Llamativamente Diego Maradona se convirtió en el gran protagonista de la semana deportiva. La llegada del ídolo a la dirección técnica de Gimnasia y Esgrima La Plata despertó una fiebre inusitada, inentendible para muchos.
Más de 10.000 personas se fueron a hacer socios de la institución, cientos de periodistas de todo el mundo pidieron poder venir a cubrir su asunción. Lo que demuestra una vez más el impresionante poder de influencia sobre las masas que atesora la figura del ex futbolista. La pregunta es con qué argumento el ámbito futbolero cree que el sólo hecho de que Maradona se siente en el banco de suplentes hará que la realidad de los platenses cambie como por arte de magia?
Casi imposible de responder. Quizá habrá que recurrir a ese extraño sentimiento llamado pasión y la influencia que los ídolos tienen sobre las personas. En Sinaloa hizo que el equipo comenzara a sentirse imbatible y ascendiera en la tabla de posiciones. Podría pensarse que es lo que esperan los dirigentes de un Gimnasia que está hundido en la tabla de los promedios y mal económicamente. Lo cierto y de lo que poco se ha hablado, es que no es un dato menor que el club elegido por Maradona para su vuelta al país sea el mismo del que es hincha Cristian Fernández de Kirchner.
Es llamativo que justo en un tiempo de agitamiento político, Diego aparezca robándose los flashes y hasta deslizando que espera que CFK esté el día de su debut.
Maradona, todos los sabemos, es un hombre que no tiene pelos en la lengua y seguramente será un francotirador hasta las elecciones.
En Argentina, el fútbol es una actividad muy importante. Para muchos, por allí pasa la vida y hacen cualquier cosa por sus colores.
Macri, de hecho, llegó a la escena política tras presidir a Boca. Pan y circo, decían los romanos.
