Fue condenada a diez años de prisión una pareja de obreros rurales de Santa Rosa, culpable de prostituir a la hija de la mujer, una joven de 16 años a la que entregaban a obreros golondrina a cambio de dinero.
Aunque el aberrante hecho ocurrió durante los meses de la vendimia de 2000, recién fue conocido e investigado por la Justicia en el último año.
En realidad, el caso llegó a juicio de manera tangencial, luego de que, el año pasado, la propia víctima acudió a la fiscalía para contar el miedo que sentía a que sus hermanas menores pasaran por lo mismo que ella, que tuvo que prostituirse con cosechadores, que le pagaban a su padrastro para estar con ella.
Ahí el caso salió a la luz: "Ocurrió en 2000, hace mucho tiempo y ya los perdoné", dijo en un momento la joven, que hoy tiene 34 años y logró rehacer su vida: "Mi miedo es por mis hermanas menores. Me llegó un rumor y no quiero que les pase lo mismo".
Lo cierto es que más allá del perdón de la mujer, su madre y el concubino fueron detenidos en 2015, llevados a juicio en diciembre y ahora condenados.
El debate se extendió por tres semanas y durante un cuarto intermedio, el fiscal Oscar Sívori aseguró a Los Andes que pocas veces había escuchado un relato tan triste y desgarrador: el de una joven de 16 años entregada por su madre y su concubino como mercadería sexual a un grupos de cosechadores de uva.
"Es triste escuchar todo lo que salió a la luz en este juicio, en el que ella mismo contó que aceptó acostarse con obreros de la cosecha para tener dinero con el que poder comprar leche y pañales a su bebé, una plata que ni su padrastro ni su madre le daban", contó Sívori:
"Es difícil saber la cantidad de gente que pagó por estar con esa niña, pero no han sido menos de diez o quince obreros por jornada".
La idea fue del padrastro
En 2000, la joven era mamá desde hacía poco tiempo y se había peleado con su novio, por lo que su padrastro, Pedro F. (51) le propuso conseguir hombres para acostarse con ella y repartirse la plata.
La chica aceptó y así fue que se pasó toda esa vendimia yendo de un lugar a otro: "Sin dinero de sus padres, en condiciones de vida muy humildes y sin la posibilidad de un trabajo, ella aceptó. Pedro la llevó en un Falcon hasta las cabañas de unos obreros golondrina tucumanos, que le pagaban 20 pesos por acostarse con la chica. Tuvo que soportar diez, quince y hasta veinte encuentros sexuales por día", había asegurado el fiscal durante su alegato: "La mamá, Ilda, también se prostituía por dinero y de algún modo es víctima de Pedro, pero sigue siendo responsable de lo que le ocurrió a su hija".
Afortunadamente, durante el debate no surgieron pruebas de que las hermanas menores de la joven fueran obligadas a prostituirse, tal como ella temía cuando hizo la denuncia, ni tampoco hay indicios de abusos.
"Lo que sí está claro es la terrible experiencia por la que ella tuvo que pasar, hasta que una noche por fin se cansó de todo, envolvió a su bebé en una manta y escapó de su casa por la ventana", agregó el fiscal.
El caso fue presidido por el juez Eduardo Orozco y, a la hora de los alegatos, Sívori había solicitado una pena de 14 años de prisión para el hombre y de diez para la mujer, mientras que el defensor, Jaime Icart, pidió la absolución de la pareja, "ya que nada de lo que ha contado se pudo demostrar".
Finalmente, Orozco dictó sentencia y condenó a Pedro y a Ilda a la misma pena: diez años de prisión por el delito de promoción a la prostitución de menores.
"Creo que la sentencia estuvo bien. Lo que esta gente hizo fue muy grave y hoy de poco valen las lágrimas. Cada uno se tiene que hacer responsable por lo que hace. Ése es el mensaje que hay que dar desde la Justicia", cerró el fiscal Oscar Sívori.