Diego y Tevez, sentenciados por Grondona

En su reciente paso por Alvear, Maradona dijo que "la Selección es una mafia". Se siente excluido como posible DT tras Sudáfrica 2010. El presidente de AFA le había prometido continuidad. Sólo el "Apache" lo apoyó. El grondonismo le bajó el pulgar a los d

Diego y Tevez, sentenciados por Grondona

Que durante la conferencia de prensa realizada en Alvear, el viernes de la semana pasada, Diego Maradona haya enfatizado que, para él, “la selección es una mafia”, no es algo de qué sorprenderse. El Diez lleva la albiceleste debajo de la piel, en una relación simétrica que comenzó en febrero de 1977, cuando César Menotti lo hizo debutar en la Mayor durante un amistoso jugado en la Bombonera, que terminó 5-1 a favor del seleccionado nacional frente a su par de Hungría. Dieguito, como era conocido por entonces, tenía 16 años. En octubre de 1976, aún con 15 años, había jugado su primer partido en primera división: Argentinos Juniors 0 Talleres de Córdoba 1.

A Maradona se le pregunta poco – casi nada – sobre su trabajo como embajador deportivo de Dubai. Él tampoco hace referencia a esa tarea, quizá porque no la sienta como un termómetro que mida su propia temperatura de intenciones. Su tarea actual es, cuando menos, un aprovechamiento de su imagen. Los jeques árabes se han lanzado a terciar en el control de la industria del fútbol de alta competencia. Mal no les va: dominan casi dos tercios de la Premier League, se han expandido a las ligas francesa (Paris Saint Germain y Mónaco) y española (Málaga) y encima obtuvieron la sede del Mundial 2022, en Qatar, además de haber organizado el Mundial de Clubes en los emiratos árabes. Diego, para ellos, es la llave para ingresar a mercados nuevos.

Maradona, hoy, también, es el foco de los programas chimenteros, en los cuales se hace eje sobre su vida privada tal como si esto fuera uno de los temas más trascendentes en la Argentina. Parejas, ex parejas, novias e hijo/as forman un continuo que alimenta al dios rating ante la ya enfermiza prioridad que le dan los conductores de estos ciclos a este tipo de información.

Cuando a Diego se le pregunta sobre la Selección, las respuestas son viscerales y a borbotones. Podría quedarse infinitamente refiriéndose al tema. Es el tema. Es su tema. Hoy se siente afuera hasta de las invitaciones para ver un partido del equipo. Solía hacerlo cuando aún no había sido designado entrenador del seleccionado, en 2009. Aún se recuerda el clamor popular en 1993, durante Argentina 0 Colombia 5, cuando el “Maradooo, Maradooo” tronó en el Monumental cual si fuera un grito de descarga, impotencia y sed de revancha. Poco después, levantó la autoestima del plantel y participó del repechaje ante Australia. En Estados Unidos, el inicio del Mundial lo encontró en un pico de esplendor...hasta que le "cortaron las piernas".

Este de hoy día es el Maradona que mantiene una herida abierta desde el 3 de julio de 2010, en Johannesburgo, cuando Alemania supo explotar las debilidades del equipo nacional y lo despidió del Mundial de Sudáfrica con un lapidario 4-0. Lo demás, es historia conocida: el silenzio stampa tras los llamados desde Olivos, una manifestación de apoyo en su domicilio de Ezeiza, la actitud evasiva para responder a los pedidos de entrevistas periodísticas desde cualquier lado del mundo y, progresivamente, un despertar de la auto hibernación voluntaria a la que se había sometido, lo cual recién empezó a hacerse visible durante la Copa América 2011.

Diego sufrió un golpe de nocaut en la antesala de los vestuarios del estadio de Ciudad del Cabo, cuando Julio Grondona se había apersonado hasta el lugar y dialogado con él tras el resultado adverso y la eliminación de la Copa del Mundo en cuartos de final. El presidente de la AFA le había notificado palabras de apoyo, dejándole una puerta abierta a su continuidad en el cargo. Maradona llegó a la conferencia de prensa acompañado por sus colaboradores, soportó estoicamente las preguntas de los periodistas argentinos e internacionales, y a partir de allí comenzó a elaborar su duelo tras la derrota.

Un mes después, la AFA había aceptado una invitación de su par irlandesa para disputar un amistoso en Dublin, el primero tras el reciente mundial sudafricano. Desde el mismo momento en el que el vocero de prensa, Ernesto Cherquis Bialo, anunció que iba a haber un director técnico interino, Sergio Batista, Maradona terminó de captar que las palabras de Grondona en el vestuario no tenían vínculo directo con la realidad: Diego ya era apenas un recuerdo para la conducción del fútbol argentino.

Sólo Carlos Tevez salió a manifestarse públicamente sobre esta situación. El por entonces delantero del Manchester City, fiel a su costumbre de patear el tablero del protocolo, dijo: “Grondona no cumplió con su palabra”. El resto de los jugadores no emitió opinión al respecto, ni posicionándose a favor o en contra de lo señalado por el “Apache”. Una declaración elíptica de Lionel Messi pareció marcar una línea a partir de un mensaje entrelíneas: “Voy a ser dirigido por Batista, quien ya me hizo jugar como en el Barcelona cuando se ganó la medalla dorada en los juegos olímpicos”. Leo hacía referencia al triunfo argentino en Beijing 2008, cuando inclusive compartió la formación con Juan Román Riquelme, otro excluido por Maradona en su ciclo como DT del seleccionado.

Las declaraciones de Tevez cayeron de manera desagradable entre los dirigentes afistas, quienes dejaron de frecuentar el lobby del hotel Carton House, a las afueras de Dublin. Lo cierto es que el efecto de los dichos del atacante no hizo más que consolidar una interna en el plantel nacional, dándole paso directo a lo que podría denominarse el trío “M” (Messi, Mascherano y Gabriel Milito) como una virtual cabeza conductora del grupo. Hubo más: Grondona y Carlitos se reunieron a solas, cerca de una hora, y cara a cara aclararon sus respectivos puntos de vista. Tevez, finalmente, no jugó ni un solo minuto del partido (Argentina lo ganó 1-0) y se quedó sentado en el banco de suplentes; “amigdalitis”, señalaba el parte médico.

Un año después, Tevez fue convocado por Batista (ya por entonces entrenador confirmado y no interino) para la Copa América 2011, que se disputó en nuestro país. Pocas veces se vio a un jugador tan incómodo con el planteo táctico, cayendo en lo que la jerga fobalera describe como “embarullado” o “atolondrado”. Su certificado de defunción en esa etapa fue el penal marrado contra Uruguay, en la definición de los cuartos de final, en Santa Fe. El propio “Apache” presentía que su ciclo en la albiceleste había llegado a su fin. Es más, en julio pasado, en ocasión de su transferencia a la Juventus, ratificó su pensamiento: “Me sigo viendo afuera de la Selección”.

Tevez, en definitiva, actuó y sigue haciéndolo hoy día como un vocero de Maradona pero sin que éste se lo pidiese. Y hubiese sido a la recíproca en situaciones semejantes, porque los dos comparten los mismos códigos. Por eso, cuando Diego habla de la Selección, sus expresiones son transparentes y expresan lo que él realmente piensa, tal como sucedió recientemente en Alvear previo a la exhibición de showbol. Sabe que con Julio Grondona en la presidencia de AFA (hasta octubre 2015) o con sus herederos, el ya consolidado grondonismo, jamás tendrá otra oportunidad de dirigir al seleccionado argentino. Sin ellos, quién sabe.

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