Diferencias no tan sutiles - Por María del Rosario Ramallo

Diferencias no tan sutiles - Por María del Rosario Ramallo
Diferencias no tan sutiles - Por María del Rosario Ramallo

Todos advertimos a diario la escasa y nula importancia concedida a la ortografía en las redes sociales. Nadie quiere insistir en la importancia de escribir sin errores, sin cambiar un grafema por otro, respetando la normativa vigente y utilizando los signos de puntuación como se debe.

Una fuente de errores la constituye la homofonía proveniente del yeísmo. Al respecto, leemos en la obra Para escribir bien en español, de García Negroni: "La diferencia entre los sonidos representados por la letra 'y' y por el dígrafo 'll' ha desaparecido en casi todo el ámbito hispánico. Este fenómeno, conocido como yeísmo, hace que con frecuencia se cometan faltas de ortografía".

El conocimiento de algunos ejemplos nos ilustrará acerca de la necesidad de respetar la escritura de la consonante correspondiente, a fin de no incurrir en errores de significado: "El granizo ha abollado el techo de mi auto", "Han aboyado con flotadores llamativos el límite peligroso de la pileta" y "El terreno que han aboyado tiene animales muy viejos para trabajar".

En el primer ejemplo, 'abollado' proviene de 'abollar', que significa "producir una depresión con un golpe"; en el segundo, 'aboyado' se relaciona con 'boya', esto es, con un objeto que flota en el agua; el tercer ejemplo, incluye el participio de 'aboyar' como sinónimo de "arrendar un terreno con bueyes, para su labranza".

Veamos otros dos ejemplos: "Arrollo el pionono luego de colocarle el dulce" y "No siempre estuvo seco el cauce de ese arroyo". En el primer caso, el vocablo proviene del verbo 'arrollar', que significa "envolver algo en forma de rollo"; en cambio, en el segundo ejemplo, estamos ante un sustantivo que designa un caudal corto de agua.

Escribimos "Le dolían los callos al pisar el mangle de los cayos cubanos": el primer sustantivo hace alusión a la dureza de la piel, mientras que el segundo nombra "cada una de las islas rasas, arenosas, frecuentemente anegadizas y cubiertas en gran parte de mangle, muy comunes en el mar de las Antillas y en el golfo mexicano".

¿Y qué queremos significar al decir "Se calló de repente"? ¿Es lo mismo que escribir "Se cayó de repente"? El corrector automático no me hubiera señalado incorrección en ninguno de los dos casos ya que, en relación con el contexto, habría podido indicar, respectivamente, que guardó silencio repentinamente o que se fue al suelo en forma brusca.

Miremos ahora otros ejemplos en que la diferencia de consonantes, sumada a la tildación y a la puntuación, nos hace significar cosas distintas: "Avanzó con el cayado" y "Avanzó con él, callado": en la primera oración, estaremos aludiendo, seguramente, a un pastor que, para avanzar, se apoyaba en un bastón corvo o, también, a un obispo (metafóricamente, pastor de los fieles), que se apoyaba en su báculo pastoral; en la segunda, en cambio, afirmamos que alguien, de sexo masculino -así lo señala el adjetivo posterior a la coma-, caminaba hacia adelante, en silencio, con la compañía de otra persona.

Otros ejemplos se dan en la oración "Que no huya cuando pase el tren cargado de hulla". En el primer caso, estamos ante una forma del verbo 'huir', usado en imperativo o en presente de subjuntivo; en la palabra con 'll', nos enfrentamos a un sustantivo que nombra el carbón de piedra.

Veamos la diferencia entre escribir "Se halla perdido" y "No creemos que se haya perdido". El primero de los verbos proviene de 'hallar', cuyo significado es "encontrar, dar con alguien o algo que se busca"; en cambio, la forma 'haya' proviene de 'haber' usado como auxiliar, en el pretérito perfecto de subjuntivo; la forma verbal completa es 'haya perdido' y la utilización de ese tiempo indica una acción acabada y concluida en el pasado.

En el primer ejemplo, podríamos haber dicho "Se encuentra perdido"; en el segundo caso, para comprobar que la forma 'haya' proviene de 'haber', cambio los tiempos en toda la oración y el resultado me da un pluscuamperfecto de subjuntivo, que se forma con nuestro auxiliar de los tiempos compuestos: "No creíamos que se hubiera perdido".

Hay algunos vocablos con "y" que no usamos cotidianamente y que son homófonos, aunque no homógrafos de otros más conocidos: se trata, por ejemplo, de 'hoya' y de 'poyo' que suenan igual, respectivamente, que 'olla' ("cacerola") y que 'pollo' ("cría de la gallina"). Cuando vemos escrito 'hoya' estamos significando "concavidad u hondura grande formada en la tierra": "Encontraron interesante material los arqueólogos en esa hoya".

También, este término puede provenir de 'hoyar' que tendrá el valor de "hacer hoyos en la tierra para sembrar": "El labriego hoya el terreno preparándolo para recibir las simientes". Este 'hoyar' se conjuga como un verbo regular, en tanto que no sucede lo mismo con su homófono 'hollar', de conjugación irregular, que significa "pisar dejando huella". Nos restó dilucidar qué significado tiene 'poyo': el vocablo deriva del latín "podium" y podríamos decir que su significado es "podio" y "banco de piedra u otra materia arrimado a las paredes".

En el supermercado, vamos a distintas secciones para adquirir 'queso rallado' y 'papel rayado': en el primer caso, estaremos ante el participio del verbo 'rallar', que significa "desmenuzar algo restregándolo con el rallador"; si lo llevamos al ejemplo, equivale a escribir "queso desmenuzado".

En cambio, 'rayado' se relaciona con el verbo 'rayar' y con el sustantivo 'raya': el verbo nos remite al sustantivo porque significa "hacer o tirar rayas", mientras que el sustantivo 'raya' designa una línea que se forma sobre una superficie. 'Rayado, -a', entonces, equivale a decir "a rayas": "hojas de papel rayado", "remera rayada", "toldo rayado".

Pero, además, tiene un valor coloquial registrado en el Diccionario integral del español de la Argentina: "Que está loco o actúa como si lo estuviera". Lo vemos en "Cada día está más rayado", como un modo de criticar el accionar desquiciado de alguien.

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