Diego Flores y William Sabatier: “Piazzolla es el Mozart de la música popular”

Con un repertorio amplio que abarca la historia del género, el cantante Diego Flores y el bandoneonista francés William Sabatier encabezan el concierto de clausura de Tango por los Caminos del Vino. Lo acompaña la Orquesta Filarmónica de Mendoza, dirigida

Diego Flores y William Sabatier: “Piazzolla es el Mozart de la música popular”

"Dónde estarán los puntos del boliche aquel / en el que yo cantaba mi primer canción", entona al pasar una voz abaritonada, arenosa. Hay una orquesta que la sigue, y destaca un fuelle: el aire pasa acompasado, se estanca, se queda.

Acaba de terminar la primera parte del ensayo. Afuera llovizna: es un viernes casi inerte en Mendoza; pero en el corazón del Teatro Independencia Diego Valentín Flores y William Sabatier, junto a nuestra Orquesta Filarmónica y su director, Pablo Herrero Pondal, repasan momentos de una biografía que todavía no se termina de escribir. Sí, la del tango.

Y para "mostrar una variedad del repertorio tanguero desde principios del siglo pasado hasta lo que se ha hecho en los últimos cinco años", como resume Flores, es que Sabatier viajó desde Francia.

Así será el último concierto de esta IX Edición de Tango por los Caminos del Vino (del que todavía quedan entradas), delineado bajo el recuerdo de Mariano Mores y Horacio Salgán, recientemente fallecidos: el repertorio incluye obras suyas, de Gardel, de Juan de Dios Filiberto y, más reciente, del "Tape" Rubín con arreglos de Julián Peralta, entre otros.

Pero ahora el escenario se dispersa, y mientras algunos músicos van a recargar el agua para el mate o a fumarse un cigarrillo, William y Diego charlan con Estilo al pie de las escaleras del foyer.

Ellos necesitan poca presentación: Probablemente usted ya conozca a Flores, que canta a los arrabales desde los 25 años y que fue la voz del quinteto Contramarca; y, si quiere saber algo sobre William Sabatier, que un detalle le explique mejor que mil palabras: Busque en Google "bandonéoniste français". Es el primer nombre que salta a la vista.

Así fue, de hecho, que tomaron contacto. Pero lo cuentan ellos mismos:

-¿Cómo se conocieron?

-D: Todo empezó a principios del 2009, cuando el director Leonardo García Alarcón (platense) vino a la provincia y escuchó a Contramarca.

Él me invitó a participar de un proyecto que tenía en mente con su formación, la Cappella Mediterranea, donde quería combinar música barroca de Claudio Monteverdi y de Ástor Piazzolla.

De entrada, me pareció una idea un poco inviable (lo dice con humor), pero a mitad de ese año recibí la invitación oficial y viajé a Ginebra para preparar el espectáculo. En ese momento trabajábamos con un bandoneonista uruguayo...

-¿Cuándo apareció William?

-D: Decidimos incorporar a otro y entonces busqué en Google a alguno francés. Ahí apareció William.

El tiempo pasó. Hoy García Alarcón es su cuñado (su hermana es Mariana Flores, que por estos días fue nominada a los Gramophone Awards por su disco de Cavalli) y el proyecto que prepararon entonces, ese diálogo entre siglos que a más de uno había parecido extravagante, todavía sigue marchando.

A finales de junio volvió a tomar forma nada menos que en el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial (España).

Pero el punto es que "Monteverdi-Piazzolla" no fue un fin, sino un medio para meterse en la espesura de un barro tanguero que está lejos de agotarse: El sello Harmonia Mundi, que editó el proyecto de García Alarcón, les propuso a Diego y a William que preparasen algo sobre tango, pero del más clásico.

La oportunidad no la iban a desaprovechar: cranearon durante 45 días, internados en la campiña francesa, un disco que moldeara lo mejor de ese tango lagrimoso de los años '40 y '50. "Desde Gardel" salió en el 2014, aunque nunca llegó, debido a las cerrazones de los circuitos comerciales, a la tierra donde Flores cantó sus primeros tangos.

El concepto fue simple pero cuidadosamente elaborado, y contó con los apuntes y la experiencia de Ciro Pérez, quien fuera la segunda guitarra de Alfredo Zitarrosa. Pero bueno, algo de todo ese trabajo verá la luz esta noche.

-Piazzolla gusta mucho en Europa...

-D: Aparte de la pauta musical y armónica, que es increíble por el nivel de estudios que tuvo, lo que cautiva es la universalidad de su concepto musical. El mundo la considera su música popular, porque dio el paso más allá en abrir esa gama musical, pero en función de sus conocimientos.

Piazzolla no era un tipo que estuviera encerrado en su casa: dio vueltas por todos lados. Además sabemos que no quería ser un tanguero, sino que tenía un proyecto clásico, hasta que Nadia Boulanger le dijo qué tenía que hacer.

-W: Para nosotros es el Mozart de la música popular. Piazzolla es muy fácil de entrar en cualquier público. Es una música progresista.

Quiso buscar una manera de componer para todos...

-También lo criticaron...

-D: ¿Y qué no se ha criticado en este país?

-W: Y no es una cosa argentina (confirma con la cabeza).

-D: Lo novedoso siempre se critica primero y se analiza después. Eso pasa siempre. De todas maneras, acá en Argentina, y menos mal, que hace muchos años se dejó de discutir de ese tema. Y en Europa son más abiertos.

