Aseguran en el oficialismo que un objetivo inmediato del Gobierno es atender la situación de la vitivinicultura para este año. Suárez espera poder hacer anuncios en los primeros días de febrero. Tras el contraste en el tema minero, la apuesta pasa por fortalecer a los sectores de la producción. Y la vitivinicultura es el emblema provincial. Cuidar lo que tenemos mientras se busca volver a discutir sobre cómo reforzar la matriz productiva de la provincia sería la premisa.
En cuanto al presupuesto 2020, se acerca el mes clave para el Gobierno, que también es febrero. En estos días comienza a reinstalarse la actividad legislativa y se reabre la discusión sobre el aspecto clave: el pedido de endeudamiento.
En principio, el justicialismo no ha cambiado su postura. Está claro el deseo de que en algún momento Suárez exprese que la gestión de Cornejo le dejó una deuda desmedida. Así, la pauta presupuestaria tendría luz verde. Se trata de una especulación, porque como estrategia es por ahora de difícil concreción. ¿Qué aportaría el supuesto blanqueo de una situación tan delicada en lo financiero sino el derrumbe de la Provincia con toda su dirigencia política a la cabeza? Incluido el justicialismo, claro.
De ninguna manera algún funcionario provincial entraría en colisión con Cornejo y su gestión previa. Todo lo contrario: más allá de aspectos puntuales que hacen más a la relación con el ex Gobernador que a su administración, la opinión unánime en Suárez y su equipo es a favor de lo realizado y heredado por el actual gobierno.
Lo que para algunos es una suerte de colonización del cornejismo en el actual gobierno, para los actuales funcionarios es una muestra de desinterés del anterior gobernador hacia su sucesor, de modo de asegurar una continuidad administrativa que facilite la toma de decisiones en esta nueva etapa iniciada. Por otra parte, ya se ha señalado que Suárez viene manteniendo contactos fluidos con el gobierno nacional que priorizan lo que corresponde, lo institucioinal sobre lo partidario.
A la recepción del pedido de reestructuración de las deudas de la Provincia con la Nación le siguió, entre otras negociaciones, el acuerdo por la llegada de la tarjeta alimentaria a Mendoza, gesto hacia una provincia gobernada por el radicalismo cuando todavía hay varias de las mayoritariamente conducidas por el Frente de Todos en lista de espera.
Toda negociación con el gobierno nacional que tenga alcance presupuestario es objeto de cuidadosa revisión en virtud de las limitaciones existentes. En ese marco el ministro Isgró tuvo que conformarse con que su par de Obras en el ámbito nacional, Gabriel Katopodis, le pidiera la priorización de sólo tres proyectos viales en la provincia este año. Demasiado para la estrechez de recursos, según los argumentos de la Nación; un condicionamiento al que no es fácil retrucarle cuando se ha iniciado un marco de negociación por lo adeudado al Estado nacional, según la mirada desde el Gobierno local.
Volviendo al Presupuesto, el oficialismo insistirá con el “roll over” y el endeudamiento por 300 millones de dólares que pide el Ejecutivo. Y redoblaría la apuesta con una autorización de deuda plurianual, para los próximos cuatro años, por tratarse del primer presupuesto de la actual gestión. Ese plan casi seguramente no lo aceptará el justicialismo. Entienden en el principal sector de la oposición que sería como otorgar un cheque en blanco si no se especifican debidamente las obras a financiarse con esos recursos. Quieren que se evite la utilización en gastos corrientes, justamente lo más criticado por el cornejismo de la administración de Francisco Pérez, que, dicho sea de paso, dio pie para parte de la toma de deuda que ahora el PJ le factura a Cornejo.
Sí se podría llegar a destrabar la discusión si entran en escena los intendentes peronistas. El oficialismo opera con recursos del pretendido endeudamiento para destinar a los dos departamentos que recuperó la oposición en las últimas elecciones, Santa Rosa y La Paz. Los “caciques” del PJ, todos, los seis, tienen urgencias de gestión que van de la mano con el destrabe de las obras. Hay reuniones previstas para los próximos días con los tutores políticos de los jefes departamentales para ver si llegan a un acuerdo y así avanza la discusión legislativa. De paso, la mayoría de intendentes del oficialismo observa expectante; el reparto es para todos.
En el plano nacional, se espera que en la semana dirigentes de la oposición definan qué postura adoptarán sobre el proyecto que plantea la autorización para reestructurar la deuda externa, que envió el Gobierno al Congreso.
Además de la mesa nacional de Juntos por el Cambio estarán los referentes de los partidos que siguen formando parte de la coalición y gobernadores del mismo espacio. De ese modo deberían concurrir Alfredo Cornejo, en su condición de presidente del radicalismo, y Rodolfo Suárez, como gobernador de Mendoza.
Distintos representantes de la UCR, especialmente, dieron a conocer anticipadamente la opinión de que la oposición debe avalar la iniciativa del Gobierno, aunque hay en la coalición ahora opositora quienes sostienen que el planteo del Ejecutivo es innecesario, ya que el Gobierno está habilitado para encarar cualquier negociación sobre la deuda.
Más allá de lo que se resuelva en tal sentido, para Mendoza no deja de tener trascendencia la presencia de Cornejo y Suárez. La indivisible posición que mantienen a nivel provincial se pone a prueba en el plano nacional por las necesidades del gobernador y las estrategias opositoras del diputado nacional.
Suárez negocia hasta ahora en buenos términos con la Casa Rosada y recibe sonrisas y otros gestos. Cornejo, en cambio, está evidentemente en la mira no sólo por parte del peronismo mendocino.
No hace mucho, el presidente Fernández le dio protagonismo al sumarse al coro mendocino del PJ que cuestiona su gestión por el endeudamiento. Fue la movida ideal para que Cornejo le respondiera y lo acusara de “desinformado”.
Resultó llamativo que el Presidente bajase al nivel de un diputado que mucho valora ese tipo de estímulos para fortalecer su protagonismo en el plano nacional.
Tal vez motive a ambos el hecho de que son viejos conocidos de la política reciente. No pasa inadvertido que ambos fueron grandes armadores de aquella transversalidad ideada por Néstor Kirchner que terminó en la fórmula presidencial Cristina-Cobos.
Hay quienes reiteran y recuerdan que Cornejo estuvo cerca de ser en aquel 2007 el vicejefe de Gabinete del por entonces influyente Alberto Fernández. Luego del tempranero “efecto Cobos” los caminos se bifurcaron y el mendocino seguramente agradeció al destino haber optado por ser intendente de Godoy Cruz, su plataforma de lanzamiento a nivel provincial.
El radicalismo mendocino apoya a Cornejo en su proyección nacional y defiende a capa y espada su gobernación reciente ante los embates opositores. Pero Suárez también ahora necesita el respaldo nacional para que se pueda destrabar el debate por el endeudamiento. No puede volver a claudicar y será vital para el éxito de la gestión, según la mirada de varios que ven con preocupación la realidad económica. En todo caso, Cornejo sabrá hasta dónde apretar su crítica opositora.