismo en estas circunstancias las personas suelen exponerse al sol y a altas temperaturas lo que puede generar hipotensión con el consiguiente malestar lo que no está directamente relacionado con la comida.
De todas formas, no habría indicios de que ocurra lo que decía la abuela: “se te va a cortar la digestión”.
Según la demanda
Lo que explican los profesionales es que no debería haber un impacto directo si no se trata de una actividad demandante como nadar. Sin embargo, hay quienes cuestionan que se pueda lograr que un niño esté en la pileta sin moverse demasiado.
Por eso sostienen que si se va a dar un chapuzón, se estará en el agua de manera lúdica o tranquila no habrá problemas. Pero si se va a tener mayor actividad y más aún si se va a nadar, debería esperarse para evitar consecuencias indeseadas.
“Si vas a nadar no podés comer, si vas a la pileta en forma recreativa solo a refrescarte, no hay problema”, sostuvo el gastroenterólogo Federico Yáñez. Y agregó: “Hay personas que pueden tener un calambre, pero por falta de entrenamiento, pero de todas formas lo ideal es no comer demasiadas cantidades y en personas no entrenadas no nadar (después de comer)”.
La recomendación es “no exponerse a riesgos, hay gente que va a Potrerillos, consumen asado y alcohol y después se largan”. Lo ideal es nadar antes de comer.
En definitiva todos coincidieron en que no se puede hacer actividad física con el estómago cargado. Pero que no tiene vinculación con estar sumergido en el agua, por lo cual si no habrá mucho movimiento no hay necesidad de esperar.
El menú
El proceso de digestión se realiza entre treinta minutos y dos horas después de la ingesta.
De todas formas, el tipo de comida que se ingiera determinará lo que demore este proceso: no es lo mismo un desayuno liviano como los que se consumen aquí que una comida principal.
“Por eso, los deportistas antes de las competencias comen pastas porque se digieren antes”, dio como ejemplo Roby.
Yáñez mencionó que las comidas grasosas (carnes), los dulces en general o los helados de crema son ejemplos de alimentos de digestión más lenta.
En definitiva, el posible malestar dependerá también de la cantidad y calidad de los alimentos ingeridos antes de la actividad.
En lo que no hubo coincidencias es en si afecta más a los niños o a los adultos. Para el pediatra Daniel Ponce, no hay necesidad de tantas limitaciones a los pequeños ya que consideró que los adultos son más vulnerables.
Sugirió no meterse al agua fría entre la hora y media y las dos horas posteriores a la comida, pero inmediatamente después no sería un problema. Una buena estrategia para calmar la ansiedad de los pequeños, tomando los recaudos necesario para protegerse del sol, claro está, ya que la siesta es un horario en el que no debería haber exposición.
Si se va a nadar intensamente se sugiere esperar unas cuatro horas.
Algunas localidades superaron los 40°
Sofocante, bochornoso o abrasador son algunos de los adjetivos para describir la infernal jornada de ayer en Mendoza, donde en algunas localidades el termómetro superó los 40 grados.
Estaba pronosticado que iba a ser un día muy caluroso, pero seguramente en Los Corralitos, Guaymallén, no se esperaron que hicieran 41°5 de máxima. Mucho menos pensaron en Tres Porteñas, San Martín, que iban a tener que soportar 41°6.
En tanto, en el Gran Mendoza, la máxima trepó hasta los 38°3 y la mínima se registró a primera hora de la mañana y marcó 23°.
Otras localidad que superaron los 40°: Bowen (General Alvear) con 41°2; Gustavo André (Lavalle) con 41°4; Villa Atuel (San Rafael) con 40°8; El Cerrito (San Rafael) 40°5.
Los datos fueron reportados por la Dirección de Contingencias Climáticas, cuya única buena noticia es que para hoy pronostica una jornada con descenso de la temperatura y vientos del sudeste. En tanto, el Servicio Metereológico estimaba tormentas y chaparrones por la noche.