-¿Gustó el disco que grabaron?

-W: Sí, es que tampoco había antecedentes de ese formato. Conozco un solo disco de voz y bandoneón.

-D: Es un concepto simple, como de patio de jardín: un chabón cantando y otro tocando un fuelle. Es como una joyita popular de barrio.

-¿Cómo viviste el tango siendo francés, William?

-W: El tango es una música muy particular en Francia porque está hace mucho tiempo. Está en el baile popular, aunque se toca de una manera franchuta, ¡una porquería total! (risas)

Encontré el tango con mi viejo, también bandoneonista, y me puse por primera vez ese instrumento en la falda a los seis años.

-¿Estudiaste con él?

-W: Sí, pero él es un bandoneonista francés, con una forma de pensar francesa.  Fue  difícil a principio de los '80 encontrar el tango argentino allá: Cuando empecé a tocar, recibí el consejo de muchos músicos argentinos en Europa; ellos fueron los que me dieron partituras, grabaciones... seguí estudiando así, sin profesor.

-¿Y cómo fue que adquiriste la "forma argentina" de tocar?

-W: Tengo una conexión directa desde mi niñez con el tango. Siempre escuché a los mejores bandoneonistas del mundo, que son argentinos, como Aníbal Troilo. Argentina es como el Vaticano del tango. Siempre lo mejor está acá.

-¿Todavía es así?

-W: Ahora está cambiando un poco la cosa (dice con un español bien argentinizado). Fue así por mucho tiempo, pero ahora hay muchos músicos muy buenos que se fueron durante la dictadura o durante la época de Menem, que se perfeccionaron allá. Estudiamos tanto, tanto, que el nivel de los músicos europeos tangueros está cerca del de los argentinos.

Lo que me parece una lástima es que el nivel de las escuelas allá son mucho mejores que acá, aunque las escuelas de acá todavía tienen la cadencia, la magia para enseñar este género.

-D: ¡Las nuevas generaciones de músicos te vuelan la cabeza, afortunadamente!

William asiente, y destaca el talento de Fabricio Colombo, que lo acompaña como segundo fuelle hoy.

-Ustedes vienen del tango más clásico, ¿qué opinan del nuevo tango?

-D: En el viejo tango y en el nuevo tango hay de todo: hay cosa muy buenas y cosas muy malas. Eso no ha cambiado nunca. Gracias a Dios, siempre hay gente que hace muy bien las cosas, como Julián Paralta: él es nuevo, pero también es clásico.

De hecho, a él le pido los arreglos, y me gustan más que los originales. Es como si en otra época le enviase un WhatsApp al "Gordo" Troilo (risas).

-W: Y como no tienen mucha difusión, valoran mucho que se agreguen temas suyos.

-D: Yo creo que la fortaleza que hoy tienen los tangos de las décadas del '50 y '60 va a cambiar: la tendencia en los próximos años va ser que ésos van a ser los menos y los nuevos van a ser los más. Tenés que considerar que es un género súper joven, no debe tener más de 130 años. Aunque también es difícil comparar, porque hay que considerar que en esa época era lo único que se escuchaba.

-¿Hay interés en Europa por este nuevo tango argentino?

-W: Sí, muchísimo.

-D: Es más, las cosas más raras se escuchan allá. Este "nuevo cancionero" está entrando, aunque allá hay un tango muy evolutivo.

Nuestro "talón de Aquiles" es que el turista quiere ver a todos vestidos de traje, zapatitos con taco, todas las bailarinas con la trencita en el cuello y escuchar el CHAN-chan-CHAN-chan. Vienen a consumir eso.

Creo que el problema de las nuevas generaciones radica ahí: que están haciendo música para el argentino que pretende que le evolucione el género, no para el turista.

El turista no va a ver un espectáculo de Julián Peralta, sino que va a los lugares que desde hace miles de años hacen los mismos temas con los mismos arreglos.

-¿Creen que el género está lejos de agotarse?

-D: Sí, sí. Yo era reticente a escuchar tango nuevo, porque no tenía tiempo de sentarme a hacerlo. Lo único nuevo que había hecho era transformar con William lo clásico, pero descubrí cosas increíbles.

-W: Es una cosa importante en la historia del tango: siempre tocamos cosas nuevas y cosas antiguas de una manera nueva. Siempre fue así, incluso en los '20. Tocamos lo nuestro y lo de siempre.

Fin del descanso. Los músicos ya están sentados para seguir y William tira un saludo mientras corre a la sala entusiasmado. A Diego también lo llaman, pero todavía queda una pregunta:

-¿Para cuándo tus composiciones?

-Con William no preparamos nada todavía, pero estoy generando cosas con Juan Pablo Montisanti y Rubén Martínez. Pero no porque sean nuevas tiene que salir apurado y apretado, estamos mejorando la base que tenemos.

La idea es hacer algo a principio del año que viene, pero todo lo nuevo que está surgiendo nos da un empujón. Es como si nos dijese: "¡Muchachos, es ahora!".

Ficha

Tango por los Caminos del Vino, IX  Edición
Concierto de clausura, con William Sabatier (bandoneón) y Diego Flores (voz), junto a la Orquesta Filarmónica de Mendoza, dirigida por Pablo Herrero Pondal
Fecha y hora: Hoy, a las 21.30
Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo)
Entrada: Una caja de leche de 800 gramos por 2 tickets, disponibles en la boletería.

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