El contraste dice mucho. Las dos últimas bandas de la primera jornada del Personal Fest, el sábado, en el Club GEBA de Buenos Aires, fueron el día y la noche; el blanco y el negro; Superman y Robin.
The Hives y Arctic Monkeys, de estos súper grupos estamos hablando, tienen poco en común (están en lo más alto de su carrera) y muchas diferencias. La primera es de Suecia, la segunda de Gran Bretaña. Mientras los Hives aparecieron frenéticos a las 21.10, de punta en blanco, con cortes de pelo a lo Kavin Bacon en los ochenta; los Arctic Monkeys asomaron -a las 22.30- de trajes oscuros (peinados y camperas rockabillys) y los puños llenos de rock alterno-dark. Locuaces vs introvertidos. Chirriantes vs sutiles.
Por un lado, el carismático cantante de The Hives, Pelle Almqvist, fue el gran motivador de la tribuna, valiéndose de un español cómico que entregó expresiones al estilo de "gracias, ustedes nos calientan la pava". De hecho, por detrás de la banda asomó una ilustración de él mismo como gran titiritero que es.
Mientras que con Los Monos, por otro lado, todo fluyó, como las ondas que se dibujaban en el único adorno del escenario. Su vocalista, Alex Turner, no hacía más que peinarse (literalmente) y darle paso a hits poderosos como "Do I Wanna Know" y "Snap Out Of It". No necesitó más, no la tuvo que remar. Desde temprano, en este Personal Fest que cumple 10 años, se supo que los Arctic Monkeys eran los dueños de la jornada. Precisamente, desde el momento en el que una multitud de fanáticos decidió, seis horas antes, quedarse estacados frente al Escenario Personal, tocara quien tocara, o no tocara nadie, con tal de no perder su lugar de privilegio frente a la banda que es el amo de la atomizada era de Spotify. Fueron más de 30 mil.
Pero no quiero ser injusto con The Hives. El show de los rubios fue de menor a mayor (de hecho bajaron la cortina con su híper hit "Hate To Say I Told You So") y tuvo toques creativos, como la inestimable participación de plomos vestidos de ninjas. Su punk prolijo (un oximorón) es original, pero por sobre todo irresistible.
Crónica de una fiestita de escala planetaria
Pero antes hubo otras propuestas en este Personal Fest, décimo aniversario. El otro peso pesado, Echo & the Bunnymen comenzó a tocar con la llegada del anochecer, como si el entorno fuese parte de la puesta creativa de la banda que en los noventa influenció a gran parte de la generación de Coldplay. El cover de "Walk in the wild side" fue una delicatessen. ¿Otros grandes momentos de la calurosa tarde porteña? A la misma hora, en el escenario Personal Play, tuvo lugar el melodioso hardcore de Nekro y su Boom Boom Kid. El chico malo del under no dio respiro, en una preparación a puro alarido y grandísimas canciones como "I Do" (al final, el de rastas tomó una tabla de surf y "navegó" sobre el público de lado a lado del predio). Mucho antes, Nico Cota y Miss Bolivia le pusieron fiesta a los 31 grados de Buenos Aires a la siesta. Y pocos minutos después, un Maxi Trusso inspirado quiso demostrar que lo suyo no son sólo hits de verano. ("¿Cuál es mi estilo? Cada uno hace lo que se puede", le dijo detrás del escenario, el músico a Estilo, con una sinceridad a prueba de balas).
En el rubro de curiosidades hay que ubicar al hijo de Paul, Jean McCartney (35) quien integró un power trío, cuyo minimalismo sonoro no acompañó muy bien su manera de cantar, más bien tirando al agudo o directamente, al desafine.
Desde las 16 hasta las 24, la década cantada de este Personal Fest se celebró con tres escenarios, quince bandas, una torta gigante que estalló tras el último acorde, fuegos artificiales y la sensación de que dos de las mejores bandas del planeta fueron parte del convite. No es poco.
Al cierre de esta edición, la fiesta seguía con un cóctel más latino, con Molotov, Calle 13 y el cierre flúo de MGMT.