Diego Vainer, el secreto mejor guardado del rock mendocino

Fue la piedra fundamental de la música local de los ’80 y ’90. Hoy agita la escena electrónica porteña.

Diego Vainer, el secreto mejor guardado del rock mendocino
Diego Vainer, el secreto mejor guardado del rock mendocino

La historia del rock mendocino es muy rica. Dentro de todas las bandas de los noventa, que surgieron después de las hiper inflación, llegó con una fuerza explosiva La Montaña que graba en 1989 su disco “Detrás del velo”. Con un perfil dark, el grupo, al igual que otros de la época, se aleja de la alegría y el optimismo con el que surgen las primeras bandas tras la democracia.

“La Montaña” estuvo integrada por Omar Dris (voz), José Luis Moya (guitarra), Carlos “Fredy” Pacheco (bajo), Carlos Giúdice (batería), Fabián Poquet (teclados), Gustavo “Pescado” Fernández (batería), Silvia “Negra” Mechulán y María Soledad “Mariela” Contreras (coros) y Diego Vainer en teclados. Es justamente a éste último, a quien localizamos para que nos hable de su presente, a más de dos décadas de ese proyecto tan explosivo como fugaz.

Diego Vainer está trabajando excelente en Buenos Aires y se volcó por completo a la escena electrónica. Fundó en 1993 su proyecto solista “Fantasías Animadas” con el que editó de forma independiente cuatro discos: “93+94+95”, “Pendiente”, “Arquitectura” y “Aliento” y ha producido artísticamente a bandas como El Otro Yo, La Portuaria, entre otras, e incluso colaboró con artistas de la talla de Daniel Melero o Gustavo Santaolalla para “Bajofondo Tango Club” y “Terraplén”.

Su música es por momentos sombría y melancólica, intensa, de largos desarrollos... otras veces más ligera, pero siempre onírica y perfecta para un poema elegiaco. La riqueza de climas que logra funciona muy bien para musicalizar teatro, danza o cine. Por eso Vainer, como experto en generar un especie de abstracción emocional, se ha lucido componiendo bandas sonoras para importantes proyectos, que le han permitido vincularse con otras expresiones artísticas.

Para teatro musicalizó “Macbeth” de W. Shakespeare, bajo la dirección de Javier Daulte. En cine desplegó su talento a través de “Los guantes mágicos” de Martín Rejtman, en danza se encargó de “Zeppelin” de Carlos Casella y Gustavo Lesgart, por nombrar sólo algunos de sus desafíos mas importantes.

En entrevista con Estilo, Diego Vainer, se refiere a La Montaña en Mendoza y a sus Fantasías animadas que desarrolla actualmente en Buenos Aires.  Y como una cosa desencadena en otra y como a partir no solo del talento, sino también del esfuerzo, la disciplina y el trabajo constante, una persona de increíble sensibilidad, se convierte con el tiempo en lo que es hoy: un músico profesional que se dedica pura y exclusivamente a hacer lo que sabe, a hacer lo que más le gusta y además, fuera del mainstream.

-Pasaste por La Montaña, banda referente para el rock mendocino de los '80. ¿Qué significó esa banda?

-La Montaña significó muchísimo para mí tanto a nivel musical como a nivel personal. Tanto así que por ese proyecto cambié por única vez mi lugar de residencia...y me fui a vivir a Mendoza que me enamoró. Pero La Montaña me permitió en definitiva  abrirme a otra experiencia que iba a ser un proyecto muy personal como lo es, hasta el día de hoy Fantasías Animadas. Recuerdos ligados a la banda, muchos... No se siguió por varios motivos, pero ninguno impidió que deje de tener mucho afecto por lo hecho y por mis compañeros del grupo, varios de los cuales sigo viendo hasta el día de hoy cuando regreso.

-¿De qué se trata Fantasías Animadas?

-Es un proyecto solista de música electrónica con el que llevo trabajando exactamente 21 años. Un reducto en el que compongo, experimento y desarrollo inquietudes muy personales con respecto a la música. Siempre en solitario.

-Los grandes sellos han tenido siempre el control de la industria, ¿eso está cambiando?

-Claro...El asunto es que estamos hace varios años ante una industria bastante decaída y que además dejó de albergar a las propuestas interesantes que hay en la actualidad. Creo que el escenario atomizado dentro del negocio de la música ya impide que puedan concentrarse tanto los intereses del mercado, como hasta hace un tiempo. El golpe de gracia lo dio la irrupción de internet, pero ese proceso ya había arrancado algunos años antes.

-¿Cómo ves la escena de la música electrónica en el país?

-Veo todo bastante dividido. No  tiene la  cohesión que tuvo en la última mitad de los noventa, que había una escena súper  floreciente. En esa época existían muchos  sellos que se especializaban en sacar discos de electrónica, ahora no están. La producción depende de cada proyecto, es totalmente independiente. Tampoco veo tantos espacios para tocar como hace quince años. No hay muchos lugares más allá de algunos ciclos aislados que se dan en centros culturales específicos o algunas discos. No creas que en Buenos Aires hay un mucho más que en Mendoza… en escala, en proporción es mas o menos igual.

-Se asocia al clima de la electrónica con la noche, lo cool y las drogas sintéticas. Supongo que no sólo es eso...

-Claro, la electrónica tiene más de cien años de historia y solamente los últimos  treinta -desde el nacimiento del house- tiene esa asociación a las drogas y a la “moda”. La electrónica es en realidad el medio ideal para los que necesitamos otro tipo de sonoridades que no encontramos en los instrumentos tradicionales. Toda la moda de estos últimos años nos ayuda a que la gente asuma que puede escuchar otros sonidos, algo diferente… pero también se confunde un poco...

-Y en materia tecnológica: ¿Qué tanto ha evolucionado y que cosas nuevas ha permitido el desarrollo de la tecnología en los últimos treinta años, desde Kraftwerk (la banda alemana pionera) a la actualidad?

-¡Mucho!...Solo imaginar que Kraftwerk tenia su estudio Kling Klang repleto de instrumentos y equipos casi artesanalmente diseñados y fabricados. Ahora ellos se presentan tocando con laptops que pueden comprarse en una casa de electrodomésticos.

-¿De qué forma te parece que afectó a la escena local la revolución francesa de electrónica impulsada por Cassius, Daft Punk o Air a fines de los 90?

-Francia siempre fue un verdadero polo para la música electrónica. Ya en la década del ‘50 con el movimiento de la “musique concrete” había irrumpido...Todos estos grupos descentraron el foco anglo y eso fue muy saludable. Ahora la electrónica puede surgir desde muchos lugares más allá de Estados Unidos e Inglaterra. De todas formas, Francia es primer mundo, y si nosotros estuviésemos en una zona más central, un grupo como “Estupendo”, que surgió en nuestro país, podría haberse adelantado a la propuesta de “Air”. ¡Pero somos periféricos!

-La electrónica ha pasado por diferentes momentos de aceptación social: se la ha desprestigiado, se la ha encumbrado y ha ido consolidando...

-La aceptación social de una corriente artística termina alterando su relación con el mercado y por lo general el mainstream no da lugar a cosas demasiado interesantes. Personalmente no le doy mucha importancia a ese aspecto.

-Si no hicieras este tipo de música, ¿qué harías?

-La música tiene muchas cosas que me interesan y de hecho empecé tocando el piano y cada tanto regreso a ese instrumento. En realidad me gusta todo lo que tenga relación con el arte sonoro más allá de los instrumentos electrónicos. Lo que sí estoy seguro, es que estaría con un grabador a cuestas, tal como lo hago hoy.

-¿Encontrás una relación "primitiva" si se quiere, entre la electrónica y lo que hacían los primeros músicos de la humanidad?

-La música electrónica vinculada a lo bailable sí, pero como también lo tiene el rock....Creo que en cualquier expresión de la música popular existe esa vinculación y creo de hecho que se trata de un vínculo fuerte.

-Louis Bertrand Castel construye -en el siglo XVIII- el Clavecín Ocular, combinando un instrumento musical y un aparato óptico para generar música y luz de manera simultánea. ¿El efecto no te parece parecido al de una "rave" actual?

-Absolutamente. La rave emula muchas cosas preexistentes como el baile alrededor del fuego, -retomando esto del de la electrónica con lo ancestral-. Los sentidos siempre fueron combinados desde que se empezó a construir el concepto de “espectáculo”.

-¿Planes a mediano plazo?

-Estoy terminando un sitio web que nuclea todo lo que hago, tengo además bastante material nuevo que aún de decido como distribuirlo, pero estoy trabajando en eso mucho. Quiero además,  volver a las  sesiones de electrónica en vivo, con muchos instrumentos para ir rotando entre varios músicos.

-¿Qué estás escuchando últimamente?

-John Hopkins, Oneohtrix Point Never y Dj Koze me parecen muy interesantes. Es material que siempre reviso.

-La última vez que viniste a Mendoza fue en febrero ¿Cuándo volvés?

-La idea es volver a este año. Las ganas están, sólo tengo que coordinar fechas. La experiencia que viví en Mendoza en febrero -en el Espacio Cultural Julio Le Parc- fue increíble. Allí me invitaron a tocar y pude incluso dar una charla sobre “La música en las artes escénicas”. Espero volver con algo parecido, la verdad sería genial.

PERFIL Y GUSTOS

Un compositor/cantante:

John Lennon

Una banda: The Beatles

Un disco: Revolver (séptimo álbum de The Beatles, 1966)

Una canción: “Tomorrow Never Knows” de The Beatles.

Una película: “My Own Private Idaho”. Traducida como “Mi Mundo Privado”, de Gus Van Sant (1991)

CONTACTO:

Mail: diego_vainer@yahoo.com.ar

Facebook: Diego Vainer

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